Otras miradas

Tiempo de lectura: ...

Una conferencia de la feminista Teresa De Lauretis y un debate sobre violencia social fueron dos convocantes actividades en el complejo de la calle Corrientes.

 

De Lauretis. La pensadora italiana disertó sobre género y teoría queer ante una sala Solidaridad colmada. (Horacio Paone)

Como parte de la nutrida  agenda del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, se realizaron dos actividades que abordaron, desde una óptica diferente, problemáticas que han ocupado espacio en los grandes medios: por un lado, la denominada cuestión de género y, por otro, la violencia manifestada en los fenómenos que fueron conocidos como «linchamientos».
La conferencia de Teresa De Lauretis, prestigiosa pensadora feminista italiana, experta en género y teoría queer, colmó la sala Solidaridad. Profesora emérita de la Universidad de California-Santa Cruz y Doctora honoris causa por la Universidad de Lund (Suecia), la pensadora estuvo acompañada por Nora Domínguez, directora del Instituto de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y por la directora de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Alejandra Oberti. Al comienzo de la disertación, Lauretis mencionó sus estudios sobre los movimientos estudiantiles y de mujeres a finales de la década del 60 e inicios de los 70 en los Estados Unidos, que fueron, según su visión «el eje central de la crítica feminista hacia el patriarcado», pero dieron lugar a una teoría de género centrada en la mujer. «“Género” –explicó– no pertenecía a los hombres, era la marca de la mujer, la marca de una diferencia que implicaba el estado subordinado de las mujeres en la familia y en la sociedad debido a un conjunto de características relacionadas con su constitución anatómica y fisiológica». Y añadió: «La idea de la antropóloga Gayle Rubin de que género y sexo deben ser diferenciados conceptualmente sigue siendo fundamental para el estudio de los procesos sociales». Es en ese contexto se inscribe la teoría queer, acuñada por De Lauretis en 1990, que afirma que las categorías de hombre, mujer, homosexual o heterosexual deben ser entendidas como creaciones humanas «abiertas y modificables». «Fue el movimiento de liberación gay de la década de los 70 el que la convirtió en una palabra de orgullo y en un signo de resistencia política», explicó.

Violencia bajo análisis. Sobredo, González, Ostera, Pirich y Murillo. (Jorge Aloy)

 

Síntoma alarmante
Organizada por la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA) y el Área de Racionalidades de Gobierno del Centro Cultural de la Cooperación, se realizó también un panel coordinado por Mario Molina, (presidente de APBA) que tuvo como disparador una pregunta: «¿Por qué aumentó la violencia en nuestro país, cuyo síntoma social está expresado en los denominados “linchamientos”?». Abrió el encuentro Susana Murillo, doctora en Ciencias Sociales, docente e investigadora del CCC y la UBA, quien expresó que los linchamientos constituyen «la manifestación más brutal» de un proceso social que tiene diversas dimensiones. Murillo apeló al concepto de angustia para explicar por qué ante ciertas situaciones algunos grupos humanos parecen olvidar la ley básica del hombre, la prohibición del homicidio: «Muchos maestros –entre ellos, Freud– nos han enseñado que esto ocurre en procesos históricos en los que algunas personas, por razones diversas, vivencian una profunda sensación de indefensión, que puede responder a situaciones objetivas, pero que suele ser exacerbada por imágenes y consignas que profundizan situaciones de dolor o de humillación». «En el mismo orden de cosas de silenciar lo que le pasa al otro, de quiebre del lazo social, sucede que pueden estar matando a una mujer y nadie sale a enfrentar esa situación ni se indigna tanto», advirtió a su turno la directora del Departamento de Prevención de la Violencia y el Abuso Sexual Infantil de APBA, Graciela González. Laura Sobredo, psiquiatra del Programa PROCUVIN, que trabaja sobre casos de abusos por parte de la policía, remarcó que el trato mediático que recibieron los hechos de Rosario y de Palermo tuvieron la atención que no reciben los mismos hechos de violencia en otros lugares.
Mario Ostera, psicólogo, perito forense de oficio y miembro de APBA, criticó el argumento que, para legitimar los actos de violencia, apela a la «ausencia o deficiencia del Estado en su papel de disuasión de actos delictivos», porque, sostuvo, «todos los ciudadanos formamos parte del Estado, con nuestros derechos y obligaciones». Sobre el final, el psicólogo Marcelo Galati marcó que «en la actualidad aún resuena el eco de los crímenes históricos de la intolerancia, lo que muestra que este fenómeno no es el fruto de un sistema particular como el fascismo, el racismo o el integrismo, sino que preexiste». Cerró el encuentro Gustavo Pirich, titular de la Asociación de ex Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos, que contó la forma en que se analizó el tema en dicha organización: «Lo primero que surgió fue que unánimemente estuvimos en contra de toda violencia. Después nos preguntamos por qué se producía esto y comenzamos a ver que, en realidad, la otra parte de esta violencia es la falta de institución, una violencia en sí misma, porque lleva a un sector de la población a justificar estas prácticas aberrantes».

Pablo De Micheli y Emilia Erbetta

Estás leyendo:

Otras miradas