Los crímenes del patriarcado

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El cuerpo de Ayelén Gómez fue encontrado bajo las tribunas del Lawn Tenis de San Miguel de Tucumán, golpeada y con signos de haber sido asfixiada. Tenía 31 años y era travesti. Había nacido en la localidad tucumana de Ranchillos y había vivido un tiempo en Buenos Aires, a donde llegó tras haber denunciado un hecho de violencia institucional en su provincia natal, donde aún rige el código contravencional dictado por la dictadura militar. «Otro travesticidio social como los que se llevan día a día compañeras y que no pueden quedar impunes. Las vuelven a matar con las actas policiales y en los noticieros y en los diarios. En notas redactadas en masculino –asegura un comunicado del bachillerato popular Mocha Celis, donde Ayelén había estudiado antes de volver a Tucumán–. Esto es parte de un travesticidio social y estatal, una ingeniería en marcha. Necesitamos una ley de emergencia que tenga real perspectiva de género y diga basta». En Tucumán y Buenos Aires, colectivos trans reclamaron justicia por la muerte de Ayelén y exigieron que los travesticidios sean considerados, del mismo modo que los femicidios, como crímenes de género: como una versión, la más extrema, de la violencia machista.

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