Suplemento especial «Los caminos de la Patria Grande»

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Tres enfoques sobre la situación regional en un ciclo organizado por el CCC: Galo Mora Witt (Ecuador),  Abel Prieto (Cuba) y Alvaro García Linera (Bolivia),

 

Mora, con Junio y Atilio Boron: «Convocamos a ajustar cuentas con la historia». (Jorge Aloy)

 Ecuador

Resucitar para enfrentar a los imperios

Analizar el pasado de Ecuador para entender su presente fue el eje de la conferencia de Galo Mora Witt. De esta manera, el actual secretario ejecutivo de Alianza País comenzó su intervención recordando algunos de los hechos fundantes de la historia ecuatoriana: «Somos el fruto del apetito voraz de algunos militares, que, como Juan José Flores, se adueñaron del territorio previo un asesinato que todavía debería ser investigado, pese a que han pasado tantos años: el del mariscal Antonio José de Sucre, muerto en Marruecos, cuyo responsable directo fue ahorcado en 1842, llevándose a la tumba el nombre de los culpables. Ahí empezó quizás una de las mayores crisis de América Latina y de mi país y es que la impunidad se haya convertido en la columna vertebral de la injusticia». «100 años después –continuó– fue el asesinato de nuestro mayor republicano, Eloy Alfaro. Y casi se contreta en 2010, cuando intentaron asesinar a Rafael Correa. Por eso la memoria debe ser fervientemente convocada, la memoria y la justicia, de lo contrario sólo es un recuerdo. Ustedes saben mucho más de eso,  de memoria y justicia, que nosotros».
Siguiendo con dicha línea, expresó: «Convocamos con el discurso de Rafael Correa a ajustar cuentas con la historia y a decir, como mencionó él con tanta fortaleza, que este proceso es bolivariano y alfarista. Aquello que en el 18 Brumario Marx citaba como una necesidad vital, que los pueblos levanten y exhumen banderas  hasta poder tener las propias, no es inexacto. Es absolutamente necesario legitimarse en esas banderas que habían sido arriadas, escondidas».
En otro tramo de su presentación, Mora describió las consecuencias para el Ecuador de la ola neoliberal de los años 90: «Hay temas que nos parecen complejos de analizar de ese pasado, pero el “corralito” de ustedes fue casi un juego, independientemente de la economía y de la geografía de cada país, respecto a lo que nos pasó. Para un país tan pequeño, la expoliación, la usurpación de 10.000 millones de dólares fue llevarse casi todo lo que había». Y añadió: «Fue el mayor atraco de la historia republicana al ahorro privado y, por supuesto, la conversión de deuda pública para satisfacción de los intereses de esa oligarquía que es lacaya en lo externo y arrogante en lo interno». Rescatar los ideales de los próceres latinoamericanos fue, en este escenario, vital: «Teníamos que resucitar. Y recuperamos a Bolívar, que decía en 1829, “esta guerra ha terminado, pero la que viene será más grave”. Los anglosajones son mucho más duros porque nos quieren convertir ya no en siervos sino en consumidores. Por eso levantamos esa bandera de Bolívar y levantamos la bandera de Eloy Alfaro, y con ellos, obviamente las de todas las grandes mujeres y hombres que lucharon por la patria». De esta manera describió la forma de construcción de consenso que comenzó el actual proceso en marcha en su país: «Luchas de muchísimos años del partido comunista, del partido socialista, del movimiento anarquista, de los verdaderos alfaristas, en busca de esa resurrección, se volvieron a encontrar. Creamos Liberación Nacional, y creamos el Frente Amplio de Izquierda, siempre a la búsqueda de una respuesta, de una gran convocatoria. Y así se fue degradando también ese combate, porque cada usurpador llegaba, mentía, ganaba y traicionaba. Y en esto de las resurrecciones y de las banderas que tienen que ser exhumadas, fuimos encontrando elementos similares, como lo había hecho la revolución bolivariana en Venezuela, como lo había hecho el frente sandinista en Nicaragua».

