Noticias de resistencia

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A fines de 2016, los trabajadores del diario El Ciudadano y la Región se constituyeron como cooperativa, tras poner el cuerpo a una larga historia de crisis originadas por sus diversos dueños. Ese recorrido los preparó para los desafíos de la autogestión.


Nueva etapa. La redacción del diario funciona actualmente en el barrio de Pichincha. (Gentileza El Ciudadano)

Los trabajadores del diario rosarino El Ciudadano y la Región supieron desde siempre de qué se trata pelear por las fuentes laborales: fundado en 1998, la publicación atravesó a lo largo de casi 20 años etapas críticas, en las que se vio amenazado un actor necesario para garantizar la pluralidad de voces en el mapa de medios local. Cambió de manos muchas veces y estuvo a punto de cerrarse en siete oportunidades. Entonces, periodistas y fotógrafos hicieron marchas, radios abiertas, asambleas. Lograron que el diario no dejara de salir ni un solo día. Todo parecía terminar en septiembre de 2016, cuando el grupo Indalo, entonces propietario de la firma, anunció que el diario cerraba. En ese momento los empleados decidieron volver a empezar, esta vez como cooperativa. La bautizaron con un nombre que simboliza el renacimiento: La Cigarra.
«Armar la cooperativa fue una decisión compleja, un debate difícil. De 85 trabajadores quedamos 60. Además del empeño, tuvimos suerte: el edificio donde funcionamos hoy nos fue cedido en comodato», dice Juan Pablo Sarkisian, presidente. Con las indemnizaciones, que se pagaron en cuotas, pudieron subsistir mientras iniciaban los trámites para obtener la matrícula, resolver la impresión, la distribución y la búsqueda de un espacio físico donde funcionar. Para poner en la calle los 2.000 ejemplares diarios de El Ciudadano, lograron un acuerdo con el diario La Capital, de Rosario, que posee su propia planta impresora y también se encarga de la distribución. El edificio donde se emplaza la redacción, por otra parte, pertenece al Sindicato de Docentes Particulares (Sadop), que, mediante un acuerdo del que también participó la Universidad Nacional de Rosario, cedió el inmueble hasta el año 2020. «Estuvimos rodeados de un montón de solidaridades, nos acompañaron nuestro gremio, el Sindicato de Prensa, y también Sadop; Amsafé; que nos donó una heladera; Luz y Fuerza, que gestionó la posibilidad de conectar los equipos inmediatamente el día de la mudanza. Nunca nos sentimos solos», dice Sarkisian, que también destaca la colaboración, en diversos aspectos, del Estado,  en especial del provincial y municipal.

Mirada social
Este acompañamiento también fue fruto de la línea editorial que siempre distinguió al diario: la mirada atenta hacia las cuestiones sociales. «Cada vez que hubo conflicto estuvimos más liberados como para que la línea editorial fuera más parecida a lo que pensamos los trabajadores, por eso no hubo un cambio abrupto. El desafío es seguir configurando una nueva identidad, no tan lejana a la de trabajadores en lucha. Tenemos nichos fuertes que son Deportes y Policiales e incluso allí nuestra mirada tiene que estar: buscamos no estigmatizar, cuidar como presentar una noticia, no juzgar desde un título», dice Daniel Schreiner, secretario de la cooperativa y jefe de redacción.
María de los Ángeles del Bianco, vocal y redactora de Policiales, señala, en este sentido, que el grupo tuvo capacitaciones en género, lo cual para su sección «era fundamental». «A medida que va cambiando la ley –señala– va cambiando la forma en que la sociedad mira ciertos delitos y nos planteamos cómo lo podemos trabajar desde otro lugar y no desde el lugar pura y exclusivamente judicial. Siempre tuvimos en la sección y en el diario una mirada hacia lo social y lo barrial, más inclusiva y no tan punitivista». También se plantean la convergencia entre la edición online, elciudadanoweb.com, y la edición de papel, para transformarse en productores de contenido, sin distinción de formatos.
«Creo que aquella mística de pelea es la misma que hoy logra que el sentimiento ante un logro sea valorado como cuando debíamos conseguir una reivindicación en la calle. Y además de la mística, está la posibilidad de vivir de esto –concluye Schneider–.  Nosotros estamos empeñados en que esto es nuestro laburo, queremos que sea nuestro presente y nuestro futuro».

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