Sexo, amor y pantallas

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Mientras crece la cantidad de personas que deciden vivir solas, los servicios tradicionales de citas pierden adeptos y nuevas aplicaciones y redes sociales prometen encuentros efímeros o relaciones duraderas. La soledad, los encuentros y el levante en los tiempos de Tinder.


Apps.
Los perfiles son calificados en forma positiva o negativa. Si hay coincidencia, se abre la posibilidad de un encuentro cara a cara.

Single. Así se refieren los autores de libros y gurúes de mercado al segmento de «solos y solas» que agrupa a los solteros, viudos, separados y divorciados en una sociedad. Single es también un nicho de mercado para las consultoras y aplicaciones web. Sin embargo, durante los últimos años, los servicios tradicionales de encuentros entre solos y solas cotizan en baja. «Pasamos de 1.600 personas en nuestra base de datos a 500», admiten en una agencia matrimonial. ¿Ser single es elección o resignación? ¿Cómo es la soledad, la búsqueda del amor y el «levante» sexual en los tiempos del «me gusta»?
Según datos del censo 2010 hay 1,7 millones de argentinos entre 25 y 40 años solteros que viven en hogares unipersonales. En la Ciudad de Buenos Aires la mitad de la población pertenece a este segmento, un porcentaje similar a otras capitales del mundo, como París. «Hay una tendencia mundial, denominada “movida single”, que implica que cada vez más personas en el mundo deciden estar, como opción personal, en soledad y sin pareja. Está estudiado en el mundo que esto es así. Pero al mismo tiempo hay muchas personas que están solas y sueñan con encontrar el amor», explica la periodista y escritora Valeria Schapira.

Fecha de vencimiento
Margarita Baunmann es psicóloga social y desde hace 20 años, consultora matrimonial. Su trabajo es buscar patrones de compatibilidad entre sus clientes: «Asesoro a gente que tiene muy claro lo que quiere, esto es, noviazgo, convivencia o matrimonio. No ofrecemos ninguna otra cosa», aclara. Aunque rechaza de plano la idea de que las consultoras funcionan como un «supermercado de parejas», admite que hay determinados cuerpos con fecha de vencimiento en el «mercado de la sexualidad»: «No podemos aceptar mujeres mayores de 50 años porque no hay hombres que acepten a mujeres de esa edad. Es una realidad. Tampoco seleccionamos personas que no tengan como mínimo un título terciario».
A lo largo de los años fue cambiando el target de personas que buscan pareja a través de especialistas o consultoras. “Antes la consultora se consideraba un lugar para gente mayor que tenía dificultades porque no tenía lugares a los cuales recurrir para conocer una persona y encontrar pareja –explica Baunmann–. Cuando yo empecé la mujer más joven en la base de datos tenía 39 años. Hoy tenemos chicas de 25 años y la mayoría ingresa a partir de los 30». Para Baunmann son «profesionales jóvenes, exitosos, con aptitud para procurarse una pareja estable». ¿Por qué acuden a su consultoría?
Una explicación puede estar ligada con la tercerización de todas las actividades, incluso la búsqueda del amor. «Lo que me comentan ellos es que trabajan mucho, que tienen poco tiempo, que no quieren vincularse en el ámbito laboral, que la calle es insegura, la noche es informal, que nadie quiere compromiso», afirma Baunmann. Otra explicación está relacionada con que la búsqueda de pareja estable para estos jóvenes se volvió un proyecto de autorrealización no menos importante que viajar, hacer un posgrado, cambiar el auto o ir al gimnasio. «Son todos valores autorreferenciales. No hay una mirada hacia el otro», agrega la psicóloga social.

Sexualidad plástica
Los métodos anticonceptivos contribuyeron a escindir al sexo de las exigencias reproductivas y ayudaron a la construcción de un nuevo paradigma en la Modernidad que el sociólogo Anthony Giddens denomina «sexualidad plástica». La sexualidad, tal como la conocemos, es un concepto del siglo XIX, igual que el ideal romántico como sostén del matrimonio: «El carácter intrínsecamente subversivo del hecho complejo del amor romántico quedó frustrado por la asociación del amor con el matrimonio y la maternidad; y por la idea de que el amor verdadero, una vez encontrado, es para siempre», sostiene Giddens.
La sexualidad plástica no solo está liberando a la sexualidad de la «hegemonía fálica», sino también del matrimonio entendido como reproducción de la fuerza de trabajo y núcleo de la familia tradicional: esposo, esposa e hijos. ¿Qué pasa cuando esta sexualidad plástica queda expuesta en redes sociales para ser juzgada por desconocidos? ¿Es imposible el amor romántico a través de Internet?