Rafael Correa junto a Evo Morales, representantes de una nueva era en los gobiernos latinoamericanos. (Jorge Vinueza/archivolatino)

Luego del triunfo de Correa en 2006, los objetivos se redefinieron. «Nos propusimos incidir en la historia, a dejarnos manipular por ella. Con Rafael Correa a la cabeza, determinar que la realidad es la que opera en las demandas, no los imaginarios, por bellos o terribles que sean. Pasar del funcionario al revolucionario, proponiendo que sea esa lectura de la realidad la que determine nuestra razón de existir».

Socializar las ganancias
Para graficar la actual realidad de su país, Mora relató un hecho reciente: «El candidato opositor por la derecha dijo que “es necesario que el bono solidario (subsidio para madres pobres, ancianos y personas con discapacidad), pase de 35 a 50 dólares”, e inmediatamente su intención de voto subió. Al día siguiente Rafael Correa dijo “encantado, pero será con un impuesto a ustedes, los banqueros, ya que se han beneficiado toda la vida y siempre socializaron las pérdidas.  Ahora vamos a socializar las ganancias y ese excedente es de los pobres del Ecuador”».
«¿Quién es nuestro enemigo? –dijo luego–. El enemigo hoy es un sector poderosísimo de la prensa. Ahí se refugia una derecha recalcitrante, torpe también, que cree que la democracia no sirve cuando gana Correa, pero ganó 9 veces. La tesis ahora, neoconservadurismo de por medio, es que hay una dictadura del voto. Entonces dicen que hay un pueblo torpe. La segunda intención, entonces, es ofender a ese pueblo».
Asimismo, subrayó el cambio radical operado desde la asunción de Correa en la distribución de los fondos provenientes de la renta petrolera: «Los  sectores poderosos del petróleo se llevaban 83 dólares de cada 100 que vale un barril de petróleo, pero, además, todo excedente de petróleo no podía invertirse en vialidad, educación, vivienda. Todo era para pagar deuda. La primera decisión de Correa fue destinar 99 dólares de los 100 que vale el barril para el Estado y 1 dólar para las transnacionales. Hoy hemos quedado en 83 dólares de cada 100 para el pueblo ecuatoriano. A tal punto fue provechoso que en 6 años se ha logrado que la columna vertebral del Ecuador, la vialidad, se haya transformado absolutamente. Y cuando alguien preguntó a Rafael  “de dónde sacas la plata”, él contestó  “de lo que antes te robabas”»
La cuestión indígena y las tensiones con otros sectores del entramado político ecuatoriano también fueron abordadas en la conferencia: «Los herederos fracasados de las grandes estirpes revolucionarias nos enfrentaron, y digo fracasados porque algún día se llamaron maoístas, pero desertaron a Mao y se refugiaron en  Enver Hoxha de Albania, y cuando desertaron de Hoxha empezaron a hacer un discurso resplandeciente en su antiimperialismo y absolutamente ligado con la derecha a lo largo de 30 años. Y esa ha sido una de las fuerzas que hoy, inmiscuidas a través de ONG, han trabajado en el campo, en la ruralidad, para levantar a un movimiento indígena que no es monolítico. Pensaban que el indigenismo era una ideología. Pensaban que no había castas ni clases, que era un pueblo homogéneo. No. Pero al no poder dar una batalla ideológica, se han escondido en una lucha étnica que es profundamente reaccionaria».
«Al enfrentarlos –dijo luego Mora– podemos demostrar con la frialdad de los números y la alegría de la batalla que este inmenso triunfo reciente determina que el futuro sea de una transformación radical. Para que las conquistas de los trabajadores, de los indígenas, de esta lucha contra la pobreza, sean irreversibles. Hemos bajado 16 puntos en el campo la pobreza, 10 puntos en las ciudades, incluso con las malas condiciones de la economía en países como España y Estados Unidos. Hemos logrado hacer medidas contracíclicas. Dicen entonces que es por el precio del petróleo. Y no tienen la razón, porque el precio del petróleo era el mismo cuando las transnacionales se llevaban el 83%».

