21 de noviembre de 2019
Con más de 30 muertos por la represión de las fuerzas golpistas, el Congreso boliviano comenzó analizar dos proyectos que apuntan llamar a nuevas elecciones presidenciales en medio del exilio de Evo Morales, una lluvia de denuncias por el golpe de Estado y violaciones a los derechos humanos. Uno de los proyectos fue enviado al trámite parlamentario por el Gobierno interino de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez y el otro fue impulsado por el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, que tiene holgada mayoría en las Cámaras. Tras un llamado de la mayoría de los países agrupados en la OEA para que se llame de manera «urgente» a elecciones en Bolivia, Áñez se decidió por la vía parlamentaria e impulsó la anulación de las elecciones del 20 de octubre, una nueva convocatoria a las urnas y la designación de los nuevos integrantes de los organismos electorales. Pero aún hay muchos puntos sobre los que se esperan ásperas negociaciones, como el vinculado con la composición de los organismos electorales que deberán controlar la limpieza de los comicios, fijar el calendario electoral, incluida la fecha de la votación, y validar las candidaturas.