Opciones. Tras el éxito de las primeras aplicaciones surgieron otras como Happn, que prioriza la cercanía, o 3nder, que apuesta al sexo grupal.

La respuesta a estos interrogantes puede estar en Match.com, el sitio virtual de citas más importante del mundo con más de 60 millones de usuarios activos en América Latina. Según un estudio de la Academia Nacional de Ciencias, uno de cada tres matrimonios estadounidenses concretados entre 2005 y 2012 comenzaron en Match.com y plataformas similares. Los investigadores notaron un 25% menos de divorcios entre parejas que se conocieron por Internet con respecto a las que no: un dato que las empresas de citas utilizan a menudo para promocionar sus servicios.
Por medio del sistema de geolocalización, Match.com conecta personas dentro de un radio determinado que comparten afinidades, valores y parámetros de belleza que son previamente volcados en un formulario virtual. «Es fácil encontrar una pareja a los 20 años cuando estás solo y con tiempo. A los 50, si te has quedado viudo y no sabés dónde conocer a una mujer o a un hombre, es mucho más complejo. Creo que hay que ver cada caso puntual y tomar de la tecnología aquello bueno que nos ofrece», explica Valeria Shapira, experta en vínculos de Match.com para Latinoamérica.
Gran parte de las personas que pagan suscripción en Match.com –en paquetes que van de 16 a 95 dólares mensuales– son profesionales divorciados de entre 45 a 54 años. El 53% de ellos admite haberse citado habitualmente con más de una persona. Y la inmensa mayoría busca relaciones de noviazgo y matrimonio. Siguiendo con la línea de pensamiento de Giddens, las relaciones por Internet no siempre proponen un cambio de paradigma con respecto al amor y al matrimonio, sino que lo afirman por otros medios.

Cruz o corazón
«¿Cuándo fue la última vez que llenaste un formulario para conocer a alguien?», se pregunta irónicamente Sean Rad, cofundador y CEO de la aplicación para solteros más popular en Argentina, con medio millón de usuarios. «Tinder es lo más cercano que hay a conocer personas en la vida real», asegura Rad en una entrevista con el periódico The New York Times. El usuario de Tinder sólo necesita vincular una cuenta de Facebook para ingresar y armar un perfil de fotos que los usuarios califican: con una cruz si lo rechazan o con un corazón si les gusta. Si hay un match –coincidencia entre dos– se abre un chat y la posibilidad de un encuentro cara a cara.  
Ezequiel tiene 26 años, vive en el barrio porteño de Caballito y es estudiante de Química en la Universidad de Buenos Aires. Sus amigos le recomendaron Tinder hace un mes y medio. Lo utiliza como máximo dos horas al día. «Si la otra persona tiene una cuenta de Instagram y de Spotify, vos podés ver sus fotos privadas y conocer el perfil de la música que escucha antes de encontrarte», dice. Tinder ofrece un servicio gratuito, pero limitado, y otro por suscripción llamado Tinder plus. «No da para pagarlo, no lo necesito», dice Ezequiel.
«Yo pago una suscripción de 35 dólares por seis meses. Si tuviera que salir a un boliche, pagar la entrada, unos tragos, el taxi, me lo gasto en una sola noche sin saber lo que va a pasar –explica Federico (33), ingeniero en Sistemas y usuario de Tinder–. Al principio me frustraba tener un match con una mina muy linda y que no me diera bola. Después entendí que siempre aparece alguien mejor. Tinder ayuda a ganar en la “vida real” porque te sube la autoestima».

Masividad. Match.com tiene más de 60 millones de usuarios activos en América latina.

Federico bajó la aplicación hace dos años y la desinstaló varias veces. «Me volví adicto a Tinder, te hablo de fijarme a las doce de la noche si tenía un match y quedarme hablando hasta las dos y al otro día ir a laburar. O estar con tres mujeres diferentes en cuatro días. Lo que provoca la adicción, creo, es la oportunidad de conocer personas, y no cualquier persona, sino la que vos querés», agrega.
Sonia tiene 40, es diseñadora y mamá de dos hijos. «Cuando me divorcié, hace poco más de dos años, bajé Tinder y me pareció divertido el catálogo de tipos, nunca lo tomé como una aplicación para buscar novio», cuenta. La virtualidad le sirvió para charlar con hombres sin pasar por la situación incómoda de «romper el hielo». «Pude descubrir a qué tipo de hombres le parecía yo atractiva, pero, sobre todo, hacerlo desde la comodidad de mi casa», explica.
La proliferación de aplicaciones que apuntan al mercado single y el ocaso del matrimonio como institución podrían explicar la merma de la cantidad de personas que buscan alguien «para toda la vida» a través de consultoras y especialistas como Margarita Baunmann. Sin embargo, las agencias utilizan la misma lógica de Match.com, sólo que en lugar de una entrevista personal hay que llenar un formulario virtual y en vez de un psicólogo social, hay un algoritmo.
Los sitios tradicionales para solos y solas, sean virtuales o no, demandan un «deber ser», sobre todo para las mujeres. «Los hombres buscan femeneidad, no toleran el comportamiento fálico, aunque admiran la fortaleza de las mujeres profesionales», explica Baunmann que desde hace años estudia el mercado y se dedica a formar matrimonios. La lógica de Tinder es: «No importa quién seas, siempre hay alguien dispuesto a conocerte». El amor en los tiempos de Tinder, con cientos de miles de usuarios, se reduce a una probabilidad estadística.