Soberanía económica
La política respecto de la deuda externa ecuatoriana fue otro punto destacado por el disertante: «Logramos adquirir la deuda al 30% de su valor, al punto que desde el año 2009 hasta el 2030 el Ecuador, por esa negociación, ahorra un millón de dólares diarios». Sobre la política fiscal, el ex secretario de Cultura ejemplificó: «La hacienda más grande del Ecuador acaba de ser intervenida por el servicio de Rentas Internas porque hay una deuda de más de 100 millones de dólares del hombre más rico del país. Se hicieron todos los esfuerzos para que pague. Se negó. Ahora esa hacienda va  a ser subastada. No puede haber concesiones cuando se habla de procesos soberanos revolucionarios». También enumeró otros aspectos fundamentales de las políticas de Estado del país latinoamericano: la sanción de las leyes de recursos hídricos y de tierras, y la activa participación en la CELAC y la UNASUR. Al respecto, analizó: «El intento de asesinato de Correa el 30 de setiembre fue impedido por el pueblo ecuatoriano y por los presidentes de la región. Esa defensa de la democracia sirvió, creando un precedente fundamental. Y la lucha de los pueblos por primera vez en salir a la calle, morir incluso, como los que murieron, no para sacar a un presidente del poder, sino para defenderlo, es lo que hoy tratamos de organizar».
Al cierre de su presentación, que despertó un cerrado aplauso, Mora expresó: «Antes, cuando me abrazaba con desconocidos en la calle era o porque ganaba la Selección o por un terremoto. Ahora hay una razón más para abrazarse: una comunidad de defensa de intereses populares, para generar y ejercer el poder popular».

—Galo Mora Witt

Nacido en Loja, Ecuador, en 1957, Galo Mora fue el funcionario que más tiempo acompañó al presidente Rafael Correa en el gobierno. Compositor y músico de profesión, también es escritor y antropólogo. Como parte de su trabajo artístico, integró el conjunto musical ecuatoriano Pueblo Nuevo y dirigió los talleres literario-musicales de la librería Albatros, de Ginebra. También es autor del estudio introductorio a las obras completas del escritor ecuatoriano Pedro Jorge Vera. Fue ministro de Cultura entre 2009 y 2010 y en la actualidad es el secretario ejecutivo de Alianza País.

 

Debate con Boron, Prieto, Junio, Patricio Echegaray y Jorge Lamadrid Mascaró. (Jorge Aloy)

Cuba

La integración de Nuestra América
debe ser cultural

La idea original de esta charla era hablar de la cultura cubana hoy, que se mantiene y está en un momento importante, a pesar de los huracanes terribles que le han pasado por arriba a esas instituciones culturales y de la situación de tensión financiera y económica que está viviendo el país. Quería empezar diciendo que la integración de Nuestra América es cultural o no es integración. Es decir, puede haber acuerdos comerciales, puede haber alianzas políticas, tratados de mucha trascendencia, pero todo eso termina siendo coyuntural, reversible, sin el respaldo de una plataforma de integración cultural. Sin ese respaldo la integración es frágil y es quizá ficticia». De esta manera inició su intervención Abel Prieto, quien presentó con claridad el eje conceptual de las ideas que desarrolló en la sala Solidaridad.  El ex ministro cubano señaló que «lo más importante de todo esto cuando hablamos de integración cultural es que cuando decimos que somos una sola familia espiritual, que somos una sola familia en términos culturales, no es retórica, es real. Es verdad que América Latina es una sola familia espiritual y cultural. En el Caribe anglófono, puede haber algunas singularidades que nos alejen, pero también somos una familia respecto a ese Caribe, sobre todo en su gran cultura popular. Esa realidad permitirá que, con un respaldo institucional, con vínculos entre instituciones culturales y redes de artistas y activistas, esa familia se fundamente, avance y se articule».
Prieto aclaró que la impronta cultural, indispensable para los procesos transformadores, viene de lejos. «Mucho antes de que triunfara la Revolución Cubana y se creara la Casa de las Américas y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, el ICAIC y mucho antes de que triunfara la Revolución Bolivariana, con Chávez al frente y se lanzara la idea del ALBA cultural, desde tiempos muy remotos se había ido construyendo una integración en términos culturales, al margen de los gobiernos y de las políticas».

