Para la libertad

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Dentro de la Unidad Penal Nº 12 nació una organización solidaria que fomenta la reinserción laboral. Hoy ubicada en el barrio porteño de Barracas, produce unas 2.500 prendas por mes.

 

A pleno. Si bien comenzaron con marroquinería, actualmente fabrican camisas, mamelucos, chalecos, pantalones y camperas. (Kala Moreno Parra)

Corría el año 2009 cuando, en la Unidad Penal número 12 de la ciudad de La Plata, comenzó a cobrar forma un proyecto que unió la solidaridad y la necesidad, dos factores que, desde siempre, han sido los pilares fundacionales de las cooperativas. Kbrones, cooperativa de trabajo constituida por personas privadas de su libertad, nació con el objetivo de resolver, desde adentro de la cárcel, uno de los desafíos más difíciles para quienes cumplieron condenas: la reinserción laboral. «A un grupo de compañeros que integrábamos el taller de marroquinería se nos ocurrió conformar una cooperativa para que, cuando saliéramos de la cárcel, tuviéramos un lugar dónde trabajar», recuerda Julio Fuque, uno de los fundadores y actual secretario de la entidad.
La capacitación, la experiencia previa y la adquisición de hábitos laborales facilitan el acceso al universo del empleo formal. Por ello, los talleres de oficios que se dictan en las cárceles son valiosas instancias de formación, previas a la salida en libertad. «Nosotros –dice Fuque– tuvimos la oportunidad de aprender dentro de la cárcel y, de ese modo, transformamos lo malo en bueno, porque entendimos que con nuestras manos podemos construir, ayudarnos entre nosotros, ayudar a nuestras familias e insertarnos nuevamente en la sociedad». «En nuestro país –añade– sufrimos la pérdida de la cultura del trabajo, pero, afortunadamente, en lo últimos años hemos ido recuperado esa cultura y también la importancia de educarse».
Si bien dentro de la cárcel el grupo fabricaba artículos de marroquinería, cuando recuperaron la libertad decidieron orientar el emprendimiento hacia el rubro textil. Ubicada actualmente en el barrio porteño de Barracas, Kbrones produce unas 2.500 prendas al mes. Confecciona indumentaria de trabajo: camisas, chalecos, mamelucos, pantalones y camperas; y también fabrica prendas para el programa Ropa para todos, de la Secretaría de Comercio Interior de la Nación. Una de las entidades cooperativas vitales para apuntalar el proyecto fue la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA), que capacitó a los primeros integrantes y a sus familiares, ya que los detenidos no podían realizar los trámites necesarios para formar la cooperativa. Luego, con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, pudieron comprar las primeras maquinarias e insumos.

Fuque. «El mundo cooperativo nos incluyó, fue el que nos dio identidad». (Kala Moreno Parra)

Para  la operadora en Psicología Social María Clotilde Suárez –coordinadora del Área de Cooperativismo en Contexto de Encierro y Liberados (ACCEL) de FECOOTRA y promotora de diversos proyectos de socialización en unidades carcelarias– la experiencia de la cooperativa, integrada actualmente por 22 trabajadores, constituye un valioso modelo de inclusión. Y no sólo para quienes pasaron por las cárceles: con el correr de los años también se sumaron a Kbrones costureros rescatados de talleres clandestinos. La iniciativa se multiplicó e incentivó la creación, en el seno de FECOOTRA, del  programa Cooperativismo en Cárceles, que tiene como objetivo la promoción de emprendimientos y propuestas de este tipo en todo el país.
Los productos de Kbrones llegaron lejos: en 2013, una delegación de la Confederación Cooperativa de la República Argentina, encabezada por su presidente, Ariel Guarco, tuvo una audiencia con el Papa Francisco y los cooperativistas llevaron como obsequio un bolso matero confeccionado por la entidad.  El bolso, de cuero, llevaba escrita la leyenda: «Las cooperativas construyen dignidad». Sin conformarse con lo alcanzado hasta ahora, Kbrones se propone metas más altas: conformar polos productivos en las cárceles, crear nuevas cooperativas integradas por ex presos y dictar cursos de capacitación en oficios y en cooperativismo, entre muchas otras. «Somos como las cabras, cuando se nos pone algo en la cabeza, avanzamos y no paramos hasta lograr nuestro objetivo», comenta risueño Fuque y concluye: «Adentro, cuando alguno estaba bajoneado, tratábamos de alentarlo. Afuera, la contención la encontramos en las familias y, en nuestro caso, en el cooperativismo. El mundo cooperativo fue el que nos dio la identidad; el mundo cooperativo fue el que paró la pelota de pechito y se hizo cargo de nuestra inclusión y la de los compañeros que están detenidos y que tienen ganas de cambiar».

Silvia Porritelli

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