Momento de actuar

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El presidente de la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos reflexiona sobre la influencia del actual contexto económico en el sector que representa. Además se refiere a la importancia de incidir en las políticas públicas.

En alerta. «Salvo los rubros que tienen alguna situación que los favorezca, las empresas de la economía social están con enormes dificultades».

Cristian Horton preside la Cooperativa de Trabajo 7 de Mayo, una entidad de Villa Constitución (provincia de Santa Fe), que surgió con el objetivo de terminar con la precarización de un grupo de trabajadores tercerizados de la siderúrgica Acindar. También es titular de la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (Fecootra) y en 2018 fue designado tesorero de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar). A la par, encabeza la Confederación Argentina de Trabajadores  Cooperativos (Conarcoop). «Conarcoop fue creada a fines de 2017 por un grupo de diez federaciones, que en su conjunto reúnen a más de 10.000 trabajadores cooperativistas de todo el país», dice el dirigente y señala que el objetivo de la entidad es «promover y fortalecer al sector como actor socioeconómico para aumentar su participación en la economía nacional e internacional».
–¿Cuántos trabajadores emplean las cooperativas y cuál es la situación de los trabajadores cooperativizados en cuanto a aportes jubilatorios y beneficios sociales?
–Las cooperativas emplean a unos 500.000 trabajadores de forma directa e indirectamente alrededor de 1.300.000, en diferentes rubros. La seguridad social es la gran deuda pendiente que tenemos los trabajadores cooperativistas, más que nada los que provienen de la recuperación de empresas y fábricas. Nos jubilamos como monotributistas y no podemos aportar a las cajas por rubros, industria, comercio, etcétera, como cuando éramos empleados en relación de dependencia, porque perdimos esa condición. Somos trabajadores asociados, pero erróneamente la Anses nos toma como autónomos o independientes. Hace unos años hubo varias propuestas para resolver esta problemática, pero hoy, lamentablemente, el tema está parado, porque estamos ocupados con otras prioridades, como sobrevivir y mantenernos dentro de esta crítica coyuntura.
–¿Cómo están las empresas y fábricas de la economía social y solidaria vinculadas con la producción?
–Están con enormes dificultades. Salvo los rubros que pueden tener alguna variable económica en particular que las pueda favorecer, en general están muy complicadas. Las cooperativas de trabajo son parte del universo de las pymes del país y, como estas, son generadoras de empleo. La mayoría atiende al consumo del mercado interno, y al estar tan deprimido el mercado interno, las cooperativas se ven fuertemente afectadas. También se ven perjudicadas por la apertura de importaciones, como les ocurre a las textiles. Si el consumo no estuviera tan caído, el ingreso de productos importados las afectaría menos. A esto se suma el incremento de tarifas que impacta en todas las cooperativas, fundamentalmente en las industriales que son grandes consumidoras de electricidad y de gas. Por otro lado, esta situación se complica aún más porque es casi imposible trasladar el aumento de costos a los productos que venden.  
–¿Cómo impacta la megadevaluación de los últimos meses en las estructuras de costos de producción?
–La mayoría de las cooperativas que se dedican al rubro industrial y que necesitan insumos y repuestos importados están muy complicadas. Mi cooperativa, que utiliza insumos importados para reparar las máquinas con las que presta servicios, se ve seriamente afectada por las variaciones del tipo de cambio, porque tiene que pagar valores astronómicos para adquirir esos insumos. Esto perjudica directamente a la competitividad y la variable de ajuste termina siendo siempre el bolsillo de los trabajadores. Es decir, este escenario inflacionario impacta de lleno en los retiros de los trabajadores cooperativistas y también restringe al máximo la posibilidad de hacer nuevas inversiones.


–Desde que asumió la conducción del país, el gobierno de Mauricio Macri instaló la idea de que las empresas, en particular las pymes, que tenían problemas económicos debían reconvertirse, para ser más competitivas, ¿qué opina?
–La reconversión de las empresas cooperativas tiene que apuntar a generar mayor crecimiento y a avanzar en la innovación tecnológica; también tiene que estar destinada a la capacitación de su personal, la implementación de nuevos métodos productivos, a mejorar la seguridad laboral y a favorecer la competitividad. No hay ningún problema en que nos reconvirtamos en ese sentido. Pero en este momentos estamos sufriendo las consecuencias de políticas económicas agresivas hacia los trabajadores y que solo favorecen al sector financiero. Nosotros tenemos una gran capacidad de inversión, queremos hacerlo, pero es inviable si nos encontramos con un mercado que no consume. Entonces, atrás de esta reconversión que se plantea, se esconde el objetivo de intentar precarizar la mano de obra. Esto significa que los trabajadores ganen menos y consuman menos. Por eso, esta reorientación de las actividades, entre comillas, pone en riesgo la continuidad de las fuentes laborales de las cooperativas y también las condiciones dignas de vida de sus asociados.
–En el marco de este año electoral, desde Conarcoop se planteó la idea de buscar una representación del sector en el mundo de la política, ¿por qué?
–A lo largo de su rica historia, el movimiento cooperativo impulsó y acompañó la evolución y el progreso de sus comunidades. El aporte de las empresas de la economía social y solidaria, cooperativas y mutuales representa el 10% del Producto Interno Bruto del país, además del fuerte  crecimiento del sector en diferentes actividades de la economía nacional. En ese marco, consideramos que es oportuno comenzar a reunirnos, planificar y trabajar para que ese desarrollo que generamos sea sostenido y solidario. Si pudimos hacer un buen trabajo desde las cooperativas, podemos hacerlo también en los espacios políticos. La idea es llevar nuestras propuestas a los partidos políticos que ya existen y también, por qué no, impulsar experiencias propias de participación, con una impronta que incluya diferentes frentes y alianzas. Tenemos que alentar a los dirigentes cooperativistas para que se animen a salir y que aporten mucho más de lo que ya lo están haciendo desde las cooperativas, federaciones y confederaciones. En este sentido, creemos que fue muy importante la pelea conjunta que llevaron adelante las organizaciones cooperativas y mutuales cuando el Gobierno nacional intentó gravarlas con el impuesto a las ganancias. Si bien, luego de varias idas y vueltas, el Gobierno logró imponerse y establecer una alícuota de entre el 3% y el 4% para las entidades que tengan un «excedente» mayor a 50 y 100 millones de pesos, esta movilización colectiva generó un importante proceso de integración, integración que luego se plasmó en la constitución de una mesa nacional de la economía social y solidaria.
Esta acción tiene que ser motivadora para que nuestro pensamiento tenga representación política dentro de los espacios de decisión, para que podamos participar de las discusiones sobre qué rumbo social, político y económico queremos para el país. Las empresas cooperativas apuestan a un modelo de país de perfil industrial y productivista, que permita mantener las fuentes laborales, agregar valor a las materias primas y mejorar la calidad de vida de sus asociados y de las comunidades en la que están insertas.

Fotos: Horacio Paone

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