No tan casual
El éxito de Tinder abrió la puerta a que nuevas tecnologías ofrezcan un servicio diferenciado. Happn es una aplicación para aquellos que desean conocer personas dentro de su entorno social; personas que vieron de casualidad en la calle, en un bar o en el cine. Por medio del sistema de geolocalización, Happn prioriza la cercanía con otros usuarios y brinda información sobre cuántas veces se cruzan, a qué hora y la posibilidad virtual de enviar un saludo. Si hay match o coincidencia, pueden empezar a chatear.
Happn es para personas que todavía se mantienen dentro de una zona de confort en las relaciones, pero existen aplicaciones que proponen justamente lo contrario. Es el caso de 3nder (para quienes buscan sexo grupal) y Pure, donde los usuarios están predispuestos a una aventura erótica y espontánea sin charla de por medio. El mercado de solos y solas se ha diversificado de tal manera que hay una red social para hombres y mujeres que buscan una relación paralela o extramatrimonial con más de 200.000 usuarios en Argentina.
Second Love no es propiamente una aplicación, sino que mantiene los perfiles en una nube para acceder desde Internet. «Está pensado para infieles, por eso no te va a aparecer el ícono de la aplicación. Solo en 2016 tuvimos 90.000 usuarios nuevos, y creemos que se debe a la crisis económica porque lo mismo pasó en España durante 2009 y 2010. Tal vez las personas busquen más distracciones virtuales en épocas de crisis», explica el vocero de Second Love, Matías Lamouret.
La popularidad de estas nuevas tecnologías permite a las empresas el análisis masivo de datos para conocer hábitos y preferencias. Un relevamiento realizado por Second Love entre más de un millón de usuarios de Latinoamérica revela, por ejemplo, que la primavera es la estación de mayor conectividad, que los días lunes entre las 16 y las 18 se concretan mayor cantidad de citas furtivas y que el 40% de los encuestados nunca se vio con su amante virtual. «Hay una necesidad de hablar, de conocer a alguien nuevo, de seducir y ser seducido, además de tener sexo», detalla Lamouret.
Para el psicoanalista Emiliano Galende, las relaciones virtuales son síntoma de una pérdida de los lugares reales de encuentro de la vida social y comunitaria. «El deterioro de la relación social como tal genera angustia, y, de algún modo, dificultades para muchas personas que no aceptan totalmente vivir en soledad. Se transforma la capacidad de elegir de esas personas, se les ofrecen cientos de imágenes de hombres y mujeres, pero en realidad no conocen a nadie. El pasaje de lo virtual al cuerpo es casi inmediato», afirma.
Sobre las relaciones a través de redes sociales como Facebook e Instagram, Galende admite una predisposición a la mentira: «Antes, estaba muy limitada la capacidad de mentir, porque existía el cara a cara. Estos dispositivos permiten relaciones donde hay un nivel de hipocresía, de ausencia de franqueza que generan desconfianza y, por ende, impiden la intimidad. Hay gente que tiene miles de amigos en Facebook y no conoce a ninguno».

Vínculos. Para muchos jóvenes, la pareja es un proyecto de autorrealización.

Tomás Balmaceda, doctor en Filosofía, blogger y especialista en redes sociales, no piensa que el auge de las aplicaciones tenga que ver con una pérdida de los espacios de realidad. «Aún existe el levante callejero, el conocer a una chica o un chico en un bar o en una reunión de “solos y solas” –explica–. Pero un celular y un website pueden ser de gran ayuda para simplificar pasos. Tirado en el sillón de tu casa podés encontrar gente para acostarte o comenzar una historia de amor con alguien que vive a dos cuadras».
La mercantilización de los cuerpos, la búsqueda permanente del otro, las relaciones líquidas, la sexualidad en línea, son conceptos que dicen menos de los avances tecnológicos que de la forma de relacionarnos en sociedad. Por medio de una entrevista, un formulario o un match, dos personas que no se conocen se encuentran por primera vez, y ese vínculo será tan especial u ordinario como cualquier otro en la vida real.

Fotos: Jorge Aloy