Pases de mercado

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Más allá de su ajustado triunfo, Pedro Kuczynski cuenta con el respaldo de Washington y las elites locales para sostener el rumbo neoliberal, en tanto se prevé un acuerdo con el fujimorismo que controla el Congreso. La debilidad del sistema político y el desafío del Frente Amplio.


Proclamación. El candidato conservador Kuczynski, rodeado de simpatizantes, anuncia la victoria sobre Keiko Fujimori tras un reñido balotaje. (Bouroncle/AFP/Dachary)

 

Fueron apenas 41.438 los votantes que definieron la segunda vuelta de las recientes elecciones presidenciales del Perú, cifra equivalente al 0,24% de los sufragios con que el neoliberal Pedro Pablo Kuczynski (50,12%) se impuso sobre la también neoliberal Keiko Fujimori (49,88%) en los comicios más ajustados de la historia de ese país. Pese a algunas actas impugnadas pendientes de revisión, el resultado del comicio no cambiará. Esos votantes no llenarían la Bombonera o el Monumental y, a lo sumo, coparían con lo justo el Gigante de Arroyito.
Pero lo reñido de la votación, que haría suponer una disputa de fondo entre proyectos políticos antagónicos, en realidad esconde apenas una confrontación de matices y formas entre facciones de la elite peruana hermanadas en un denominador común, como es la defensa y el mantenimiento del modelo neoliberal impuesto por el exdictador Alberto Fujimori (1990-2000), padre de la derrotada Keiko, tras el autogolpe de Estado de 1992.
Pedro Pablo Kuczynski (PPK), de 77 años, alcanzó una ajustada mayoría en la segunda vuelta del pasado domingo 5, luego de obtener un escaso 22% de los sufragios en la primera ronda realizada en abril, apenas por arriba del 19% alcanzado por la candidata del izquierdista Frente Amplio, Verónika Mendoza, y muy por debajo del 42% de Keiko Fujimori. Cuando asuma el próximo 28 de julio, PPK enfrentará un Congreso unicameral de 130 miembros donde solo 18 serán de su agrupación Peruanos Por el Kambio, 20 serán del Frente Amplio y 73 reportarán a Keiko.
Sin mayoría parlamentaria, con escasos votos propios, medio país en la oposición y una estructura partidaria creada seis meses antes de las elecciones, PPK estará obligado a la negociación permanente, pero no desde la debilidad: cuenta con el respaldo de los grandes medios de comunicación, el sector financiero, las corporaciones multinacionales, los grandes agroexportadores y los organismos financieros internacionales.
El perfil de su futuro gobierno, que se extenderá hasta 2021, surge de su historia política y profesional. PPK es un músico formado en el Conservatorio de Suiza y en el Royal College of Music de Londres, que además estudió Economía y Relaciones Internacionales en las universidades de Oxford y Princeton. Había cursado la secundaria como pupilo en el Rossall School, de Lancashire, donde recibió formación militar y juró por la reina de Inglaterra.
De doble nacionalidad (a la estadounidense renunció en diciembre), fue directivo del Banco Mundial, del FMI y del BID, integró los directorios de Tenaris, Ternium, Toyota, First National Bank of Boston, y fue presidente de Westfield Capital y Latin America Capital Investment, entre otras multinacionales mineras y petroleras con intereses en Perú.
Con residencia permanente en los Estados Unidos, PPK regresó a su país solo periódicamente entre 1966 y 2015 para ocupar altos cargos públicos. Fue director del Banco Central, en democracia y dictadura, dos veces ministro de Energía y Minas, de Economía y Finanzas y hasta primer ministro del expresidente Alejandro Toledo. Siempre su gestión estuvo ligada con la privatización de servicios públicos y concesiones para la explotación de minería y petróleo.

 

Hegemonías y pactos
«Perú es el primer país que tiene de Presidente a un banquero de Wall Street», festejó el economista peruano Ian Vásquez, para quien su país tiene ahora las mejores perspectivas de desarrollo. «Perú es la democracia de mercado más exitosa de Latinoamérica, con alto crecimiento como consecuencia de reformas de mercado que han tenido éxito en reducir la pobreza y elevar la calidad de vida de la sociedad», celebró el analista del Cato Institute, un centro de estudios ligado con el Partido Republicano estadounidense.
Con el respaldo de la intelectualidad ultraconservadora, local y estadounidense, PPK designó como ministro de Economía y Finanzas a Alfredo Thorne. Expresidente de Banorte (segundo banco de México), director de JP Morgan Chase, director del Banco Mundial, consejero de la Bolsa de México e integrante del Consejo de Economistas de la revista Time, Thorne es un economista formado en Oxford y Cambridge que actualmente dirige una consultora representante de una docena de multinacionales con intereses en Perú.
Para el politólogo Martín Tanaka, la hegemonía política casi absoluta del mercado se produce, entre muchas razones, por la ausencia de un sistema político sólido y representativo. Sin la política, el espacio lo ocupan otros poderes. «Perú es una democracia sin partidos políticos y por eso estamos siempre expuestos a sorpresas y movimientos políticos inesperados. Los partidos se desestructuraron durante el fujimorismo y no han vuelto a reestructurarse», sostiene el analista e investigador del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
Desde la finalización de la dictadura de Fujimori, en el año 2000, Perú fue gobernado por coaliciones efímeras construidas en torno de líderes transitorios. El APRA de Víctor Raúl Haya de la Torre, que gobernó con Alan García entre 2006 y 2011, alcanzó apenas el 6% de los votos en la primera vuelta de abril. «En Perú ya no hay identidades políticas fuertes ni representaciones de largo plazo ni debate ideológico», define.
Los analistas políticos coinciden en que, más allá de una primera etapa de fuegos artificiales, habrá pronto un pacto de entendimiento básico entre Keiko y PPK sobre la base de lineamientos fundamentales que preserven el modelo económico de Estado mínimo, control social, economía primaria y asistencialismo con represión para los excluidos.
En ese contexto de dominio político del poder económico, la incógnita es cómo actuará en adelante el Frente Amplio de Verónika Mendoza. La agrupación de izquierda llamó explícitamente a votar por PPK en la segunda vuelta para frenar el avance de Keiko Fujimori, pero de inmediato aclaró que eso no iba a traducirse en un apoyo al nuevo gobierno, del que se manifiestan abiertamente opositores.
El entendimiento entre PPK y Keiko dejará un amplio camino abierto para la construcción y crecimiento de un Frente Amplio que, en las elecciones de 2021, se proponga revertir 30 años de neoliberalismo e impedir que, nuevamente, «un banquero de Wall Street» se alce con la presdencia del Perú, como celebran en Washington.

 

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