Avances y retrocesos
Más allá de la potencia cultural de los pueblos de América, la preservación de su identidad no está exenta de acechanzas. Para Prieto, «uno de los peligros a los que están expuestos los procesos de integración y nuestras propias culturas nacionales, es a esa ofensiva cotidiana, implacable, de la llamada industria del entretenimiento que puede destruir esencias, como dice Luis Brito García, que tiene que ver con lo que fuimos, somos y queremos ser. Es por eso que todo esfuerzo serio hacia la integración debe ir acompañado en un primer paso por una radical operación anticolonialista, descolonizadora, que nos arranque de una vez, aquello que José Martí llamó las antiparras yanquis o francesas, en el famoso ensayo Nuestra América, y que nos permita vernos y reconocernos como hermanos».

 

La Feria Internacional del Libro de Cuba es itinerante desde 2002. Visita provincias de toda la isla. (AFP/Dachary)

Según el diputado cubano, su país puede contribuir en la batalla cultural a través –dijo– «de nuestra experiencia en el impulso de proyectos culturales descolonizadores». En tal sentido puntualizó que «esa descolonización, que es el primer paso hacia la integración. En el propio año 59, en medio de tantas batallas, se crearon nada menos que el ICAIC –dirigido por Alfredo Guevara–, la Casa de las Américas –presidida por una heroína como Haydé Santamaría, que participó en el asalto a la Moncada– y la imprenta nacional –que tuvo entre sus primeros directores a Alejo Carpentier–, que después se convertiría en el Instituto del Libro. Desde su nacimiento, la Casa empezó a tejer una red de contactos impresionantes con la intelectualidad progresista de América Latina y del Caribe. Brasil se reconoció latinoamericano gracias a la Casa de las Américas, dijo el gran intelectual brasileño Darcy Ribeiro. Pocas frases sintetizan de una manera tan perfecta el papel que ha tenido esta institución en la construcción de una familia cultural latinoamericana y caribeña», concluyó.
Retomando el relato de los aportes de la isla a la cultura de la región, Prieto recordó que «del ICAIC nace el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que desde su nacimiento tuvo un fuerte espíritu descolonizador, la intención de fijar jerarquías y paradigmas ajenos al proyecto de la industria hegemónica, y que represente las ideas de emancipación. Porque es en la industria del audiovisual, del cine, de las series, donde el dominio cultural del imperio es más arrasador, abrumador. El ICAIC –prosiguió– sentó las bases de un cine nacional, de alto nivel artístico y crítico y formó, a escala masiva, al público para que pudiera apreciar el cine,  pero las salas y los circuitos de distribución los siguen controlando las corporaciones norteamericanas, para seguir dándole dinero a ese cine que ellos fabrican, ese cine chatarra. En el gusto por el cine hemos tenido retrocesos en Cuba, con las nuevas tecnologías, con la propia televisión. Los jóvenes consumen muchas series, muchas películas de pésima calidad. Hay un consumo de cine como nunca antes, pero totalmente acrítico. ¿Cómo logramos revertirlo? No prohibiéndolo, sino con cine clubs, metiendo la asignatura de audiovisual en los instructores de arte, para tratar de frenar ese deterioro del gusto por el cine como arte».  Según el cubano, «esto tiene una moraleja: los avances culturales son reversibles. Este es un tema que tenemos que tener en cuenta en términos de política cultural».
Respecto de la industria editorial, Abel Prieto explicó: «El primer libro de nuestra imprenta nacional no fue de un autor caribeño ni latinoamericano. Fue Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Medio millón de ejemplares en 1959 en un país de 6 millones de habitantes y 2 millones de analfabetos y se puso de manera masiva en manos de la gente. El clásico venerado en las academias se vendió en las calles de un pueblo en revolución. Fue ese un acontecimiento descolonizador. Porque el Instituto del Libro no fue como la Casa de las Américas o el ICAIC, instituciones que tenían una proyección exterior fuerte. Su papel era hacia adentro, porque la descolonización había que hacerla en primerísimo lugar, hacia adentro. Cuba fue desde principios del siglo XX, una especie de  laboratorio de absorción cultural. Incluso hubo televisión a color en el año 58.  Uno de los problemas que hemos tenido con la televisión es que no se formó una vanguardia artística y tenía los moldes de la televisión comercial capitalista muy arraigados. El hecho es que en Cuba no se sentía ni latinoamericana ni caribeña.  Había una tradición internacionalista y en realidad Cuba miraba hacia el Norte; y la burguesía cubana, a diferencias de la argentina, chilena o mexicana,  no tenía una cultura sólida, propia. Por eso fue tan importante y tan descolonizador que el Instituto Cubano del Libro difundiera a través de una colección llamada Cocuyo, más de 50 títulos de autores africanos, en su mayoría primeras traducciones al español».

