Las muñecas rusas en Perú

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La política en Perú se parece a las matrioskhas, las famosas muñecas rusas donde se abre una y aparece otra más pequeña y otra más y otra más. Pedro Pablo Kucziynski (PPK) fue electo presidente en 2016, obligado a renunciar en 2018 y sucedido por Martín Vizcarra. Este fue depuesto el 9 de noviembre de este año y reemplazado por Manuel Merino, quien duró menos de una semana en el cargo y –a su vez– reemplazado por Francisco Sagasti cuya tarea ahora es organizar las elecciones ya pautadas para abril de 2021.
Si jugamos con la imagen de la muñeca se puede decir que habrá una diferente si es que triunfa algún partido que no esté salpicado por la corrupción. Si no, quien gane los comicios entrará dentro de la misma «muñeca» de la corrupción a la que hay que sumar los cuatro presidentes anteriores a PPK elegidos por voto popular desde 1990 (Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala). Esta muñeca tiene estampada la palabra corrupción como sinónimo de clase política, Congreso y Gobierno; por eso no es casual que resuene el conocido «que se vayan todos».
Sagasti, al asumir, de manera inteligente, pidió perdón en nombre del Estado por la muerte de dos jóvenes en las manifestaciones contra Merino. Sagasti interpeló a estos jóvenes que fueron denominados «generación del bicentenario» –en alusión a los 200 años de la independencia del país que se celebrarán en julio de 2021–, que son hijos e hijas de quienes protagonizaran las gigantescas movilizaciones contra Fujimori en el 2000 y que provocaron su caída. Hoy existe una frustración democrática similar a la de 20 años atrás y el mismo descrédito de la llamada clase política. Sagasti difícilmente pueda revertir la desconfianza en el poco tiempo que tiene. Pero en Perú, para abril falta una eternidad.

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