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Pacientes en red

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Consultas online y páginas especializadas  transforman el modo de informarse sobre temas médicos. Riesgos de una tendencia que replantea el rol de los profesionales.

 

Foto: Jorge Aloy

 

El paciente regresa a su casa luego de haber visitado a su médico de cabecera. En líneas generales, su estado de salud es satisfactorio, pero hay unos índices que mostraron algunos pequeños problemas. El médico le informó al paciente los pasos a seguir y la medicación adecuada para su tratamiento. A primera vista, el problema estaría resuelto o, por lo menos, encaminado. Sin embargo, la tentación puede más. No es que el paciente esté disconforme con la información brindada por el médico, simplemente ocurre que se encuentra a un solo clic de poder buscar, conocer y ahondar más sobre su dolencia. Prende la computadora y un sinfín de información aparece ante sus ojos. Bastarán unos pocos minutos para acceder a páginas y páginas sobre lo que lo afecta, conocer la experiencia de otros pacientes y, por qué no, la opinión de otros profesionales que recomiendan qué hacer.
Así visto, parece un escenario ideal: la información fluye desde todos lados y los pacientes disponen de inéditas posibilidades de informarse. Sin embargo, ¿están preparados para discernir qué información es correcta y cuál no? ¿Tanta información no podría generar un efecto contrario y atentar contra la salud de todas estas personas?
Internet y las redes sociales cambiaron el modo de informarse sobre temas de salud. Crecen las consultas online y los temas médicos son cada vez más requeridos. El receptor pasivo, preocupado únicamente por lo que el médico le dice, está siendo reemplazado por un paciente que obtiene información por sus propios medios y se preocupa mucho más por su salud, demandando respuestas rápidas a sus necesidades. Por otra parte, al médico ya no le alcanza con recibir la visita de sus pacientes en el consultorio y debe desdoblarse entre la función asistencial y el indispensable conocimiento de esta nueva forma de vincularse.

 

Vientos de cambio
El proceso de acercamiento de los pacientes a la información sobre temas de salud, explica Daniela Chueke, periodista especializada, «comenzó lentamente a mediados de los 90, cuando se extendió la posibilidad de acceder a información pública a través de Internet, y se consolidó en los últimos tres años, con la explosión de las redes sociales. El gran cambio vino de la mano de la masificación del uso de dispositivos móviles, como los teléfonos celulares y las tablets».
«Internet ha contribuido enormemente para mejorar el cuidado de la población, brindando la posibilidad de que los sistemas de información estén interconectados y compartan datos en tiempo real, permitiendo el acceso tanto para el médico como para el paciente y alentando la formación de grupos virtuales que, interesados por la misma problemática, realizan movimientos en favor del paciente y de una mejor atención –agrega Myrna Marti, especialista en Redes, Cooperación Técnica y Asociaciones de la Organización Panamericana de la Salud y coordinadora del proyecto «Conversaciones sobre e-salud», organizado por la OPS–. Aquí es donde entran las redes sociales, entendidas como herramientas  para que los pacientes, médicos y todos los actores del sistema de salud compartan información y hasta realicen movimientos sociales en favor de una mejor atención».
El auge de las nuevas tecnologías y su vinculación con la salud abre numerosos interrogantes. Uno de los más importantes se relaciona con el doble sentido que puede tener, en la vida de los pacientes, el acercamiento a tal cantidad de datos. Por un lado,  nos encontramos con un paciente más y mejor informado, que se anima a hablar de igual a igual con el médico, planteándole lo que considera más conveniente. Para Gisela Galimi, directora asociada de Galimi & Alcón y especialista en temas de e-salud, «a estos pacientes, que se informan, que buscan respuestas antes y después de la consulta con el médico, que a veces dan en la tecla y muchas otras se pierden en la marea de contenidos que circulan en la Web, se los llama e-pacientes. La “e” que se antepone tiene dos significados: electrónico y también empoderado. El paciente ya no es un ser pasivo. Y esto que a muchos profesionales les causa fastidio o los hace sentir amenazados, en realidad es una muy buena noticia que nos beneficiará a todos. El paciente empoderado es una persona que se compromete con el cuidado de su salud y la de su familia, lo que a la larga sólo puede conducir a una mejora sustancial en la forma en la que todos, médicos y profesionales, brindamos y recibimos los cuidados que necesitamos».
Sin embargo, existe otro tipo de paciente que recurre a la información disponible en forma online pero que no alcanza a diferenciar cuál puede ser beneficiosa para su salud y cuál puede traerle consecuencias desagradables. «Ante una afección, el paciente busca información en Internet y ocurren dos cosas: una es que la gran cantidad de datos dificulta reconocer la fuente valedera, y otra es que la persona lee sobre el grado más grave de su afección y se estresa innecesariamente. Otro peligro es que se habla de manera ligera sobre el uso de medicamentos (por ejemplo, estimulantes sexuales o musculares) lo que incentiva el uso irresponsable», sugiere Analía Alcón, especialista en temas de salud y docente.
Además, el paciente no sólo es un lector ávido sino que, al interactuar en el entorno de las comunicaciones virtuales, también genera su propia información, que en muchos casos se torna vulnerable y expuesta al accionar de los otros internautas. «El peligro principal es el mismo que para cualquier otro ámbito: el robo de datos, la utilización de información delicada y privada de las personas para fines comerciales, etcétera. Pero también es real que hoy por hoy los mecanismos de seguridad informática son más avanzados y las leyes que respaldan la seguridad de los pacientes y de los datos en los países están cada vez más a la orden del día», asegura Marti.