Batalla por la hegemonía
«El fondo cultural del ALBA, fue concebido por Fidel Castro y Hugo Chávez y en febrero de 2006 en la Feria del Libro de La Habana, lo firmaron para impulsar otras alternativas», recordó el dirigente cubano. Destacó esa iniciativa porque, a su juicio, «ha hecho cosas muy importantes, pero todavía no ha podido avanzar en un circuito de  distribución. Pero se han hecho cosas muy importantes, como por ejemplo, la entrega de los premios ALBA de las artes y las letras por la obra de toda la vida, que yo llamé el Nobel del Sur. Se han entregado a Oscar Niemeyer, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, León Ferrari, pero casi nadie se ha enterado. La noticia sólo la dio Telesur, Prensa Latina y otros pocos. Y ahí siempre chocamos con el cerco mediático ligado con todas las iniciativas asociadas con la emancipación y las ideas progresistas», concluyó.
En el cierre, Prieto destacó que el Che decía: «No podemos descuidar la cultura». Y se refirió a la tesis de José Martí sobre la hegemonía cultural de «trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras». «Es un poder, el poder de lo subjetivo, enfatizó, el poder de la conciencia. Lo cultural no lo vamos a descuidar.  Y hay una claridad total en Cuba de que junto con la actualización del modelo económico tiene que haber una vida cultural fuerte, una relación con la gente, de modo que la gente participe. Hay pronunciamientos muy fuertes en los documentos del Congreso contra el formalismo, contra la falsa unanimidad. Tenemos que democratizar el partido y tenemos que democratizar la sociedad. Esa es una manera de fomentar la necesidad del debate, para fomentar la conciencia. El debate como parte de la educación revolucionaria».

 

—Abel Prieto Jiménez

Nació en la ciudad de Pinar del Río el 11 de noviembre de 1950. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de La Habana, donde posteriormente fue profesor de literatura. Director de la  Editorial Letras Cubanas y presidente de la Unión de escritores y artistas de Cuba, estuvo al frente del Ministerio de Cultura de la isla durante 15 años (1997-2012), cuando fue designado Asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Es, además, diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
En 1999 publicó su primera novela El vuelo del gato, con la que obtuvo el premio de la crítica. Prieto es autor de varias colecciones de relatos entre los que se destacan  Los bitongos y los guapos (1980) y La noche de sábado (1989). En 2012 presentó  su segunda novela, Viajes de Miguel Luna. Ese mismo año, fue condecorado con la Orden de las Artes y las Letras por el Ministerio de Cultura de Francia.

 

García Linera junto a Junio: un gran ciclo de rebeldía social que transformó al Estado boliviano. (Horacio Paone)

Bolivia

Los desafíos del proceso
de cambio en Bolivia

El vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, hizo un minucioso análisis de las transformaciones políticas acaecidas tras la llegada de Evo Morales al gobierno. Su intervención, reforzada con aportes teóricos y ejemplos concretos de gran claridad, trazó un panorama detallado sobre logros, retrocesos, desafíos y perspectivas del proceso revolucionario en su país, en el marco de la coyuntura política regional e internacional.
García Linera comenzó su disertación focalizando en el conflicto social en Bolivia, con motivo de movilizaciones recientes contra el gobierno, dando cuenta de la genésis del ciclo político que llevó a Evo Morales al poder.  «Para entender el proceso boliviano –y creo que también buena parte del proceso latinoamericano– hay que decir antes que es el resultado de un proceso de derrumbe de los antiguos sistemas políticos partidarios y del antiguo Estado, del antiguo régimen de dominación. Se derrumba por la incursión, por la emergencia de la conflictividad, por la emergencia de las marchas, las movilizaciones, los cortes de rutas, los piquetes, las protestas, las asambleas, etcétera. ¿Qué significó eso? No solamente que se desmoronaba lo antiguo sino que incursionaba la gente de la calle, la gente que camina siempre silenciosa mirando el piso».
«El caso de Bolivia fue una gigantesca irrupción democrática –añadió–. Y permitió visibilizar nuevas colectividades, nuevos grupos y antiguas asociaciones que se revitalizaban asumiendo el debate sobre los asuntos comunes como por ejemplo el gas, el petróleo, la Asamblea Constituyente, el Parlamento, la Justicia, la distribución de la riqueza, la igualdad de derechos. Este es el gran ciclo rebelde de las luchas sociales en Bolivia que emerge desde los años 2001, 2002, 2005, 2007, 2009 y transforma totalmente el Estado boliviano».

