Puntadas e hilos

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Heredera de una larga tradición de trabajo textil, la cooperativa Saldán se dedica a confeccionar guardapolvos y fundas para instrumentos. Apoyo del Instituto Movilizador.

 

Sello propio. La entidad comercializa sus productos bajo la marca Texsal.

En octubre de 2014 logramos registrarnos como Cooperativa de trabajo textil Saldán, obtuvimos la matrícula, y en febrero del mismo año inauguramos este taller con salón de venta a la calle. Entonces comenzó otra historia para todos», cuenta Ariel Oggero, presidente de la cooperativa que comercializa bajo su marca, Texsal, indumentaria escolar y fundas para instrumentos musicales en Villa Allende, localidad serrana ubicada al oeste de la ciudad de Córdoba.
«Nuestra historia personal y como asociados están atravesadas por un enorme proceso de lucha», continúa Oggero mientras muestra el taller de costura de la cooperativa. «La mayoría de nosotros viene de una larga tradición de talleres familiares en la localidad de Saldán (vecina a Villa Allende), dedicados a realizar prendas para terceros. Así conocimos el oficio que nos permitió vivir hasta los años 90, cuando la entrada de productos chinos hizo prácticamente desaparecer del mercado. Tuvimos que buscar por otros rubros, pero en 2005 regresamos a la manufactura textil». Oggero se especializó en la confección de ropa de trabajo y uniformes escolares, las cosas empezaron a mejorar y aparecieron oportunidades. Sin embargo, afirma, «había una falta de profesionalismo muy grande y me ofrecí a capacitar a los alumnos de la escuela José M. Paz de Saldán, como si fueran eventuales trabajadores;  algo muy interesante que me generó la necesidad de promover una red de productores textiles para poder intentar el asociativismo y crecer  concretando proyectos propios». Dentro de las instalaciones de la cooperativa se destinó el área mayor al taller de costura, donde sumaron a las máquinas que ya tenían otras que pudieron adquirir con el programa nacional de microcréditos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, administrado, entre otras entidades, por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos. «Los contactos con esta cooperativa vinieron después de una capacitación que los socios hicieron en la Mutual Mujica», relata Eloísa Calderón, coordinadora de microcréditos del IMFC filial Córdoba. «Como tenían muy buenas referencias –agrega– pudieron acceder a microcréditos de montos mayores a los habituales. Desde el IMFC estamos acompañando para que puedan profundizar en el modelo cooperativo y tengan las herramientas necesarias para hacerlo».

 

Visibilidad y progreso
El salón de ventas al público aportó un flujo mayor de clientes y la ubicación –sobre la avenida Goycoechea, un área de densidad comercial de Villa Allende– propició una visibilidad óptima a los productos. Así, la tienda exhibe guardapolvos y fundas impermeables para instrumentos musicales de todo tipo (cuerdas, percusión, teclados), las confecciones estrella de Saldán. También se comercializan allí otros productos textiles de confección ajena a la cooperativa pero vinculadas con el rubro ropa de trabajo. «Cada uno aportó su especialidad y acá vemos los resultados», dice Nicolás Zimerman, tesorero, y resalta la calidad y diseño original de las fundas que confeccionan a pedido o en serie. «Yo vivía en Buenos Aires y me dedicaba a la confección de ropa para gastronomía –agrega–. Después incursioné  de lleno en las fundas porque son un producto casi inexistente. Cuando llegué a Saldán intenté armar grupos asociativos para encarar en otra escala la producción; tuve una experiencia laboral con un grupo de mujeres víctimas de violencia de género, hasta que en 2013 logramos reunirnos 6 integrantes y nos constituimos formalmente en cooperativa. Hoy estamos haciendo 100 fundas por mes y llegamos a abastecer a más de 50 escuelas con nuestros delantales. Estamos convencidos de que podríamos vender el doble y vamos por buen camino, apostando a redes cooperativas y de microemprendedores».

Vidriera. El local céntrico fue fundamental para lograr visibilidad.

Entre los proyectos de la cooperativa figuran ampliar y completar la línea de producción de ropa, incursionando en el área de la sanidad, cocina, industria y campo. También elaborar fundas con armadura de metal y ruedas,  bolsos y alforjas para bicicleta. «Creo que como cooperativa de trabajo tenemos muchas fortalezas, por ejemplo, todos los socios sabemos hacer de todo: diseño, moldes, corte, costuras, bordados, ventas, compras de insumos y demás tareas que se van presentando. Encaramos roles diversos con flexibilidad y gran inversión en horas de trabajo parejo para todos, que provoca una unión muy grande en el grupo», señala Juan Alves, síndico.
Los integrantes de la entidad textil, sin embargo, no dejan de ver con preocupación una posible apertura irrestricta de importaciones ante el nuevo escenario político. «Sentimos incertidumbre, a esta película ya la vimos todos en los 90. Creemos que ahora estamos parados en otro lugar, construido en base a lazos asociativos que nos permiten producir de una manera diferente, mucho más fortalecidos. Sabremos cómo enfrentar lo que se pueda venir: con unión y creatividad nos vemos creciendo todos los días y eso da una fuerza impresionante», concluyen optimistas.

—Texto y fotos: Bibiana Fulchieri

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