Puntada con hilo

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Dedicada al rubro textil, comenzó con un taller de cuatro costureras. Hoy, la cooperativa ubicada en una localidad emblemática para la economía social fabrica entre 3.000 y 5.000 prendas al mes.

 

Manos laboriosas. La cooperativa cordobesa abastece con sus productos a empresas privadas y organismos gubernamentales.

Sobre el edificio que pertenecía a una antigua tienda de ramos generales, la cooperativa textil Sol Sport  inauguró recientemente en Devoto, Córdoba, su planta de producción, donde confecciona indumentaria empresarial, industrial, deportiva, publicitaria y escolar. Con un diseño funcional en el que se priorizó la instalación de amplios ventanales, espacios de trabajo aireados y bien delimitados, las nuevas instalaciones representan una utopía realizada. «Empezamos como un taller con cuatro costureras y hoy somos una fábrica textil modelo», dice Delia Pereyra, encargada de producción, a medida que recorre las secciones de tizado digital, corte, confección, bordado, sublimado, laboratorio y demás espacios del establecimiento ubicado en la localidad de 6.000 habitantes. El emprendimiento pertenece a la cooperativa de trabajo El Progreso, integrada al Grupo Cooperativo Mutual Devoto (GCMD), una iniciativa que nuclea a diversas organizaciones de la localidad (ver recuadro).
«Nos gusta decir, también, que tenemos estas instalaciones casi por error –ironiza Daniel Branchese, gerente de la cooperativa agropecuaria Productores y Consumidores, entidad del GCMD con la que Sol Sport comparte el edificio–, porque lo que necesitábamos era refaccionar los techos y terminamos construyendo esta estructura de casi 700 metros cuadrados. Es muy importante hacer hincapié en que todo se logró a partir del funcionamiento de nuestro sistema cooperativo, donde cada asociado al grupo aporta a un pozo común; ese es el verdadero círculo virtuoso del cooperativismo».
La cooperativa El Progreso nació en 2004 como una solución para albañiles, recuperadores de plástico, costureras y demás prestadores de servicios en empresas de la zona que pudieron, a través de la organización autogestiva, formalizar su labor. «En el taller empezamos a realizar remeras y bolsos materos para el bingo que pertenece a la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos. Después fueron surgiendo pedidos de las entidades vinculadas con el GCMD y aparecieron oportunidades y desafíos que nos llevaron a optimizar nuestra cadena de producción», cuenta Pereyra. Hoy, la cooperativa tiene 42 máquinas de confección, 2 bordadoras de 12 y 8 cabezales que les permiten trabajar sobre grandes superficies, tizadas digitales, sistema de ploteos de moldes y diferentes técnicas de estampado, como transfer o sublimado. «Hemos acelerado los tiempos de corte y lo que hacíamos en dos días hoy lo concretamos en dos minutos. Tenemos demanda como para trabajar las 24 horas, pero no logramos el personal adecuado; por eso estamos abocados a realizar cursos de capacitación y fomentamos pasantías de alumnos secundarios y universitarios», dice Pereyra.
En la entrada de la planta está ubicado el exhibidor de los productos fabricados: un centenar de remeras, buzos, pantalones, camisas, bolsos y banderas. «Ya estamos en condiciones de realizar prendas de mucha complejidad», explica Pereyra, mostrando una campera para personal de ambulancia. «Entregamos de 3.000 a 5.000 prendas por mes y ya no sólo abastecemos los requerimientos locales o regionales sino que llegamos a producir para el programa Ropa para Todos, guardapolvos escolares para el gobierno de Salta, bolsas para una cadena de supermercados, ropa deportiva para las ligas de fútbol provinciales», enumera. El Progreso tiene como presidente a Daniel Fassi, quien también preside la Red Textil Cooperativa e integra la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo.
«¿Cuáles son nuestras fortalezas? Que Sol Sport es una fábrica en serie que tiene un contacto directo con el cliente y que, al no hacer prendas de moda, tenemos producción continua y previamente vendida durante todo el año. En esta época en que la industria textil, con la globalización, fue prácticamente desmantelada en todos lados, las grandes marcas confeccionan sus productos en talleres de Asia y casi desapareció  el oficio de costurera. Nosotros apostamos a generar, desde el sistema cooperativo, trabajo genuino, sin subsidio alguno, altamente rentable y con profundo sentido de inclusión social».

—Texto y fotos: Bibiana Fulchieri

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