Otro mundo es necesario

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Con la realización de un profundo análisis sobre la actual coyuntura global, se conmemoró en Rosario el 93º Día Internacional de la Cooperativas.

 

Retos de época. Form instó a los dirigentes cooperativos a generar lazos con otras expresiones populares y con el Estado para seguir ampliando derechos y favorecer la inclusión. (Julieta Pisano)

Un dato extraído de la reciente Declaración de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) sintetiza las desigualdades que se viven en el mundo actual: «El 0,7% de la población del planeta posee el 44% de toda la riqueza, mientras que el 70% solo posee el 3%». Como contrapartida, ese mismo documento señala el crecimiento sostenido del movimiento cooperativo a escala global y la existencia de millares de experiencias solidarias en el campo de la salud, el trabajo, la educación, el arte, la producción empresaria y los servicios sociales. Sobre la base de estos contrastes, en el marco del 93º Día Internacional de las Cooperativas, y con la expectativa de seguir pensando el rol del movimiento cooperativo en el plano económico, cultural y político, se llevó a cabo en la ciudad de Rosario la charla-debate «El cooperativismo frente a los desafíos actuales», actividad que fue organizada por la filial Litoral del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC). La misma contó con la presencia de Edgardo Form, gerente general del Instituto y vicepresidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (COOPERAR); Pedro Romero, director del Instituto de Cooperación Latinoamericano de la Universidad Nacional de Rosario (ICLA-UNR) y la presidenta de la comisión asesora de la filial, Claudia Paredes. A la hora de presentar el panel, Iván Pérez, jefe de la sede Litoral, señaló la importancia de que el movimiento continúe abriendo espacios de diálogo y de discusión sobre el papel del cooperativismo en una coyuntura nacional en la que «las usinas neoliberales intentan reinstalar la centralidad del mercado en la economía» y en un contexto internacional «tramado por conflictos, catástrofes ambientales e inequidades sociales que muestran la inviabilidad del sistema capitalista». Pérez resaltó el rol activo que desempeñan las cooperativas de todo el mundo en los momentos más críticos en beneficio de las poblaciones.

 

Visibilizar el sector
«Vivimos en un mundo que tiene la capacidad de producir alimentos para muchos más que los 7.000 millones de habitantes que pueblan el planeta, sin
embargo, más de 1.000 millones de personas no tienen acceso a la comida diaria y al consumo de agua potable –manifestó Form–. Por otro lado, el mar Mediterráneo se ha convertido en una tumba para las personas que huyen de la miseria, los conflictos étnicos o las guerras. Otro tanto sucede con los mexicanos que buscan llegar a los EE.UU. y con los 220 millones de migrantes que existen en todas partes del mundo. De allí que coincidamos con lo que dijo el papa Francisco en su reciente visita a América Latina: «Esta economía mata». Es así
–subrayó el también legislador porteño–, porque la especulación financiera, la concentración de la riqueza y la exclusión social matan a los pueblos y se deben pensar y estimular formas alternativas y transformadoras de la vida en sociedad», indicó Form ante un auditorio conformado por un centenar de dirigentes cooperativos y referentes de organizaciones sociales, culturales y políticas de Rosario. En ese marco, el gerente general describió la tarea que vienen realizando los distintos proyectos de la economía solidaria existentes en la Argentina y planteó la necesidad de visibilizar esas experiencias cooperativas, sostenidas en la participación activa de los asociados, la distribución de los beneficios y el estímulo del trabajo local. «Hacer que se conozcan los principios que guían la actividad cooperativa es un desafío enorme de la batalla cultural –destacó–. Y también es un gran reto que las cooperativas consoliden la gestión colectiva y sean capaces de generar lazos con otras expresiones del campo popular y con el Estado para seguir ampliando derechos y fortalecer el impulso de políticas públicas que favorezcan la inclusión».
Por su parte, Romero hizo hincapié en la necesidad de rescatar las mejores tradiciones del movimiento cooperativo, a las que definió como una «memoria llena de riquezas», y aclaró que dicho rescate del pasado debe apuntalar la realización de un proyecto político transformador. «A la memoria neoliberal, con su farsa del progreso que para las mayoría ha significado opresión y miseria, debemos oponerle una memoria de la igualdad y la solidaridad –puntualizó el representante del ICLA–. Pero esta memoria no puede ser un simple amontonamiento documental y burocrático de hechos, sino que tiene que acompañar los procesos de cambio y asumir los desafíos que plantea el futuro. La larga historia de lucha del sector cooperativo tiene mucho para aportar en esta tarea», concluyó. Un reto que, como bien sintetizó Paredes, remite a la necesidad de seguir construyendo un país con más democracia y más equidad distributiva y que representa los lineamientos históricos y la posición actual del IMFC ante un panorama mundial que muestra niveles de desigualdad insostenibles. Las respuestas satisfactorias que el movimiento cooperativo ha sabido darles a las múltiples necesidades de las comunidades en todo el planeta alimentan la esperanza de que otra economía es posible y que el cambio de paradigma es una necesidad imprescindible.

Lautaro Cossia

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