Mirada local

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A veinte años de la apertura de la filial Rafaela, el consejero zonal de Credicoop se refiere a la creciente presencia del banco en la localidad del centro-oeste santafesino. También analiza la compleja situación que atraviesa la economía de la región.

Un rol clave. «El crédito cooperativo fue un gran apoyo para el desarrollo rafaelino». (Gustavo Conti)

Con una población de 100.000 habitantes, Rafaela es el enclave principal de la cuenca lechera más importante de Latinoamérica. Cabecera del departamento de Castellanos, concentra gran parte de las actividades rurales, industriales y comerciales del centro-oeste de Santa Fe, además de una amplia oferta de carreras en las cinco universidades instaladas allí. En esa región funcionaron muchas de las antiguas cajas de crédito cooperativas. Luego del paso por los bancos cooperativos Horizonte y Argencoop, la entidad rafaelina se fusionó en 1997 con el Banco Credicoop. «Eso nos permitió mantener la identidad cooperativa, a diferencia de otros bancos solidarios que se convirtieron en sociedades anónimas», dice Jorge Muriel, consejero de la zona 6 de Credicoop y tesorero de Segurcoop.
Empresario pyme y con una extensa trayectoria en el cooperativismo de crédito, Muriel remarca que es importante la  intervención política de los dirigentes del sector solidario. «Yo me formé políticamente dentro del movimiento cooperativo y creo que es importante trasladar todo ese bagaje de conocimiento cooperativo que recibí a la comunidad», sostiene quien, desde 2014, ocupa una banca en el Concejo Deliberante de su ciudad. «Estoy convencido de que los cooperativistas podemos hacer un gran aporte a la sociedad –agrega–, impulsando políticas públicas que contengan el ideario cooperativo. Está demostrado en todo el mundo que las cooperativas ayudan a construir un mundo mejor. Por otro lado, tenemos que desterrar esa idea de que las cooperativas son la rueda de auxilio de las empresas capitalistas; hoy las cooperativas pueden gestionar y actuar en cualquier actividad económica de manera eficiente y eficaz, pero con una impronta más humana. En los últimos años, las cooperativas tuvieron un gran crecimiento en el país y en Rafaela, por eso queremos que el modelo cooperativo se fortalezca y se expanda al conjunto de la sociedad».
–¿Cómo influyó a lo largo de los años el cooperativismo de crédito en Rafaela?
–En esta ciudad convergen innumerables emprendimientos. Por un lado, se encuentran las actividades del agro y, por el otro, tenemos un fuerte desarrollo industrial vinculado con la metalmecánica, dos importantes fábricas de válvulas para motores, además de numerosas pequeñas y medianas empresas. En esa conjunción, de comercio e industria, la ciudad fue creciendo e imprimiéndole un rasgo fuertemente emprendedor al rafaelino, como se puede ver en el imponente parque industrial instalado en nuestra localidad. Todo este desarrollo habla de una potencia productiva que no solo incide en la provincia, sino que se expande al mundo, ya que desde el puerto seco de aduana de Rafaela se exportan de manera directa diferentes productos que se generan en la zona que, en general, tienen un gran porcentaje de valor agregado. Para el desarrollo de todo ese potencial influyó históricamente el acompañamiento del crédito cooperativo, el que se motorizó con mayor fuerza a partir de 1997 cuando Rafaela pasó a formar parte de la amplia red de filiales de Credicoop. A su vez, esta integración, que favoreció a la economía rafaelina, le dio a la banca cooperativa un conocimiento más acabado sobre un importante sector del agro, como es la producción lechera, que lo llevó a incorporar nuevas líneas de crédito y diversas herramientas financieras que facilitan el despliegue y crecimiento productivo del sector. Por eso, después de dos décadas de intenso trabajo, y de enfrentar eficientemente los vaivenes económicos del país, Credicoop es un referente para las actividades productivas, industriales y comerciales de la región.
–¿En qué situación económica y social se encuentran Rafaela y sus zonas de influencia?
–No podemos abstraernos de lo que ocurre en la macroeconomía. Según la Encuesta Permanente de Hogares que hace todos los años nuestro municipio, en Rafaela hubo una caída del 13,5% en la compra de comestibles y bebidas, y de casi un 20% en indumentaria; dos rubros básicos para el desarrollo de la vida. También descendió significativamente el empleo, en particular del trabajo informal. Hace poco el gobierno provincial emitió un informe que señala que las pymes están ocupando solo el 60% de su capacidad instalada, que disminuyó la producción y que bajó notoriamente el consumo. Por el momento, las pymes, importantes generadoras de empleo, cuentan con un respaldo gracias al crecimiento que experimentaron entre 2003 y 2015. Se habla de reconversión y para este sector es muy complicado cambiar de rubro porque, una vez que el pequeño y mediano empresario logró montar su planta operativa, invirtiendo en tecnología y en la capacitación de sus empleados, mutar a otra actividad, salvo que la actividad nueva esté muy relacionada, es muy difícil.
Otra de las problemáticas que sufrimos es el desarraigo, trabajadores que se van de su lugar de origen buscando oportunidades de empleo a los grandes centros urbanos. Para que esto no suceda es indispensable fortalecer a las economías regionales. En nuestra zona notamos desplazamientos migratorios producto de la gran crisis que sufre desde hace mucho tiempo la lechería, por varios motivos, entre ellos las importantes inundaciones y tormentas que anegaron muchas hectáreas por la falta de obras hídricas. Esto también afecta al resto de la provincia.
–¿Qué acciones se están impulsando desde la filial para enfrentar esta situación?
–Todos estos indicadores que mencioné son preocupantes y, como se planteó en la última asamblea del banco, es necesario que desde cada filial profundicemos el acercamiento hacia el asociado, para saber cuáles son sus necesidades y poder analizar minuciosamente el futuro de cada actividad. En este sentido, es muy valiosa la tarea que desempeña la comisión de asociados, un espacio donde conviven diferentes visiones del mundo, integrado por profesionales, trabajadores, comerciantes, empresarios y productores. Y para llevar adelante este objetivo, se están realizando reuniones con asociados, con pymes, con representantes de los sectores productivos; queremos que nos cuenten cuáles son sus problemas y evaluar cómo se pueden abordar. El banco tiene una función social clara, que es ayudar al asociado para que pueda mantener su actividad económica. Si bien hemos podido superar diversas crisis, sabemos que hoy el contexto social y económico es diferente. Por lo pronto, Credicoop adquirió mucha más experiencia y está más fortalecido. Este respaldo permite apoyar y brindarles a los asociados todas las herramientas financieras necesarias para sostener sus actividades. Por eso, como históricamente los viene pidiendo nuestro movimiento, vamos a hacer todo lo posible para impulsar políticas públicas que promuevan la producción y que protejan al mercado interno, porque el mercado interno es el que fortalece al país.

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