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Medio tanque

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YPF aumenta las inversiones en busca de paliar el déficit de suministro causado por el incendio de una planta. Tope en el precio de las naftas por seis meses.

Abastecimiento. La petrolera con mayoría accionaria estatal ocupa el primer lugar en ventas. Este año la demanda crecerá 7%. (Efe)

Luego del incendio de la planta de Ensenada –que afecta el volumen de producción– y el anunciado tope a los precios de los combustibles por seis meses, dispuesto por el Gobierno nacional, YPF recompuso sus tarifas, puso en marcha la colocación de un nuevo bono para pequeños ahorristas, con una oferta inicial de 100 millones de pesos, y dispuso la ampliación del plan global de obligaciones negociables de 3.000 a 5.000 millones de dólares.
Estas iniciativas tienen como objetivo respaldar un ambicioso plan de inversiones orientado a revertir el vaciamiento previo por parte de Repsol y paliar los efectos de lo ocurrido en Ensenada. Días después del episodio, la compañía anunció una inversión de 800 millones de dólares para un nuevo horno de coke, la instalación más afectada.
En este estrecho camino, junto con la necesidad de obtener recursos se buscó evitar una espiralización de precios en el sector. Lo cierto es que, hasta ahora, cada vez que la líder del mercado ajustaba sus tarifas, Shell y otras empresas las remarcaban para seguir manteniendo su diferencial, lo cual terminaba siendo avalado por una parte de los consumidores de mayor poder adquisitivo.
La decisión de YPF de actualizar precios había sido anticipada el 30 de agosto del año pasado, durante la presentación del Plan Estratégico de la compañía. En aquel momento el titular de la firma, Miguel Galuccio, dejó en claro que una de sus prioridades era reducir la brecha con la competencia que, según señaló entonces, era de 15% en gasoil y de 14% en nafta. El directivo dijo además que esa recomposición se debería lograr sin que los ajustes llegaran a equiparar la paridad de importación. «Estamos planeando mantenernos por debajo de nuestro competidor externo, porque el día que crucemos esa línea será más barato traer combustibles de afuera que producirlos en el país», advertía Galuccio.
La reciente medida oficial, según los analistas, podría provocar un reacomodamiento en la actual estructura de oferta del mercado: YPF posee hoy un 55% de participación en las ventas; Shell concentra 17%; Axion (ex Esso) ronda el 12%; mientras Petrobras y Oil se reparten otro 12%. Por productos, YPF vende el 55,6% de la nafta súper del país, el 59,6% de la premium y el 58% del gasoil, según el Instituto Argentino de Petróleo y Gas (IAPG).
Con la meta de acortar distancias con sus competidoras, se añadió la medida de bajar la presión de la demanda sobre YPF, en momentos en que su principal refinería opera a menos de la mitad de la capacidad instalada (y seguirá trabajando al 84%, aun cuando estén subsanadas las consecuencias del incendio).
Así, en lugar de subir, como estaba previsto, la producción total de combustibles de YPF podría caer en 2013 más de 8%. Además, si la demanda de naftas y gasoil sigue aumentando alrededor del 7% anual, como en los últimos años (para atender, entre otros, a unos 12 millones de vehículos), la pérdida de producción en la refinería platense se hará sentir.
El consumo de gasoil, por ejemplo, ya supera los 15 millones de metros cúbicos, frente a 12 millones en 2003. Pero como en los últimos años no hubo grandes inversiones (particular responsabilidad de Repsol, que redujo la producción y sólo encaró mejoras de menor envergadura en el refino) se produce casi lo mismo que entonces.
El caso es que la petrolera cuya mayoría accionaria está en manos del Estado, deberá aumentar fuertemente el nivel de compras de combustibles, con lo cual pasaría del 10% del total de su producción a un 16%. Pero, a su vez, el resto de las petroleras también tendrán que importar una mayor cantidad de combustible de lo planeado.
Esas compañías, de acuerdo con las reglas actuales, pueden ser compelidas a refinar al máximo de su capacidad instalada, y a suministrar al mercado la misma cantidad que el año anterior, más un porcentaje relacionado con la evolución del PIB.
En este contexto, el aumento de precio de los combustibles de YPF tiende a repartir de modo más equitativo la demanda, a la vez que a compensar su necesidad de fondos extra. Aunque este efecto se vio parcialmente afectado porque las otras empresas también incrementaron los precios.
De manera adicional y para cubrir el faltante previsto, la Secretaría de Energía ordenó a las petroleras aumentar hasta junio la utilización de biodiesel (combustible orgánico derivado de la soja, que se mezcla con el gasoil) para elevar la oferta local de carburantes. El porcentaje actual de corte, de 7%, se elevará así gradualmente hasta 10% a mediados de año.
Una primera derivación del nuevo cuadro en el frente de los combustibles sería la necesidad de aumentar el cupo de importación de naftas, exento del pago de gravámenes. La medida está en estudio en la Secretaría de Energía y podría –en una hipótesis de máxima– triplicar el nivel previsto hasta el momento. Es decir, elevar el volumen hasta cerca de 700.000 metros cúbicos sin pagar lo correspondiente al Impuesto sobre Combustibles (ITC) y al Fondo Hídrico de Infraestructura.
Voceros del Gobierno sostienen que el costo fiscal y comercial de evitar faltantes recaerá, con las nuevas medidas, de manera más pareja sobre el conjunto de actores de la actividad. Por otra parte, relativizan las posiciones de quienes ponen en discusión el esquema de importaciones derivado del fin del autoabastecimiento.