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Rey de la pista

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El jamaiquino, de 29 años, ratificó su dominio en el atletismo al obtener tres oros en el mundial de Beijing. Claves de una figura del deporte que aspira a seguir haciendo historia.

 

Vigente. Bolt venció en todas las especialidades y sigue asombrando al mundo con su velocidad y hambre de gloria. (AFP/Dachary)

Quizá quien puso la vara a la altura de la historia del deporte mundial fue el inglés Sebastian Coe, el presidente de la Federación Internacional de Atletismo. «La leyenda de Usain Bolt –dijo– ya solo es comparable a la de Muhammad Ali». A los 29 años, el jamaiquino se convirtió en el atleta más exitoso en la historia de los mundiales de atletismo con 11 medallas de oro y 2 de plata.
En la reciente edición de Beijing 2015 ganó por tercera vez el triplete dorado: las pruebas de 100 metros, 200 y la posta 4×100 (carrera de relevos). Antes lo había conseguido en Berlín 2009 y Moscú 2013. Esta vez, sin embargo, tuvo un sabor especial: fue en el Nido de Pájaro, el estadio en el que se lanzó al mundo en los Juegos Olímpicos de 2008, cuando conquistó, también, el llamado trébol dorado, como en los últimos Juegos de Londres 2012. Dueño del récord mundial de los 100 y de los 200 metros, solo cometió una falta en el Mundial de Daegu 2011: se impuso en los 200 y en la 4×100, pero fue descalificado por una salida en falso en los 100. Es decir, nadie lo venció en la pista. En resumen, desde 2008 hasta la actualidad, de los 18 oros en disputa entre mundiales y juegos olímpicos, Bolt se adjudicó 17. «Si quiero ser leyenda, si quiero ser el mejor de todos los tiempos, no puedo fallar», apuntó el jamaiquino.
¿Por qué Bolt es Bolt? Entre otros factores, porque, como destacó el periodista y exatleta español Martí Perarnau, «sigue venciendo incluso cuando ya no es superior». El estadounidense Justin Gatlin había corrido los 100, la prueba madre del atletismo, 5 veces por debajo de los 9,80 segundos en la preparación para el torneo de Beijing 2015, y Bolt solo una vez había bajado de los 9,90. Bolt le ganó la final con un tiempo de 9,79 segundos, apenas una centésima menos que Gatlin. En los juegos de Beijing 2008, en cambio, le había sacado 20 centésimas al segundo. Esa es su fortaleza mental. Desde lo físico es notorio: pesa 94 kg, mide 1,95 m y sus piernas largas le permiten una zancada promedio de 2,38 m. Su especial condición atlética y su determinación le permitieron imponerse en Beijing, pese a las dudas que existían sobre su rendimiento. El propio Bolt destacó la dimensión del logro al decir: «Este es el mejor campeonato de todos los que participé porque muestra que todo el mundo estaba equivocado. La anterior fue una temporada difícil por las lesiones. Muchos decían que estaba acabado. Vine y demostré que se equivocaron».
Lo logró, además, en el contexto de denuncias de doping a viejos campeones. En la final de los 100 de Beijing, de hecho, la mitad de los competidores fueron sancionados en el pasado por doping: los estadounidenses Gatlin, Tyson Gay y Mike Rodgers, y el jamaiquino Asafa Powell. Bolt, que popularizó los campeonatos universitarios nacionales de atletismo en su país, puede alcanzar los 20 oros en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 si logra el triplete y, de esta manera, igualar en 9 oros olímpicos a Carl Lewis. Río 2016 será tal vez su última aparición. «Me encantaría estar en el Mundial de Londres 2017, pero el deporte no es tan divertido como solía ser», admitió. Por su rendimiento, el jamaquino mantiene intacto su fuego sagrado. Como muestra de su ritmo arrollador y su fortaleza física, cabe mencionar una anécdota. En el reciente torneo de Beijing, un camarógrafo lo atropelló –sin intención– luego de ganar la competencia de 200 metros. Sin embargo, el jamaiquino no sufrió lesiones, y pudo competir en la última prueba del torneo. «¿Sos uno de los mejores deportistas de la historia?», le preguntaron. «Creo que estoy en esa dirección. Se los diré en Río», respondió el hombre más veloz del mundo. Más allá del resultado en los próximos juegos, Bolt ya dejó una huella que lo sitúa en el firmamento de los grandes.

Roberto Parrottino

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