Salvar el club

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Un grupo de vecinos lucha por reanudar la actividad de Deportivo Argentino, una de las instituciones sociales más emblemáticas de la ciudad de Las Rosas. Apoyo de la filial 265 del Banco Credicoop, junto con muchas otras entidades de la localidad.


En disputa. El inmueble habría sido adquirido por un particular en una subasta.

Recuperar el club Deportivo Argentino de Las Rosas, una pequeña ciudad del centro de la provincia de Santa Fe, es la lucha actual de un grupo numeroso de vecinos y vecinas que desde hace más de un año intentan poner nuevamente en marcha el sueño social, cultural y deportivo de los viejos fundadores. Los comienzos del Deportivo Argentino se remontan a los bailes populares de la década del 40, aunque el inicio formal de las actividades se produjo un 28 de octubre 1948, bajo el nombre original de Club Deportivo 17 de Octubre. El golpe de Estado de 1955 y la proscripción del peronismo determinó que en 1961 pasara a llamarse Deportivo Argentino, sin dejar de ser uno de los vértices institucionales de la zona norte de la ciudad, una de las más humildes.
En 1998 el club cerró sus puertas y en 2001 sus instalaciones fueron cedidas –según informó el Registro e Inspección municipal– al Centro de Desocupados Ceferino Calandri. En la actualidad, y tal como consta en una reciente resolución de la Inspección General de Personas Jurídicas (IGPJ) de Santa Fe, el club comienza a transitar un proceso de normalización y cuenta para ello con el apoyo de numerosas entidades locales, entre ellas, la filial Las Rosas del Banco Credicoop. José Luis Córdoba, gerente de dicha filial, puso de relieve la necesidad de que las instituciones de Las Rosas «apoyemos la recuperación del club, un espacio que tiene que ser para toda la comunidad y que carga con una memoria de fiestas populares, deportes y celebraciones de muchos rosenses».


Juntos. El reclamo unió a los ciudadanos. 

Ariel Pérez, uno de los referentes del grupo de vecinos movilizados por la recuperación del club, subrayó que «el mayor desafío que nos queda por delante es consolidar la participación y el trabajo colaborativo que venimos realizando. Es la única manera de romper con algunos miedos y  evitar que un espacio que siempre ha sido de uso compartido pase a manos de algún particular».

Paréntesis
Un abogado rosense presentó un escrito a la IGPJ en el que señala que «adquirió el inmueble del club por subasta» en 1998. Sin embargo, en la resolución de la IGPJ antes citada se establece que no presentó la documentación que acredite la titularidad del inmueble, abriendo un paréntesis que pone en entredicho la legitimidad de ese reclamo.
Vanina Capiglioni, otra de las vecinas que lucha por la recuperación, hizo hincapié en la función social de las asociaciones civiles. «Los clubes, al igual que las cooperativas, somos parte de la economía social y tenemos la necesidad de construir un espacio inclusivo. La solidaridad y el compromiso con la comunidad son valores compartidos con otras instituciones», enfatizó Capiglioni, quien tiene la experiencia de haber sido presidenta de la Comisión de Asociados de la filial local de Credicoop.
«Somos una localidad pequeña, y los vecinos no recuerdan haberse enterado de la presunta subasta. Así que si hubo un juez o alguna escribanía que legitimó ese acto público, habría que revisar todo, ya que nadie se queda con un cuarto de manzana así nomás», puntualizó Pérez, quien junto con el socio fundador Juan Desio, de 94 años, solicitaron formalmente la regularización institucional. En esa línea, Capiglioni señaló la necesidad de que la municipalidad y los demás poderes públicos se involucren con la situación.
A meses de cumplir 70 años, el club comenzó la inscripción de nuevos socios. Dicho procedimiento fue resuelto por la IGPJ y está encabezado por  Alejandra Leoncini, directora de la Escuela Bernardino Rivadavia de Las Rosas, quien manifestó la necesidad de promover  actividades culturales y deportivas en el barrio, centrales para el fortalecimiento del tejido social de las comunidades.