 

Desafíos
Queda claro que este nuevo paciente empoderado, superinformado o malinformado pone al profesional de la salud ante nuevos desafíos. Ya no alcanza con que posea conocimientos específicos de medicina, sino que debe comprometerse con el aprendizaje y el buen uso de las herramientas que permiten vincularse tanto en la Web como en las redes sociales, conociendo qué está pasando en materia de salud e investigando qué hacen los pacientes, cómo se informan y con quién se relacionan, para no ser sorprendidos en el momento de la consulta. Para Chueke, quien también es directora editorial del portal de salud www.ehealthreporter.com, «en la consulta tradicional, la relación entre el profesional y el paciente solía ser unidireccional: el paciente se sometía pasivamente a la revisión del médico y la pregunta latente o formulada era siempre: “¿Qué tengo, doctor?”. La escena cambió bastante en los últimos tiempos, y la relación entre un médico y su paciente ya no suele ser tan silenciosa. Ahora, el diálogo, las preguntas y el intercambio de información comienzan a formar parte sustancial de la consulta médica. Esto es parte de un proceso de transformación de las relaciones sociales que viene de la mano de la introducción de las tecnologías de la información en la vida cotidiana».
Estos pacientes se animan en muchos casos a cuestionar la «autoridad sanitaria», lo que provoca en algunos profesionales situaciones de miedo y angustia, sobre todo si no están al tanto de que está pasando en ese nuevo mundo virtual. Para Marti, «el paciente hoy concurre en muchos casos informado de antemano a la consulta y no se contenta con la respuesta unívoca del profesional. Puede establecer una comunicación desde un “saber” que le da la información, puede iniciar un debate con su médico. Lo  obliga a responder y a pensar cómo explica su diagnóstico, lo obliga a estar informado sobre tratamientos oficiales y alternativos. A los médicos acostumbrados a tener la última palabra esto seguramente los incomoda».
El sistema de salud no puede ser ajeno a estos cambios. Por eso, tal como señala Marti, es imprescindible la formación de profesionales que entiendan el devenir de Internet y las redes sociales. «El acceso a información permanente a través de Internet es, para el médico, la mejor herramienta, porque, al conocer de dónde su paciente adquiere un saber, puede orientarlo en el debate sobre qué sitios son confiables. Para el médico, conocer la información que circula por Internet es una necesidad», asegura la especialista.
Surgen así algunas opciones para los profesionales de la salud que se presentan en el mismo lugar donde aparecen los desafíos: la posibilidad de beneficiarse de las experiencias online de sus pacientes para mejorar sus propios conocimientos, poniéndolos en contacto con comunidades de pacientes a quienes pueden ofrecerles datos útiles para mejorar su propio cuidado, convirtiéndose en referentes profesionales que los ayuden a desenvolverse en estos espacios. Chueke apunta que, poco a poco, se está dando «un proceso de desarrollo de una nueva generación de médicos informatizados. Ya hay profesionales que usan las redes para comunicarse con sus pacientes, para guiarlos en su investigación personal en la Web, médicos que integran comunidades de médicos y comunidades de médicos y pacientes, que usan el recordatorio de turnos por chat o por email, que usan la historia clínica electrónica y que tratan a sus pacientes por medio de la telemedicina».
El sistema de salud tiene el enorme desafío de preparar a los profesionales para que puedan acompañar a los pacientes en este proceso. Como señala Alcón, «todo intercambio es enriquecedor en tanto y en cuanto se permita la pluralidad interdisciplinaria. Si el intercambio es sólo entre pacientes, por ejemplo, puede caerse en un statu quo peligroso. En cambio, si intervienen profesionales de la salud que aporten sus conocimientos y sus puntos de vista, el ejercicio puede ser de crecimiento».

Leonardo Cocciro

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