Humor

Oponiendo estaba la gansa

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Tarde otoñal, tal vez invernal. Lo cierto es que estaba fresco, pero había solcito. El padre de Boni estaba tomando unos mates, o tal vez un café, mientras leía detenidamente el diario, o tal vez un libro, o miraba la tele, o escuchaba la radio. A decir verdad, mucho no nos importa qué estaba haciendo, porque como ya sabemos, muy pronto sería interrumpido por esa voz cantarina que llama, la del adolescente vástago, siempre insatisfecho, siempre interlocutor, siempre con la pregunta a flor de labios.
–Pa, ¿vos por quién vas a votar?
Sorprendido, no tanto por la pregunta en sí, sino por la certeza de que esa pregunta buscaba una respuesta, y de que era él quien debía darla, el padre sólo atinó a devolver el golpe.
–¿Y vos por quién votarías, Boni?
–Pa, no te hagas el psicoanalista conmigo, que ya tengo uno, aunque no vaya. Si te estoy preguntando por quién votarías, no es para que me devuelvas la pregunta ni para hacer una encuesta, tampoco para evaluar la imagen paterna que me transmitís, ni porque quiero ver cómo reaccionás ante esa pregunta.
–Pero…
–Pa, si yo quisiera saber por quién votaría yo, no te lo preguntaría a vos, lo respondería directamente, o al menos, averiguaría en Internet cuál es el candidato adecuado para mi sector etario, socioeconómico y cultural, y después votaría por otro candidato, porque una cosa es que Internet me diga lo que está pasando, y otra muy distinta es que me diga lo que yo quiero que pase.
–Bueno, Boni, pero ¿y entonces?, ¿para qué me preguntás?
–Ahora yo mismo me lo pregunto, pa. La verdad es que no sé, pero me dio cierta curiosidad, o quizás era una manera de reactivar el diálogo entre padre e hijo, o de entender cuál es el legado político que tu generación le deja a la mía, o para saber a quién echarle la culpa de la próxima crisis. O para descifrar la manera de pensar de una persona real, ya que habitualmente mi interlocutor es una computadora, o una tele, o un celular.
–Bueno, Boni, vos qué querés saber, ¿si yo voy a votar al oficialismo o a la oposición?
–No, pa, justamente, mi pregunta es… ¿qué oposición?
–Eh… uh… ah… yyyy… ohhhh, ehhh, esssss…
–Dejá los monosílabos, pa, que no hace falta. Ya entendí: la oposición no existe, son los padres.

Rudy