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Libres de humo

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La prohibición de la publicidad en medios gráficos y audiovisuales es un paso más en la prevención de una adicción que provoca la muerte de 40.000 argentinos por año.

 

Buena salud. La ley prohíbe fumar en lugares públicos y obliga a incorporar advertencias sanitarias en los paquetes de cigarrillos. (Jorge Aloy)

Casi dos años después de promulgada, fue reglamentada la ley que permite la publicidad de cigarrillos sólo en los kioscos, circunscripta a carteles fijos de 30 por 30 centímetros.
La ley de control de tabaco expresa la prohibición de la publicidad en la vía pública y en espacios como salas de espectáculos, restaurantes, bares, discotecas, salas de juego, paseos de compra y todo tipo de local de uso público, además de los lugares de trabajo.
El decreto de reglamentación crea además la Comisión Nacional de Coordinación para el Control del Tabaco, que funciona en la órbita del Ministerio de Salud, y tiene como propósito coordinar políticas destinadas a la aplicación de la Ley 26.687. La comisión es presidida por el titular del Ministerio de Salud, y la integran doce representantes de distintos organismos públicos, entre ellos el Sedronar y la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual.
En definitiva, se puso en marcha finalmente una auténtica acción conjunta y directa en favor de la promoción de la salud, y una medida más que necesaria si se tiene en cuenta que en la Argentina el tabaquismo provoca la muerte de 40.000 personas por año y una importante cantidad de enfermedades asociadas.
«Es fabuloso que se haya aprobado la reglamentación y lo celebramos con mucha alegría porque es esencial para el efectivo cumplimiento de la ley antitabaco. Garantiza la eficaz aplicación de la prohibición de la publicidad», asegura Marita Pizarro, coordinadora nacional de la Alianza Libre de Humo Argentina (ALIAR).
Lejos quedaron los carteles invasivos en rutas y avenidas, gigantografías que invitaban a sumarse al «placer» de fumar, carteles luminosos y jingles pegadizos de marcas de cigarrillos.
La ley restringe todo tipo de anuncios. Prohíbe por ejemplo, la promoción «por vía aérea por medio de globos o aviones, entre otros», y la publicidad en medios de comunicación gráficos y audiovisuales, como radio, televisión, diarios y revistas y por Internet u otros medios digitales.
También está absolutamente prohibido el uso de incentivos directos o indirectos que fomenten la compra o consumo de productos de tabaco o los promuevan, tales como la realización de descuentos promocionales, la entrega de obsequios o la realización de concursos o competencias asociados con derivados del tabaco.
La ley deja en claro que está prohibida la publicidad de productos elaborados con tabaco en forma directa o indirecta como el cigarrillo electrónico, cigarros o cigarrillos de otros componentes, así como aquellos elementos o accesorios como boquillas de cigarrillos, pipas de agua o narguiles, dispositivos electrónicos para fumar y sus accesorios, tabaqueras, ceniceros y productos asociados con marcas de tabaco como remeras, gorras, encendedores y toda clase de productos que no sean de tabaco pero que utilicen emblemas, marcas, imágenes, aromas, signos visuales o auditivos, que puedan asociarse con el tabaco.
Aunque los fumadores puedan considerar extremo el alcance de la ley, sin dudas forma parte de una política pública en defensa de los derechos y el bienestar de todos los ciudadanos. Y afortunadamente, son cada vez más los que optan por alejarse del tabaco. Según la Encuesta Mundial de Tabaquismo en Adultos (EMTA) de 2012, realizada en el país por el Ministerio de Salud de la Nación, más de 700.000 personas habían dejado de fumar en los últimos cinco años, y 7 de cada 10 fumadores estaba pensando en abandonar el hábito.
Entre los que sí fuman, el sondeo comprobó que el 24,5% son adolescentes. En cuanto a la edad de inicio, el 44,5% probó el cigarrillo por primera vez entre los 12 y los 13 años, mientras que un 21,6% lo hizo a los 11 años o antes.
En Argentina, según la EMTA, los adultos entre los 50 y los 64 años son quienes más fuman, con un promedio de 20 cigarrillos diarios, y la mayor proporción de fumadores (28,2%) se encuentra en la franja entre los 25 y 34 años. La misma investigación revela que el 77% de los encuestados consume diariamente un promedio de 12 cigarrillos, mientras que una de cada dos personas hizo el intento de dejar la adicción en el último año, en especial los más jóvenes.
Según la Organización Mundial de la Salud, la evidencia demuestra que sólo las prohibiciones integrales a la publicidad, promoción y patrocinio ayudan a disminuir el consumo. Cuando éstas se aplican constituyen una de las estrategias más efectivas para reducir la demanda de tabaco y, por lo tanto, una de las mejores inversiones para combatirla.
También coincide Mariela Alderete, vicedirectora ejecutiva de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina, quien sostiene que «las acciones promocionales y publicitarias no sólo incrementan la iniciación al consumo sino que también debilitan el efecto de las campañas públicas de concientización y las advertencias sobre las consecuencias para la salud», y agrega que «la reglamentación de la ley nacional es una herramienta decisiva para limitar las acciones de marketing de las tabacaleras y luchar contra la epidemia de tabaquismo».

María José Ralli

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