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Con su discurso de apertura del período legislativo la presidenta recuperó la iniciativa y marcó la agenda pública. Los líderes de la oposición y sus propuestas de cara a las primarias.

 

Respaldo. Cristina saludó a los manifestantes a la salida del acto en el Congreso Nacional. La acompañó Julián Domínguez. (Télam)

El discurso de Cristina Fernández ante la asamblea legislativa volvió a mostrar al Gobierno nacional a la ofensiva. Tras el fuerte impacto causado por el caso Nisman y los factores políticos, judiciales y mediáticos que lo rodean, fundamentalmente la masiva marcha del denominado 18F, el kirchnerismo retomó la iniciativa. Una multitudinaria movilización al Congreso acompañó a la presidenta, que desplegó una alta dosis de energía política mediante una férrea defensa de su gestión, pero también con planteos de medidas concretas a desarrollar en los últimos meses de su mandato. Además, pese a polemizar fuertemente con sectores del Poder Judicial y con la oposición política, no dio lugar a confrontaciones virulentas como se habían apurado a anticipar algunos analistas y dirigentes políticos expresando, quizás, más un deseo que una interpretación del escenario político. La más audaz fue, como siempre, la diputada Elisa Carrió, quien vaticinó que el domingo 1º de marzo se concretaría un «autogolpe». Lejos de eso, observadores críticos del Gobierno, por ejemplo el investigador Vicente Palermo, reconocieron una «hábil jugada» de la presidenta que, para el politólogo, «dejó algo descolocados a muchos analistas y actores políticos».  En una nota publicada en La Nación, Palermo expresó que el discurso de la presidenta abre una perspectiva de cara a las elecciones en la que «el panorama que se presenta es el de un oficialismo cuyos activos políticos no están intactos pero cuya oposición no ha encontrado la forma de ponerlos en jaque. Y el de una oposición en cuyo seno no han surgido aún ni el liderazgo ni el discurso político necesarios para ello».
La presidenta repasó una serie de logros de su gestión y la de su predecesor, Néstor Kirchner. Hizo hincapié en datos económicos –«la deuda con el sector privado en dólares es apenas del 9,7% de nuestro PBI», dijo–, destacó la recuperación de Aerolíneas Argentinas y de YPF, la cobertura previsional alcanzada (97%) y la consolidación de la Asignación Universal por Hijo y los planes Conectar igualdad, Ahora 12 y Procrear, entre otros. En materia de anuncios, anticipó el envío al Congreso de un proyecto modificatorio del decreto que regula modelos y diseños industriales, otro sobre el pagaré bursátil y una ley de parques industriales.
Cristina Fernández defendió los acuerdos suscriptos recientemente con China y destacó las obras de infraestructura que se están desarrollando como fruto de esa asociación. Con todo, el anuncio más trascendente realizado por la presidenta el 1º de marzo fue la recuperación por parte del Estado de la administración de los ferrocarriles. Aclaró que lo hacía no por un afán estatista sino por razones de eficiencia. El kirchnerismo profundiza de este modo el giro que imprimió a su política ferroviaria luego de la tragedia en la porteña Estación Once. De una paralizante continuidad de lo heredado de los 90 y la crisis de 2001 pasó a impulsar fuertes aportes estatales para recuperar el terreno perdido. Finalmente, además de hacer referencia a los avatares del caso Nisman y la investigación judicial de los atentados contra la Embajada de Israel (1992) y la AMIA (1994), Fernández retomó sus críticas al Poder Judicial, al que su gobierno intentó reformar mediante una ley que fue declarada inconstitucional por la Corte Suprema. «El Ejecutivo y el Legislativo son elegidos por el voto popular para gobernar y legislar. Y el Poder Judicial para controlar la legalidad y la constitucionalidad de los actos, pero no para gobernar o para cambiar las leyes o para pretenderse legisladores», sentenció.

 

Pruebas y pericias
En tanto, el caso Nisman presenta un sinnúmero de enigmas e interrogantes y una certeza: incidirá durante mucho tiempo en el ámbito político de nuestro país. El impacto de la denuncia primero y la muerte del fiscal luego, no se pueden soslayar a las puertas de un largo proceso electoral que culminará en octubre o noviembre. En lo que hace a la concreta búsqueda de la verdad, el camino parece cada vez más sinuoso. Por caso, el propio presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, abrió el acto de lanzamiento del año judicial con un video en el que la imagen de Nisman aparece entre víctimas del terrorismo de Estado y crímenes horribles, parece dar por sentado que el ex titular de la UFI Amia fue asesinado, cuando, hasta el momento, la Justicia define el caso como muerte dudosa. Vale preguntarse: ¿puede la fiscal actuante trabajar en la investigación con cierta tranquilidad si el presidente del máximo tribunal del país convalida una hipótesis sin que existan los elementos para hacerlo? En el mismo sentido juega la exposición a cargo de la exesposa de Nisman, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, del informe pericial de parte que sostiene la línea del homicidio. Su presentación descalifica la investigación de Viviana Fein, aunque sin recusarla. Además, por pedido de la querella, la jueza Fabiana Palmaghini, a cargo de la causa, suspendió las pericias sobre teléfonos y computadoras del fallecido fiscal, invocando motivos de seguridad e intimidad. «Si se busca la verdad, hay que permitir que se hagan las pericias», dijo Fein, señalando que este bloqueo a los peritajes no hace sino complicar la investigación. Tanto como la dificultan las versiones y falsas denuncias que sacan a relucir medios de comunicación, especialmente aquellos que ya juegan una inocultable batalla contra el Gobierno nacional y encuentran en el caso Nisman una brecha para horadarlo. De este modo, por ejemplo, se soslaya en el abordaje de los planteos de Arroyo Salgado que los peritos que hicieron la autopsia de Nisman, cuestionada por el equipo contratado por la querella, están bajo la órbita de la Corte Suprema de Justicia.

