Por la puerta grande

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Es la primera empresa recuperada bonaerense en recibir el título de propiedad del inmueble que ocupa. Con 129 trabajadores, hoy fabrica 90.000 kilos de tela por mes.

 

Propiedad de todos. Los asociados de la cooperativa frente a la planta.

Una de las numerosas empresas recuperadas que emergieron en la Argentina posterior a la crisis de 2001 fue Gatic, firma dedicada a la producción textil y de calzado creada en 1953, que trabajó durante casi 50 años y que llegó a tener ocho plantas industriales instaladas en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, La Rioja y Corrientes, además de una amplia red comercial. Licenciataria de importantes marcas internacionales, supo ser la mayor fábrica de calzado y ropa deportiva del país, hasta que quebró en 2003 y sus trabajadores quedaron a la deriva. En ese momento, los empleados de la casa central, ubicada en la localidad bonaerense de San Martín, decidieron tomar control del predio y los operarios de la planta de Pigüé, en la que llegaron a trabajar 500 personas, siguieron su ejemplo y comenzaron a recorrer así el largo camino hacia la autogestión. «La fábrica fue abandonada por la patronal en setiembre de 2003, nosotros permanecimos en las instalaciones hasta febrero de 2004, cuando conformamos la cooperativa bajo la consigna “ocupar, resistir y producir” que impulsaba el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas», rememora Francisco Martínez, quien, al momento de la quiebra, se desempeñaba como obrero del sector tintorería y que ocupó hasta hace muy poco el cargo de presidente de la hoy Cooperativa de Trabajo Textiles Pigüé. A 10 años de aquel impulso emprendedor, la entidad, emplazada sobre un predio de 40.000 metros cuadrados, se convirtió en la primera fábrica recuperada bonaerense en recibir el título de propiedad del inmueble que ocupa, luego de sortear numerosos obstáculos. En 2001, la empresa despidió a más de 1.500 empleados. Y poco tiempo después de haberse conformado la cooperativa, el predio donde habían resistido los trabajadores fue desalojado violentamente por más de 250 efectivos policiales. Martínez cuenta que fue gracias a la intervención del ex presidente Néstor Kirchner que se consiguió el compromiso de expropiación definitiva de las plantas de San Martín y de Pigüé a favor de la provincia de Buenos Aires.

Ropa deportiva. La ex Gatic produce 70 variedades de géneros.

Una vez instalados, aparecieron otras dificultades que retrasaron más de un año la reactivación de la fábrica. «Por ejemplo, en una de las tres tejedurías hay unas 40 máquinas, y cada una de ellas tiene más de 4.000 agujas. Para ponerlas en condiciones había que sacarlas, limpiarlas y volver a colocarlas. Hicimos un trabajo de hormiga para repararlas con sumo cuidado y a pulmón, ya que todas son maquinarias muy delicadas», explica Martínez. Además, enfrentaban otras problemáticas como la partida de técnicos y gran parte del personal calificado de la empresa que no se sumó al proyecto de la cooperativa, junto con la falta de experiencia en la gestión de una estructura tan importante. Estos factores impidieron la puesta en marcha inmediata del proceso productivo. «Recién en 2006 conseguimos un cliente importante. Provenía del sector de la economía social y estaba vinculado con una cadena productiva textil de comercio justo», señala el ahora responsable de Relaciones Institucionales de la entidad.  En 2007, gracias a la constancia, el esfuerzo y el propósito de profesionalización que mostraba la organización solidaria, Textiles Pigüé logró firmar con Débora Giorgi (entonces ministra de Producción de la provincia de Buenos Aires) el primer convenio de escrituración de dominio de la planta. Siete años después, el gobierno provincial entregó a los trabajadores los documentos que los acreditan como propietarios definitivos de la fábrica, con una hipoteca a pagar en 10 años. «Tener el título definitivo de propiedad es, para nosotros, una conquista trascendental, porque nos permite ser sujeto de crédito; esto significa que vamos a poder mejorar las condiciones técnicas de producción y comprar nuestras propias materias primas e insumos, poniéndonos en igualdad de condiciones para competir en el mercado. Por otro lado –añade Martínez–, marca un precedente para las recuperadas de la provincia, porque se hizo justicia con el esfuerzo y la voluntad de los trabajadores».
Cuando Gatic quebró, en la planta de Pigüé  trabajaban unos 220 empleados. Actualmente son 129 los cooperativistas que se desempeñan en el lugar. Allí se confeccionan 40 variedades de telas para capelladas de zapatillas y 70 tipos de géneros para indumentaria deportiva. Además, tiene un sector de tintorería que está entre los más grandes del país. «Estamos produciendo unos 90.000 kilos de tela por mes y tenemos capacidad para fabricar hasta 200.000. Por eso queremos explotar mejor nuestros recursos, fabricar productos propios, proyectar más negocios, abrirnos a nuevos mercados e incorporar a más trabajadores. Y la escrituración de la planta –concluye Martínez– nos va a ayudar a lograr estos objetivos de crecimiento con inclusión».

Silvia Porritelli

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