Mascotas bien cuidadas

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Dedicada a la distribución de productos veterinarios, la entidad sobrevivió a numerosos escollos y volvió al mercado gracias al ímpetu de sus trabajadores. Hoy es una empresa líder en su rubro.

 

Sentido de pertenencia. Parte del equipo de la CTO, integrado por 26 asociados; muchos de ellos, familiares y amigos. (Horacio Paone)

Luego de la crisis de 2001 florecieron los casos de trabajadores que devolvieron a la vida a empresas que se habían declarado en bancarrota. Tal fue el caso de la Cooperativa de Trabajo del Oeste (CTO), ubicada en la localidad bonaerense de El Palomar, que surgió con el fin de recuperar otra cooperativa que había entrado en convocatoria de acreedores. Cuando la entidad que se dedicaba a la provisión de productos veterinarios quebró, un grupo de empleados resolvió mantener sus fuentes laborales y apostar nuevamente al modelo autogestivo. «Fue fundamental el asesoramiento que nos brindó el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la ayuda financiera que obtuvimos de Banco Credicoop», destaca Rubén Filiel, gerente administrativo y tesorero de la CTO. «Nos dieron un crédito de 30.000 pesos. La empresa anterior nos dejó debiendo sueldos, aportes y vacaciones, y por eso no teníamos forma de reunir el capital inicial», agrega la presidenta, Karina Ramírez. También hubo que capacitarse: «No teníamos idea de cómo funcionaba una cooperativa de trabajo y fuimos a unos encuentros que brindaba el IMFC, con el asesoramiento de Idelcoop. Allí nos interiorizamos sobre el tema», sostiene Filiel.
Lo  más complicado para los diez trabajadores que formaron el grupo inicial fue recuperar la confianza de las compañías farmacéuticas que les habían cerrado las puertas. «Recorrimos uno por uno los laboratorios para plantearles nuestra situación; queríamos que supieran que éramos una nueva empresa que estaba dispuesta a asumir el compromiso de comprar y pagar en tiempo y forma», recuerda la contadora Ramírez. En ese momento sólo unas ocho empresas  continuaron abasteciéndolos de productos. Otro de los inconvenientes que tuvieron que enfrentar fue la falta de un vehículo para la distribución de los productos. «Teníamos que hacer malabares; recuerdo que uno de los compañeros traía grandes cajas y paquetes en tren; armábamos los pedidos y luego salíamos a entregarlos como podíamos», cuenta Filiel. Primero cubrían los gastos y luego, si quedaba algo, lo repartían. «Con suerte llegábamos a juntar 50 pesos para cada uno por semana», agrega Ramírez.

Productos. Vacunas, medicamentos y alimentos para animales de compañía. (Horacio Paone)

Hoy, más de una década después, el panorama es bien distinto: paulatinamente la cooperativa fue incrementando su cartera de clientes y actualmente tiene 40 laboratorios proveedores. Incluso fueron las propias compañías líderes las que se acercaron a la entidad para que comercialicen sus productos porque vieron en la CTO a una empresa confiable. Según la Cámara de Distribuidores de Productos Veterinarios, la entidad ostenta una participación de alrededor del 3% en el mercado de productos para animales de compañía, un rubro en expansión. «Hay un boom en el mercado de productos y servicios destinados a las mascotas, que van desde alimentos especiales hasta indumentaria, arreglos estéticos y extravagancias como servicios fúnebres. Si bien también se incrementaron las consultas al veterinario y la atención con medicamentos, todavía hay una importante franja de animales domésticos que no reciben los cuidados necesarios», comenta Filiel.
Vacunas, medicamentos, insumos descartables, alimento y artículos de higiene son algunos de los productos que la CTO distribuye diariamente en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. La entidad también atiende a veterinarios de Zárate, Campana, Pilar, Luján, Chivilcoy y Las Heras, además de realizar envíos a Entre Ríos, Córdoba y Santa Cruz, entre otras provincias. Este presente exitoso no impide recordar el apoyo y la contención de las familias de los cooperativistas en los primeros tiempos, fundamentales para avanzar con la puesta en marcha de la empresa, lo que le imprimó a la entidad un fuerte sentido de pertenencia y cimentó su crecimiento: hoy cuenta con 26 asociados, y muchos de ellos, son familiares o conocidos.
También hubo un crecimiento edilicio, dado que la CTO pasó de funcionar en un espacio de 76 metros cuadrados a trabajar en un predio de 480 metros cuadrados. Asimismo, quedaron atrás las dos viejas heladeritas usadas para conservar vacunas y medicamentos, ya que gracias a un crédito del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la cooperativa instaló una cámara de refrigeración con dos motores y grupo electrógeno, entre otras maquinarias y equipamientos, como dos vehículos para facilitar los traslados. Luego de 10 años de intenso trabajo cooperativo, los frutos del esfuerzo están a la vista.

Silvia Porritelli