«Nada se descarta, todo se recicla»

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Un grupo de cooperativistas bonaerenses convierte la basura tecnológica en dispositivos informáticos y electrónicos eficientes para ser reutilizados. Salida laboral y cuidado del medio ambiente.

 

Transformar. Esa es la tarea que desarrollan a diario los asociados de la cooperativa. (Jorge Aloy)

Una de las preocupaciones que trajo aparejado el avance tecnológico y la obsolescencia programada es el destino que se les da a los desechos electrónicos que, de manera vertiginosa, se producen desde hace algunas décadas. Para dar respuesta a esta problemática y, al mismo tiempo, generar una salida laboral, un grupo de desocupados de Dock Sud creó la Cooperativa La Toma del Sur, que además de reciclar, vende computadoras recuperadas a precios accesibles. Aparatos electrónicos, equipos informáticos y pequeños electrodomésticos que se rompen o se cambian por modelos más avanzados en los hogares, y también computadoras que las empresas descartan por «obsoletas», son recibidos por la empresa solidaria como basura electrónica, la que es reparada y reciclada por los trabajadores asociados. «Reutilizamos lo que la gente descarta en sus casas. Así evitamos que toneladas de estos residuos profundicen el colapso de los rellenos sanitarios. Por otro lado, esto nos permite autogestionarnos un trabajo digno y, a su vez, brindar un servicio a la comunidad», dice José Barrera, presidente de la cooperativa.
«La mayoría de nosotros veníamos de trabajar en fábricas o en otras actividades pero ninguno estaba vinculado al tema del reciclado. Tuvimos que aprender por necesidad porque nos quedamos sin laburo –comenta Barrera–. En esa etapa tuvimos que salir a la calle a juntar cartones y botellas. Después empezamos a reciclar».
En 2001 la Argentina entraba en una de las crisis socio-económicas más tremendas que haya vivido. En medio de ese escenario una parte de la sociedad pugnaba por no caerse del sistema y una gran mayoría sobrevivía de sus desechos. Como una síntesis de las consecuencias de aquel proceso surge en 2003 La Toma del Sur, impulsada por un grupo de mujeres y hombres desocupados que deciden generar trabajo de forma colectiva; su decisión tenía como principal objetivo luchar contra la exclusión y el desempleo  a través del reciclado de botellas, cartones y todo tipo de papeles. «De cortar la ruta en épocas difíciles pasamos a crear empleo; nos reinventamos –cuenta Barrera–. Y el Estado cumplió un rol importante en este proyecto. Gracias a algunas políticas contamos con becas, créditos y más trabajo. Encabezamos campañas de concientización y hasta creamos 15 aulas informáticas», explica Barrera en relación a las 530 computadoras que se donaron a chicos del conurbano bonaerense.

 

Los inicios
La primera acción fue tomar un predio de 2.000 metros cuadrados en la localidad de Dock Sud del partido de Avellaneda. El lugar, un galpón improductivo y en malas condiciones, era propiedad de un banco extranjero y luego de 5 años de ocupación fue adquirido legalmente por la cooperativa. Afianzados y ante una nueva realidad, los cooperativistas asumieron el desafío de reciclar aparatos electrónicos y hoy la entidad cuenta ya con 60 asociados que se encargan de diferentes actividades y procesos.
Pero el compromiso con la comunidad empezó antes. Fue en el 2001, con la creación del comedor Una luz de Esperanza, en la localidad de Berazategui. «Ahora recibimos allí a 180 chicos –comenta Mirta Barrios, secretaria de La Toma y encargada del lugar–. Para muchos es la única comida del día», dice. En ese sitio, la cooperativa creó también un espacio de juego y apoyo escolar y los sábados funciona un taller de informática.
10 de los chicos que pasan por la institución asisten a la Universidad Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela. Fabiola, una joven de 21 años, por la mañana trabaja separando piezas de las computadoras donadas y por la tarde asiste a «la facu», en donde cursa el primer año de la Tecnicatura en Información Clínica y Gestión de Pacientes. Dentro de 2 años Fabiola será la primera universitaria de su familia, compuesta por trabajadores de Berazategui. «Y mi hermanita será la segunda. Para mi mamá, lo más importante es el estudio», dice y sonríe, detrás de un montículo de metales y plaquetas.

Mariana Aquino

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