Rutas de unidad
García Linera recalcó los alcances de los cambios sociales introducidos por el gobierno de Evo Morales. «Pocas cosas unen a un pueblo tan diverso como el boliviano –sostuvo–. No solamente de clases sociales sino de identidades culturales. Somos un país con 36 naciones indígenas. Un país en el que conviven la modernidad del siglo XXI con Internet, el IPhone, el celular y el arado egipcio del siglo XVI en un mismo espacio geográfico. Es una sociedad con muchos contrastes seguramente similar a otros lugares de América Latina pero en Bolivia esa diferencia se da de forma exacerbada. Y en medio de eso la Asamblea Constituyente, los derechos de los pueblos indígenas, la estatización de las empresas públicas, la industrialización de los recursos naturales, surgen como un ideario que comienza a articular al gremio, al sindicato, a la comunidad, al ayllu, a los jóvenes, al grupo de profesionales y generan una voluntad nacional».
Sobre  la controversia originada por la construcción de una carretera en el Territorio Indígena Parque Nacional Isidoro Sécure (TIPNIS), García Linera  explicó las causas de un conflicto que tuvo especial repercusión no sólo en Bolivia sino a nivel internacional. Tras un recorrido minucioso acerca de aspectos históricos, políticos y geográficos relacionados con  la región de la Amazonia, el vicepresidente fundamentó la decisión del gobierno de «articular el territorio» boliviano por medio de una carretera. «Somos un país que no ha logrado cohesionar sus territorios. La decisión de construir una carretera que va del altiplano a la Amazonia directamente tiene –y tuvo– que ver con esa decisión. Vincular el occidente con el oriente y comenzar a corroer el poder patronal que en el año 2008 intentó hacernos un golpe de Estado. Fue una opción de carácter geopolítico. ¿Cómo vinculamos el occidente y los valles con la Amazonia? ¿Cómo contribuimos al desplazamiento y a erosionar el poder de las viejas oligarquías hacendales y patrimoniales en una región que hasta el día de hoy sigue siendo una especie de hacienda colectiva gigantesca de los sectores patronales?», expresó.
Por otra parte, García Linera hizo una autocrítica por el modo en que fue presentada la iniciativa, en tanto puntualizó contradicciones inherentes al proceso de transformación que lleva adelante Evo Morales. «Lo que se ha dado en Bolivia es paradójico. Sectores de pueblos indígenas de tierras bajas del Tipnis aliados con los patrones contra el movimiento indígena de tierras altas. Hay que desmontar esa alianza del sector indígena –minoritario– de tierras bajas con el sector patronal; articular la alianza con el sector mayoritario de indígenas de tierras altas; preservar la naturaleza y seguir desarticulando el poder territorial del sector patronal. Ese es el esquema que estamos queriendo seguir».
Respecto de otro conflicto reciente, suscitado con la Central Obrera de Bolivia (COB) por la ley de jubilación, García Linera se detuvo en las causas de la controversia, reafirmando principios y convicciones del gobierno de Evo Morales. «Antes la jubilación solamente abarcaba a las personas que tenían una relación salarial en Bolivia –dijo–. Eso comprendía solamente a un 20% de la población. El otro 80% no tenía una relación salarial. Entonces, la antigua jubilación abarcaba solamente a un 20% de los bolivianos, mientras que para el resto, que eran principalmente campesinos, indígenas y comerciantes no había Estado de bienestar ni protección social. No eran ciudadanos».
En 2012, explicó el vicepresidente, los dirigentes de la COB le manifestaron a Evo Morales que querían modificar esta ley. «Evo contestó que la cambiaría siempre y cuando se preserven los beneficios para los que menos ganan. ¿Por qué quisieron cambiarla los compañeros de la COB? Porque en las minas, estos últimos años, por los altos precios de los minerales y por los beneficios sociales que tienen muchos trabajadores, los mineros cuentan con un salario decente», manifestó, en tanto explicó la agudización del conflicto: «Podían venir a dinamitar el palacio de gobierno que no ibamos a cambiar. Porque no se trata de nuestra plata sino la plata de este 80% de indígenas, de campesinos, de comerciantes que reciben 35 dólares al mes. Y dijimos no. A mí me dio mucha pena eso. En Bolivia, el casco minero es un símbolo de heroísmo y de lucha. En La Paz, que es una ciudad muy generosa, los mineros fueron silbados. Porque los compañeros estaban peleando para ellos y no para todos. Es decir, habían abandonado una mirada obrera y revolucionaria».

