Lo que ellas quieren

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Igualdad del goce, imágenes que bucean en el deseo femenino y una mirada crítica de los roles tradicionales caracterizan a un género que desde hace años viene transformando el modo de abordar el erotismo en la pantalla. La producción local.

Caramelos gratis. El equipo de la productora audiovisual Erecta durante el rodaje del cortometraje que recrea la mirada de una webcamer. (Gentileza Erecta)

No es novedad que el porno siempre fue hecho por y para hombres. Poco tiempo atrás la mayoría de los varones creía que a las mujeres no les gustaba el género. Y a ellas, en efecto, esas películas en las que las mujeres participan como objetos para la satisfacción masculina no les suelen causar placer sino, por el contrario, rechazo.
Con el avance de los movimientos feministas en todo el mundo, también el cine triple X, tal y como está concebido, ha empezado a transformarse, al punto de que hace ya más de una década se viene hablando de una corriente cinematográfica denominada «porno feminista».
Una de las precursoras de este movimiento es la directora sueca Erika Lust, que en sus producciones pone la mirada en las mujeres, en el discurso narrativo y en la dirección. Sus protagonistas, además, rompen con los estereotipos clásicos de la industria.
«Quiero mostrar toda la pasión, la intimidad, el amor y la lujuria en el sexo, donde el punto de vista femenino sea vital; lo estético, un placer para todos los sentidos; y que aquellos que buscan una alternativa al porno mainstream encuentren un hogar», explica en su sitio web la realizadora radicada en Barcelona.
Francesca Gnecchi, licenciada en comunicación especializada en temas de sexualidad, es la directora de Erotique Pink, una tienda erótica destinada a las mujeres que tiene la representación de las películas de Erika Lust en Argentina. «En el porno feminista, lo que se busca es la igualdad del goce en ambas personas. Sucede con muchos varones, sobre todo adolescentes, que aprenden sobre sexo viendo el porno tradicional, entonces luego tienen una imagen trastocada de lo que es el sexo y piensan solamente en su disfrute sin tener en cuenta a la persona que tienen al lado».
En la filmografía de Lust se destacan las películas Barcelona Sex Project y X-Confessions, donde recrea por episodios fantasías sexuales que algunas mujeres le confesaron para libros que publicó, como Love me like you hate me, Por qué las suecas son un mito erótico y La canción de Nora. En sus filmes bucea en la psiquis de sus personajes e indaga en sus sentimientos sin que necesariamente se vincule el sexo con el amor sino con dos personas (o más) conectadas a través de sus deseos más íntimos.

