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Receta nacional

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La cadena de valor de medicamentos para uso humano afronta nuevos desafíos este año, en particular, los laboratorios de capitales nacionales y los de propiedad estatal tras recuperar mercado.

 

Producción argentina. Roza los 14.000 millones de pesos y se destina casi en su totalidad al mercado interno. (Horacio Paone)

El sector farmacéutico argentino representa aproximadamente el 4,9% del valor agregado industrial y es el tercero en ventas en la región, detrás de Brasil y México. Tras la intensa extranjerización y concentración durante la convertibilidad, que generó fuertes asimetrías, en los últimos años los productos nacionales lograron recuperar espacio en el mercado interno, lo cual motorizó un importante proceso de inversiones.
En el plano internacional, la situación de los fabricantes argentinos es disímil. Por un lado, los laboratorios encuentran diversas dificultades para colocar sus productos en mercados maduros y tradicionales, como Estados Unidos o la Unión Europea, debido a los requerimientos de patentes, certificaciones y registros existentes. Sin embargo, los envíos de remedios argentinos al exterior se triplicaron en una década. Esto se debe en gran medida a la demanda del Mercosur (que absorbe el 45% de las ventas locales), Chile (6%) y Colombia, los Países Bajos y México (4% cada uno). El respaldo estatal a través de distintas vías, desde créditos y subsidios hasta el aliento a la formación de recursos humanos, será clave para mantener el rumbo, coinciden los actores de la actividad.

 

Perfil productivo
En la última década, el Valor Bruto de Producción del sector se  incrementó un 228% (a un promedio anual del 14%), mientras el nivel de empleo creció un 45% en la misma etapa, lo cual permitió crear casi 12.500 nuevos puestos de trabajo.
Según estadísticas de la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos Argentinos (CILFA), existen en el país alrededor de 230 laboratorios, de los cuales 110 poseen plantas manufactureras. De estas últimas, 93 son de capital nacional y 17 de origen multinacional. Se trata de firmas intensivas en capital, de alta capacitación de recursos humanos y de proceso continuo, cuyas maquinarias y tecnologías revisten una importancia fundamental por razones normativas, de calidad y por ser determinantes directos de la competitividad en segmentos del mercado.
Además, operan los laboratorios públicos, que producen mayormente medicamentos esenciales pero que no inciden en los precios del mercado.  En su mayor parte pertenecen a universidades, provincias y municipios, y la circulación de sus productos depende de la esfera jurisdiccional en la que se encuentran. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Realidad Económica, 12 de estos laboratorios tienen habilitación nacional de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) para ciertos productos, mientras que el resto cuenta con habilitación provincial o municipal. Por otra parte, las farmacias hospitalarias producen fundamentalmente medicamentos magistrales para el consumo de sus pacientes.
El secretario de Planeamiento Estratégico Industrial, Horacio Cepeda, destacó que la perspectiva de la actividad depende de «inversiones en tecnología, para incrementar la competitividad y lograr además dar un salto exportador».

 

Fomento e innovación
Según datos del INDEC, cerca de 70% de las ventas internas de medicamentos son de producción local. El resto corresponde a reventa de importados. La producción nacional roza los 14.000 millones de pesos y se destina en más de 90% al mercado interno. Las primeras 5 firmas del sector (Bayer, Roemmers, Roche, Novartis y Bagó) captan aproximadamente el 24% del mercado interno; las primeras 10 empresas suman el 41%; las primeras 20, el 69%; y las primeras 50 concentran el 90%. Además de Roemmers y Bagó sobresalen, entre los laboratorios argentinos, la participación de Elea, Raffo y Gador.
Con miras a apuntalar el desarrollo de la actividad, el Estado nacional implementó distintas políticas desde 2011, según destaca un estudio reciente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (Mincyt). Por ejemplo, el Crédito del Bicentenario, a bajas tasas de interés, que benefició a 22 laboratorios, y el Fondo Nacional PyME y el programa de garantías recíprocas. A través de otro fondo se subsidia la producción pública de medicamentos (vitaminas, anti-tuberculosos, antiparasitarios, inmunoglobulinas hiperinmunes, sueros para tratar envenenamientos y vacunas). Además, junto con el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) se facilitó y transparentó el patentamiento de medicamentos.
El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), por su parte, trabaja en el desarrollo de nuevos productos y la transferencia de conocimientos con varias empresas del sector, para la sustitución de excipientes, de sustancias relacionadas o de referencia. Desde el Mincyt, en tanto, la apuesta más ambiciosa consiste en avanzar en el proyecto de creación de la Empresa Nacional de Ciencia y Técnica (ENCyT). Su objetivo será desarrollar insumos de alta tecnología para la innovación en el sector científico-tecnológico para abastecer al mercado local y producir insumos biotecnológicos de aplicación en el ámbito académico y en el de la salud pública y privada.