Con 16 asociados y una deuda hipotecaria de la anterior gestión recién saldada, la cooperativa gráfica ubicada en el barrio porteño de Boedo busca hacerle frente a la crisis que atraviesa la industria apostando al trabajo solidario y autogestivo.
28 de noviembre de 2018
Hecho en Argentina. Biblioratos y cuadernos, algunos de los artículos de Vulcano. (ANSOL)Afines de 2014, Daniel López era un trabajador más de la gráfica Vulcano. Entonces no se imaginaba que, luego de 60 años en el mercado, la empresa ubicada en el barrio de Boedo, en la Ciudad de Buenos Aires, cerraría sus puertas. Tampoco que sus compañeros lo nombrarían delegado general ni que se avecinaba una lucha para recuperar sus fuentes de trabajo. Sin embargo, esto los llevó a organizarse y transformarse en lo que son hoy: una cooperativa con 16 asociados que resiste y crece.
«En 2011, la empresa, con años de antigüedad en el mercado local de artículos de librería, empezó un vaciamiento progresivo. Éramos 80 trabajadores cuando empezaron los despidos; luego comenzó la falta de mantenimiento del taller, después la ausencia de insumos y materia prima para la producción y más tarde, comenzaron los atrasos en pagos de sueldos y aguinaldos. Fue ahí que nos unimos en defensa de nuestros derechos laborales», recuerda López, que hoy es el presidente de la cooperativa.
Durante aquellos días de protesta, a finales de 2014, los trabajadores realizaban guardias fuera de la fábrica para evitar que los entonces propietarios se llevaran las máquinas de producción. Sin embargo, no estuvieron solos. «Fue muy importante el acompañamiento de distintas organizaciones como la Federación Gráfica Bonaerense o la Federación de Cooperativas Autogestionadas de Buenos Aires (Fedecaba), que nos aconsejaron en todos los pasos que dimos. Esa unión fue importante para entender de qué manera debíamos organizarnos y, en 2015, ya nos conformamos como cooperativa», recuerda López. Biblioratos, carpetas, libros contables y cuadernos son algunos de los artículos que ofrece Vulcano, además de tomar trabajos especiales.
En riesgo
Según relatan los trabajadores, desde la asunción del gobierno de Cambiemos en 2015 la actividad de Vulcano se vio seriamente perjudicada. Las políticas de ajuste y la recesión económica tuvieron un fuerte impacto sobre cooperativas y empresas recuperadas. A esto se sumó la entrada masiva de productos importados. «Nos arruinó la apertura desmedida de las importaciones. Están trayendo productos que venden a 20 pesos contra los nuestros de 50. La industria nacional se va a pique así. No estamos trabajando al 100%. El papel aumentó un 50% en dos meses, pero no podemos trasladar ese precio al producto porque nuestros clientes no nos compran. Entonces debemos achicar los retiros de los socios, pero llega un momento que no lo podés hacer más», explica López.
Sin embargo, a principios de noviembre, la gráfica tuvo un alivio: finalizó el pago, luego de 36 meses, de una deuda hipotecaria correspondiente a la anterior gestión empresarial: «Fueron más de 3 millones de pesos que pudimos saldar, con mucho esfuerzo. No fue fácil; mucho más en un contexto tan hostil para la industria. Esto nos dará aire para avanzar con otros proyectos. Queremos crecer y producir más», enfatiza el presidente, y agrega que su proyecto próximo será sumar nuevos socios y aumentar la producción.
La industria gráfica, según el último relevamiento de empresas recuperadas realizado por el Programa Facultad Abierta de la facultad de Filosofía y Letras (UBA), es una de las más golpeadas por el ajuste económico. La caída del consumo y los aumentos de la materia prima de producción, sumados a las subas de los servicios e impuestos, provocó una caída abrupta en sus ingresos, que se traslada al freno de actividades, reducción de retiros e, incluso, cierre total de fábricas. Un panorama complejo que afecta especialmente a las empresas de la economía social.