Arroyo Salgado. La exesposa de
Nisman cuestionó la investigación
de la fiscal. (DYN)

El Gobierno, por su parte, se aferra al fallo del juez Daniel Rafecas que desestimó la denuncia de Nisman sostenida por el fiscal Gerardo Pollicita. Tras la apelación de este último se aguarda la definición de la Sala I de la Cámara Federal. Sus integrantes, Eduardo Freiler, Eduardo Farah y Jorge Ballestero ya están bajo fuego mediático pese a que ostentan en su haber importantes fallos contrarios al Gobierno. Esta sala determinó, nada menos, la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán. Pese a ello, el diario Clarín la calificó como la más favorable para el Gobierno y en La Nación se sostiene que este tribunal «solo en los últimos fallos se mostró distante del Gobierno».
No es la primera vez que los camaristas quedan en la mira mediática. En 2013, ante rumores de que podrían desplazar al juez Ariel Lijo de la investigación en la causa Ciccone que involucraba al vicepresidente Amado Boudou, el Grupo Clarín lanzó una intensa campaña contra los jueces que incluyó el llamado a escrachar a ellos y sus familias por parte del periodista estrella del grupo. Lo cierto es que este tribunal no solo falló contra el acuerdo con Irán sino que, hace pocas semanas, ratificó el procesamiento de Boudou y convalidó al juez Bonadío en la causa por la empresa Hotesur. Bonadío había sido recusado por Romina Mercado, sobrina de la presidenta de la Nación. De tal modo que es difícil catalogarlo como tribunal amigo del Gobierno.

 

Realineamientos
Tanto el discurso de Cristina Fernández  como las implicancias del caso Nisman inciden en el proceso electoral en ciernes. Las distintas fuerzas avanzan en la conformación de sus listas, aunque falta mucho para la configuración definitiva. Quien sufre por experimentar más alejamientos que apoyos es el diputado Sergio Massa. Lejos quedó el objetivo de sumar decenas de intendentes y varios gobernadores en respaldo de su candidatura presidencial. Por el contrario, muchos de los oficialistas apuntados por las huestes renovadoras se mantuvieron en el redil kirchnerista, mientras que la mayoría de los dirigentes no peronistas que intentó seducir el tigrense acordaron con el Pro.
Por su parte, Mauricio Macri cuenta ahora con un copiloto experimentado como Carlos Reutemann. El alcalde porteño trepa en las encuestas a expensas de Massa y se posiciona como el rival más sólido del kirchnerismo. Su discurso, asimismo, lo sitúa en la vereda de enfrente del oficialismo. Su reciente paso por la feria Expoagro, planteando que terminaría con buena parte de las retenciones a las exportaciones de granos, tributa a la polarización reforzando su perfil de derecha liberal.
En tanto, el socialista Hermes Binner dio de baja una candidatura presidencial en la que pocos creían y sinceró de ese modo el final de UNEN, a menos de un año de aquel pomposo lanzamiento en el que 5 precandidatos se comprometían a competir por una postulación que sería apoyada por todo el espacio. Los radicales, por su parte, se debaten entre posturas enfrentadas. Por un lado, un grupo encabezado por el exvicepresidente de la Nación, Julio Cobos, quien impulsa una candidatura del radicalismo en soledad, sin acuerdos con otros postulantes, resignado ya a la desaparición de UNEN. Por el otro, quien parece tener todas las de ganar en la compulsa, el senador Ernesto Sanz, mentor de una alianza con el macrismo a nivel nacional y con deseos de integrar la fórmula con el jefe de Gobierno porteño. Los acuerdos que ya se firmaron en varias provincias parecen la antesala de la alianza en la que la vieja UCR aportaría su estructura territorial al armado del alcalde, fortaleciendo la candidatura de Macri. En este contexto, no son pocos los que auguran una posible fractura del partido luego de la convención de Gualeguaychú.
Mientras tanto, en el Frente para la Victoria todos siguen su camino a la espera del dato clave para la interna: la opinión de Cristina Fernández. El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo aspira a ser el elegido y acumula presencias públicas inaugurando servicios ferroviarios. Daniel Scioli exhibe un discurso de alto contenido K, a contramano de su estilo siempre moderado, y tanto el entrerriano Sergio Urribarri como Julián Domínguez, Agustín Rossi, Jorge Taiana y Aníbal Fernández, aunque parecen estar muy lejos de la posibilidad de imponerse en las Paso, siguen en carrera.

Jorge Vilas

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