Respaldo a la integración regional en un país que contiene 36 naciones indígenas. (AFP / Dachary)

La mirada de la región
Luego de referirse a las multitudinarias movilizaciones en Brasil, García Linera hizo hincapié en la situación actual de Nuestra América, enfatizando –también– los intentos de desestabilización que surgen en el continente.  «El  último fue el que tuvo Estados Unidos de consagrar y expandir duraderamente su dominio continental con el ALCA, derrotado desde Venezuela con el presidente Chávez,  por el Foro de San Pablo,  por el presidente Correa, por Evo, por Kirchner, por Lula y demás. La derrota de este proyecto estratégico dejó a Estados Unidos sin norte. Algo así como viviendo el estupor de su fracaso temporal. Y eso dio un aire para que la Revolución Bolivariana se radicalizara, se constituyera  el ALBA, se conformara la CELAC, se fortalecieran UNASUR y MERCOSUR; es decir, que el continente comenzara a explorar sus propias iniciativas. Esto ha permitido una década excepcional para América Latina».
Respecto de la conformación de la Alianza del Pacífico hace pocos meses, el vicepresidente boliviano opinó: «No es solamente una alianza comercial. Es una alianza política y una alianza de potenciamiento militar. ¿Contra quienes? No es seguramente contra China sino contra nosotros, contra Argentina, contra Brasil, contra Nicaragua, contra Venezuela y contra Ecuador. Ahí no queda más que potenciar nuestro vínculo continental. CELAC, ALBA, TCP, UNASUR forman parte del proceso revolucionario de nuestra época. No es la Internacional Comunista ni esperemos que lo sea. Es otra cosa distinta que surge de la diversidad y de los límites de nuestra propia formación histórica.  Y esa autonomía frente a Estados Unidos evidentemente tiene que generar una contrarrevolución, una reacción».
En tal sentido, consideró que «la respuesta rabiosa cada vez es más contundente, más peligrosa de la reacción como dice Lenin, parafraseando a Marx, y que nos obliga a nosotros a no retroceder sino a tomar impulso, a una nueva ofensiva. Y eso va a dar lugar a una nueva contraofensiva que tiene que dar una nueva contra contraofensiva y así ad infinitum, hasta que desaparezca la vida en la tierra, hasta que el sol ya no alumbre».

 

—Alvaro García Linera

Es vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia desde 2005, cuando el Movimiento al Socialismo lo convocó a integrar la fórmula que encabezó Evo Morales.
Tras un paso por México para estudiar Matemática en la década de 1980, volvió a su país, donde integró el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK), de orientación indigenista-maoísta. García Linera estuvo preso cinco años por cargos relacionados con su actividad en esta organización, y se graduó en Sociología durante su detención política. Aliado de primera hora de las causas indigenistas, colaboró con dirigentes como Morales desde su cátedra de Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), y más tarde, desde su banca de diputado. Intelectual orgánico a los movimientos sociales, fue uno de los mayores inspiradores de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia (2009).

 

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