Principios compartidos

Tiempo de lectura: ...

La filial de Credicoop atesora esfuerzos y luchas para dotar de una herramienta financiera a la zona. Hoy continúa el legado de sus fundadores mediante acciones que tienden al bien común.

En la base. Los integrantes de la comisión de asociados, ámbito donde se debaten y se ponen en marcha iniciativas junto a la comunidad.

Villa Maipú, ubicada en el distrito de General San Martín, en el norte del conurbano bonaerense, cuenta con la mayor concentración de pequeñas y medianas empresas manufactureras del país. Este perfil productivo industrial comenzó a delinearse durante la etapa de sustitución de importaciones, alrededor de 1930 y alcanzó gran impulso a fines de los años 50 y principios de la década del 60. Paradójicamente, la pujanza que tuvo Villa Maipú por aquellos años no estuvo acompañada por ninguna entidad bancaria, fue la autogestión de vecinos, empresarios y comerciantes la que le permitió a la localidad contar con una herramienta financiera propia.

«La Cooperativa de Crédito de Villa Maipú nace en 1964 por inquietud de algunos vecinos y representantes de las fuerzas vivas de la zona –evoca Néstor Callegari–. Desde el primer día recibimos el acompañamiento de los dirigentes del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos que nos transmitieron los conocimientos sobre cómo formar y cómo gestionar una entidad de esas características», explica el metalúrgico y consejero zonal de Banco Credicoop.
Según comentan los asociados, no fue difícil reunir una importante cantidad de adeptos a la iniciativa, ya que numerosos talleristas y fabricantes necesitaban contar con créditos que les permitirán desarrollar sus proyectos. «Por otro lado, en ese tiempo el espíritu barrial estaba muy arraigado», dice Adela Gedzevicius. «Nos unía la necesidad de mejorar nuestra localidad porque había infinidad de cosas por hacer.
Gracias a la cooperativa se pudieron financiar las obras de tendido de redes de agua y cloacas, también la instalación de las líneas telefónicas», agrega el Presidente Juan Oreja.
Por la sede de la caja de crédito de Villa Maipú pasaron centenares de dirigentes comprometidos con los objetivos y los fines de la cooperación, entre ellos, «el histórico Alberto Laiz; Carlos Heller, que fue gerente de la entidad durante 10 años; y el doctor Julián Ostrovsky, quien fue injustamente detenido junto con otros dirigentes del Instituto Movilizador», informa Callegari. Es oportuno mencionar que a dos días de producido el golpe de Estado de 1966, el vespertino La Razón titulaba erróneamente que el IMFC era responsable de una importante evasión de divisas. Ante esta denuncia, numerosos dirigentes cooperativistas fueron detenidos, pero pocos días después recuperaron su libertad. «En ese momento, los dirigentes, empleados y funcionarios tuvimos la gran tarea de salir a dar explicaciones y a defender a la caja», cuenta Calegari.
La incertidumbre también azotó a la entidad cuando el ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, forzó a las cajas de crédito a convertirse en bancos cooperativos. A partir de 1979, la historia del cooperativismo de crédito cambió sustancialmente y también se modificó la vida de la entidad de Villa Maipú, que fue una de las 44 cajas fundadoras de Credicoop. Desde aquel entonces el banco cooperativo no paró de crecer, no exento de padecer los avatares y vaivenes económicos y sociales de la Argentina. Luego de la oscura etapa neoliberal que afectó al conjunto de la población, la filial Villa Maipú comenzó a trabajar activamente en la recomposición de sus vínculos con la comunidad. Desde la comisión de asociados se multiplicaron las tareas de participación y se desplegó una intensa y amplia convocatoria. «A mí siempre me interesó la acción social, por eso cuando me invitaron a integrar este espacio no dudé en aceptar», apunta el veterinario Eduardo Iñesta, miembro de la secretaría de crédito y mora. Según cuenta Iñesta, junto con el vicepresidente de la comisión de asociados, Alberto Navarro, durante varios años trabajaron en diferentes instituciones sociales para resolver diversas problemáticas comunales como la inundación que recurrentemente afectaba a la zona. Así, gracias a la acción mancomunada de diferentes organizaciones, como el Banco Credicoop, se logró que la construcción de un cuenco aliviador que permitió evitar el desborde del arroyo Medrano que atraviesa a la populosa localidad de Villa Maipú.

 

Historia viva
Actualmente, en conjunto con las demás filiales de la zona, la comisión de asociados está desarrollando talleres de historia económica, los que están a cargo del profesor de la Universidad de Buenos Aires Juan Carlos Carinelli. «La propuesta está dividida en cuatro períodos históricos en los que se abordan los hitos económicos más trascendentes que marcaron a nuestro país», explica el secretario de educación, Luciano Camerotto. «Por otro lado estamos muy interesados en difundir y hacer conocer la labor que realiza el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini a 10 años de su inauguración. Además tenemos proyectada la realización de un concurso de fotografía», informa el vicepresidente.
«Queremos que se incorporen más asociados y profundizar nuestro plan de gestión», señala la gerenta, Silvina Sosa. «Por delante tenemos una labor importante que apunta a que los nuevos dirigentes comprendan que el cooperativismo es un estilo de vida y que se comprometan en la gestión del banco. Si logramos esa fusión podremos decir con satisfacción que nuestro plan integral de gestión ha sido aplicado exitosamente», dice la funcionaria. «Creemos que este 2012, declarado por la ONU como el Año Internacional de las Cooperativas –concluye el presidente–, es una buena oportunidad para promover los valores y principios de la cooperación».

Silvia Porritelli

Estás leyendo:

Principios compartidos