Mucho por remediar

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Convertido en cooperativa a fines de 2018, es el primer laboratorio recuperado de la Argentina. Para enfrentar la especulación y colaborar con la prevención de la pandemia, la entidad comenzó a producir alcohol en gel.

Logro. Formado por farmacéuticos, microbiólogos, bioquímicos, operarios y administrativos, el equipo continúa produciendo medicamentos. (Gentileza Farmacoop)

Somos un gran grupo humano conformado por profesionales farmacéuticos, microbiólogos, técnicos químicos, bioquímicos, operarios y administrativos que trabajamos intensamente para que el laboratorio siga en pie y comience a crecer», dice con orgullo Bruno Di Mauro, presidente de la cooperativa de trabajo Farmacoop. La entidad nació luego de la quiebra de Roux-Ocefa, laboratorio fundado en 1935 que supo ser uno de los principales exportadores de la industria farmacéutica argentina. Pionero en la producción de soluciones parenterales (más conocidas como sueros), lideró la venta de este producto al exterior hasta entrada la década de 1990. Todo comenzó a desmoronarse en el año 2013: menos producción, falta de mantenimiento, pagos en cuotas de los salarios, despidos, cambios de firma, vaciamiento y desmanejos financieros fueron las causas que empujaron al laboratorio a un creciente declive. Di Mauro, en ese momento, se desempeñaba como operario de planta. «Se trató de un vaciamiento encubierto y planificado», asegura el actual presidente de Farmacoop.
En el año 2016 la compañía entró en convocatoria de acreedores, con un pasivo que rondaba los 1.000 millones de pesos. La empresa, sin embargo, se vendió a otra firma, y luego a otra más. En ese proceso, el periplo de decadencia del laboratorio se aceleró. Para septiembre de 2018, las plantas (la empresa poseía varias) habían quedado prácticamente vacías. «Ante esta situación decidimos recuperar la empresa y conformar una cooperativa de trabajo», cuenta Di Mauro.

Acompañamiento solidario
Frente a la planta principal, ubicada en el barrio porteño de Villa Luro, los trabajadores instalaron una carpa para reclamar por sus fuentes laborales y para evitar maniobras de vaciamiento. «Una de las primeras propuestas colectivas que llevamos adelante fue tomar la presión gratis a la gente del barrio –recuerda el dirigente-. Rápidamente los vecinos se solidarizaron con nosotros. Nos trajeron agua caliente, lonas para que no nos mojáramos, colchones y comida». También recibieron apoyo de organizaciones sociales. Con el asesoramiento legal del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) lograron que la Justicia Comercial de la Ciudad de Buenos Aires declarara la quiebra. También obtuvieron autorización para que la cooperativa continúe, provisoriamente, con la explotación de dos de las plantas de la compañía farmacéutica: la de Villa Luro y otra en Mataderos. El fallo judicial permitió además que Farmacoop hiciera uso de las marcas y los certificados de los productos. Luego de acondicionar las instalaciones, el mobiliario y las maquinarias, los cooperativistas pusieron en marcha las plantas.
En la actualidad, tienen dos importantes líneas de producción: una de sueros y otra de comprimidos para tratar diversas dolencias. También fabrican ampollas, gotas, jarabes y cremas. «Mientras algunos especulan con la emergencia sanitaria que produce el coronavirus, Farmacoop adaptó una de sus líneas para producir alcohol en gel a un precio razonable», informa Di Mauro. Para llevar adelante esta iniciativa, la entidad firmó un acuerdo con el gobierno bonaerense.   
El proceso de recuperación de la empresa farmacéutica fue, y es, muy duro. De los 450 trabajadores y trabajadoras que había al momento del cierre, quedaron 100. Un centenar de cooperativistas que, de manera solidaria, resisten el cierre y luchan por sus fuentes de trabajo.

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