Hecho en Argentina
Natalia Nobile y Bianca Temperini son las fundadoras de la productora Erecta, que tiene sus estudios en Villa Luzuriaga. Ambas venían trabajando el erotismo de manera independiente desde distintos ángulos. Una noche de verano, mientras tomaban una cerveza, se pusieron a discutir sobre lo difícil que era encontrar porno atractivo y en «cómo las mujeres suelen estar accionando en pos de la cámara o de la mirada de afuera todo el tiempo, sin que esté el eje en su placer». Entonces decidieron hacer algo que les gustara.
La productora audiovisual Erecta está más cercana a lo que se denomina «porno amateur» o «casero» que a lo mainstream. «No nos interesa usar al feminismo como etiqueta de distribución preferimos evitar las etiquetas por eso, en todo caso, lo pensamos como un porno ético», explica Temperini.
Erecta funciona a modo de cooperativa en la que todas y todos los participantes reciben igual reparto de ganancias e incidencia sobre el guion inicial. A la vez realizan trabajos privados para aquellas personas (individual, parejas o grupos) que deseen tener un book de fotos o filmar su propia película erótico-pornográfica.
Por estos días están en etapa de posproducción del cortometraje Caramelos gratis una obra que desde el punto de vista de una webcamer trata la realidad de los vínculos atravesados por la tecnología. «Es en cierto modo un culto a la pornografía amateur, priorizando la veracidad de la performance/actuación», dice Nobile.
A la hora de pensar en las y los espectadores, Temperini sostiene que apuntan «al aspecto lúdico del sexo, intentamos mostrar una sexualidad más cercana a la de quien mira, el sexo como algo que no es perfecto, que lo más importante no tiene por qué ser la eyaculación masculina, revelar a la mujer dueña de su sexualidad».
María Riot es actriz porno feminista, prostituta y activista por los derechos de las trabajadoras sexuales en Argentina. A través de sus acciones en las redes sociales se ha convertido en una figura pública que se ha animado a romper con estigmas que encasillan a las mujeres que decidieron el camino del trabajo sexual.
Como actriz María ha actuado en la serie X-Confessions, dirigida por Erika Lust y, de a poco, le está dando paso a su faceta de productora y directora de sus propias películas. «Creando una nueva forma de hacer pornografía se busca mostrar cosas que no hayan sido exploradas antes, dar nuevas ideas y conceptos sobre la sexualidad, visibilizar los diferentes cuerpos y formas de vivir la sexualidad y muchas personas también estamos interesadas en lo artístico, que la industria del porno, al volverse tan masiva, perdió», le cuenta Riot a Acción desde Barcelona, en un alto del rodaje de su próxima película.
Para Riot, la etiqueta de feminista les sirve a muchas productoras de cine «para lucrar». De todos modos, ella considera que «el porno feminista existe en parte como respuesta a una industria que mantuvo ciertos patrones y normas que, si los miramos desde una perspectiva feminista, deberían cambiar: dejar atrás estereotipos, mostrar otro tipo de cuerpos, prácticas y diversidad de ideas que se alejen de las típicas escenas que siguen manteniendo los roles impuestos que hemos tenido a lo largo del tiempo tanto varones como mujeres».

Dispositivo pedagógico
En un país con una ley de educación sexual que no se cumple en la mayoría de las escuelas, con generaciones de padres y madres que se avergonzaban –y aún se avergüenzan– de hablar sobre sexo con sus hijas e hijos, la pornografía fue y es un medio de aprendizaje.
Laura Milano es doctoranda en Ciencias Sociales (FSOC-UBA-CONICET) y escribe e investiga sobre cuestiones vinculadas con el cruce entre arte, género y sexualidades. Autora del libro Usina posporno: disidencia sexual, arte y autogestión en la pospornografía, plantea a Acción que «además de actuar como un dispositivo pedagógico que enseña cómo es el sexo (o cómo debería ser), el acceso a las imágenes de sexo explícito no ha sido fácil para las mujeres. En cambio, para los varones, aun desde pequeños, la cercanía a los placeres visuales de la pornografía ha sido más accesible y con mayor legitimación».
Por otra parte, la investigadora sostiene que «aquello que el porno tradicional hardcore muestra –en su mayor parte– son prácticas sexuales heterosexuales, que resulta agresivo o poco excitante para consumidoras mujeres o sujetos sexo-disidentes».
Sobre el debate que plantean distintos colectivos, investigadoras y militantes sobre si es posible discutir el feminismo a través del porno feminista, Milano considera que «ha llegado a condensarse esa discusión en dos posturas muy polarizadas: el feminismo antisexo, que ha sido portavoz de las posturas más conservadoras y censoras respecto a la industria del sexo (incluyendo allí el trabajo sexual y la pornografía); y el feminismo prosexo, que ha sabido elaborar una postura positiva frente a la autonomía de los cuerpos respecto a la sexualidad».
El feminismo avanza y la industria del cine no es ajena a estos cambios. Por ahora se vislumbra en el under pero, de a poco, va ganando terreno, mientras crece la cantidad de mujeres que no tienen vergüenza de afirmar que ellas también consumen porno, como lo vienen haciendo los varones desde siempre.

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