Leer y crear

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A pesar de la pandemia, la editorial cooperativa de la Ciudad de Buenos Aires no se detiene: mediante diversas estrategias colectivas lograron continuar en actividad y sumar nuevas propuestas. Reclamo por una ley de emergencia para el sector.

Bibliodiversidad. Los editores y sus producciones (foto tomada antes del aislamiento). (Jazmín Mendiburu/ANSOL)

La editorial cooperativa Muchas Nueces editó su primer libro Con Tucho no hay tachos, donde un niño crea nuevos mundos con materiales reciclados, hace seis años. Fue el primero de un extenso catálogo que no para de crecer y que en plena pandemia sumó tres nuevos títulos: Mostremorfosis, O.D.N.I. y Para ver cometas, y la cuarta edición de Crianzas, libro de la artista trans Susy Shock, que lleva 10.000 ejemplares vendidos. «Se paró la normalidad, pero todos nuestros saberes son anormales a priori», dice Gonzalo Miranda, asociado que durante la cuarentena cumple el rol fundamental de sostener la distribución. «La autogestión tiene muchos saberes y aun cuando un montón de interacciones se complican, pudimos seguir haciendo», dice.
La clave fueron las redes que ya habían construido con la comunidad lectora, con otras editoriales y con las librerías, y sus libreros y libreras. Todos esos vínculos fermentan bajo un concepto: bibliodiversidad. «No es solo una expresión, es una existencia colectiva de hacer un mundo juntes», describe Lucía Aita, antropóloga, editora y asociada de la entidad. «Hay un montón de cosas negativas que potenció la pandemia en el mundo editorial que ya venía en crisis», agrega, y enumera algunas: insumos en dólares, imprentas frenadas durante el principio del aislamiento, dificultades de distribución, monopolios, «pero también pasó que uno de los pocos consumos culturales que se sostienen son los libros y eso potenció la demanda», dice Miranda. Para dar una respuesta colectiva a los pedidos crecientes, crearon nuevas herramientas. Una de ellas fue «Sálvese quien lea», en la que 27 editoriales ofrecían 120 títulos a precios promocionales. Así se vendieron más de 1.000 libros en dos semanas. También organizó un taller sobre ebooks para cooperativas y, junto con la Librería del Profesional, lanzaron dos kits de libros infantiles con herramientas para dibujar y pintar. Además, se sumaron al reclamo por una ley de emergencia para editoriales independientes que fue presentada en la Legislatura porteña. El proyecto propone la creación de un registro único de editoriales independientes de la ciudad y una asistencia económica para poder imprimir.

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