Letras en la mitad del mundo

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Un grupo de escritores ecuatorianos presentó sus trabajos en un encuentro que mostró la intensa producción literaria del país latinoamericano. Poesía y narrativa, los géneros predominantes.

 

Visita. Zapata, Stoitchkov, Mora, Dávila Vázquez, Torres y Villafañe: pasado y presente de la literatura ecuatoriana. (Horacio Paone)

El énfasis en la importancia de la unión de los pueblos de Latinoamérica y la reivindicación del patrimonio artístico de la región son dos de las máximas que, desde su fundación, rigen las actividades del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Siguiendo esta premisa, una delegación de escritores ecuatorianos visitó el complejo de la calle Corrientes en un encuentro que se denominó Escritores desde la Mitad del Mundo a la Argentina. Cristóbal Zapata, Jorge Dávila Vázquez, Galo Alfredo Torres, Soledad Mora y Vladimir Stoitchkov fueron los artistas invitados a presentar sus obras más recientes. El grupo fue recibido por Juano Villafañe, director artístico del CCC, quien, si bien vive en la Argentina desde los 3 años, nació en Quito. A manera de bienvenida, Villafañe realizó una introducción en la que recorrió los nombres y las obras de los autores ecuatorianos más destacados. Entre ellos, mencionó a Jorge Icaza Coronel, autor de la novela Huasipungo (que obtuvo el primer premio de novela en un concurso organizado por la Revista Americana de Buenos Aires en 1934, el mismo año de la publicación de la obra); a Pablo Palacio, uno de los fundadores de la vanguardia ecuatoriana, novelista, cuentista y dramaturgo, cuyo valor artístico recién se recuperaría en la década de los 70; al talentoso Jorge Enrique Adoum,  escritor, político y ensayista; al poeta quiteño Jorge Carrera Andrade; a Ulises Estrella y Humberto Vinueza, autores de los libros de poemas Ombligo del mundo y Un gallinazo cantor bajo un sol de a perro, respectivamente; a Raúl Pérez Torres; a César Dávila Andrade y a Jorge Vera. También habló de los literatos del Grupo de Guayaquil y del movimiento cultural de los Tzántzicos, entre otras manifestaciones de la inmensa riqueza literaria de Ecuador. Este conjunto de nombres no sólo da cuenta del enorme valor de las letras ecuatorianas, sino que también sirve para entender la génesis de una literatura que continúa desarrollándose con gran vitalidad en el presente.
Dicha vitalidad quedó de manifiesto con las palabras de los invitados y la presentación de sus obras. Cristóbal Zapata introdujo a Jorge Dávila Vázquez como «uno de los autores más prolíficos de su generación», con más de 30 títulos en su haber, que incluyen los géneros de cuento, microcuento, novela y poesía, ensayo y teatro. Zapata habló de Ángel sin misión, último libro de Vázquez, y mencionó que en las 42 fábulas que lo componen se pueden observar «dos grandes fuentes de provisión; por un lado, la tradición oral, el chisme, la leyenda familiar, y por otro, el dato cultural, el inmenso repertorio literario, musical y cinematográfico que el autor maneja de memoria». También destacó «lo autobiográfico en sus trabajos, cierto humor melancólico, su gran oído para los registros del habla» y remarcó su extraordinaria gama de personajes «donde se conjugan sus miserias y sus grandezas». A su turno, Sebastián Russo, fotógrafo y sociólogo de La Plata, hizo una introducción al libro La odisea latinoamericana. Vuelta al continente en ochenta películas, del poeta, traductor y crítico de cine Galo Alfredo Torres. «Es un libro de cine, pero es también un libro de sociología y de filosofía. De alguna manera, nos interroga en torno a nuestra contemporaneidad, a nuestro vínculos con las relaciones intersubjetivas y a nuestra propia experiencia». Y agregó: «El libro propone, subjetivamente, una teoría del viaje, un viaje que permite el descubrimiento del otro, el viaje como búsqueda y como huida, el viaje como conformador de una experiencia, el viaje, fundamentalmente, como una transformación». Para presentar el libro de poemas Te perderá la carne, de Cristóbal Zapata, tomó la palabra la escritora argentina Teresa Arijón, quien se valió de un poema para hablar del trabajo: «El libro es también el poeta, su padre, su madre, un árbol, un cuchillo, el retorcimiento de un cuchillo, una variación del Amadís de Gaula, una versión de el perseguidor y el perseguido, una niña andariega, un muchacho de ojos verdes, alguien que muere por amor a ese muchacho, una modelo que –oh, impredecible naturaleza– reflexiona mientras posa, el crepitar mínimo de un leño».
Para la presentación de Osvaldo Mora, el primer vitralista ecuatoriano, habló Soledad Mora, fotógrafa del libro e hija del principal artista del vitral en Latinoamérica, quien comentó el intenso año de trabajo que le demandó la reproducción fotográfica de las más de 300 obras de su padre y señaló: «Fue un trabajo de toda una vida, porque tuve que ir reconstruyendo la historia de mi papá, la de mi familia y la mía propia». Por su parte, Vladimir Stoitchkov, periodista búlgaro y coautor de la obra, mencionó la responsabilidad que sintió al tener que exponer de forma narrativa la vida de Mora. También escritor, Stoitchkov aprovechó la ocasión para presentar Playa Palestina, su última novela.

Jorge Freidemberg