Teatro para muchos

Tiempo de lectura: ...

Presidida por el actor Manuel Callau, la cooperativa de arte se convirtió en un espacio de trabajo y creación fundamental para que sus 27 asociadas y asociados puedan continuar en actividad durante la cuarentena. Vínculos con el Instituto Movilizador.

En escena. Ensayo durante las clases de actuación (foto anterior al aislamiento). (Gentileza El descubridor)

El teatro es un objeto que se descubre: sin actor no hay teatro, no hay hecho, porque el actor es aquel que oficia de descubridor de un objeto nuevo», dice el actor Manuel Callau, presidente de la cooperativa de trabajo, gestión y producción artística El descubridor. La entidad funciona en otra organización de la economía social: el hotel Bauen, empresa recuperada ubicada en la Ciudad de Buenos Aires. Allí iban a inaugurar dos salas, pero esto quedó en suspenso debido al conflicto en torno a la expropiación del hotel (vetada en 2019 por un decreto presidencial de Mauricio Macri).
El descubridor se formó en 2010, con el fin de desarrollar obras teatrales, talleres y actividades culturales. «Siempre digo que somos una banda de idealistas que comenzamos a desarrollar este proyecto pensando en el eje del sentido de lo que hacíamos, pensando para qué sirve y a quién le servimos», dice Callau. En estos años, el grupo cooperativo llevó a escena obras emblemáticas como Marx en el Soho, de Howard Zinn, actuada por Carlos Weber, con el que ganó el premio Trinidad Guevara a mejor actor; Yepeto, de Roberto «Tito» Cossa, interpretada por el propio Callau junto con Anahí Gadda y Francisco González Gil; y la pieza Yo, Feuerbach, de Tankred Dorst, con las actuaciones de Callau y Manuel González Gil. Estas dos últimas están expuestas online y con entrada a la gorra durante la cuarentena.
Los talleres son la otra pata fuerte de la cooperativa, que está conformada por 27 asociadas y asociados. La escuela de actuación está a cargo de Manuel Callau y Guillermo López de Bock, con clases virtuales en estos momentos. También dictan clases Melina Boyadjian (contact improvisación); Carlos Demartino (técnica vocal); Fernando Lúpiz (esgrima); Lorenzo Juster (gestión y producción); Carlos March (tai chi, tap y payaso rioplatense); y Pablo Drigo, que da clases para niños, adolescentes y también de montaje.
«En este contexto de pandemia, si no fuese por la cooperativa, estaríamos desesperados –dice Callau–. No hemos parado con las clases ni de producir. Tal es así que ahora estamos haciendo el radioteatro La compañía, junto con la gente del Foro Argentino de Radios Comunitarias, en el que actores y actrices de las provincias son parte de la producción del guion y la actuación con las problemáticas de cada territorio».

Herencia valiosa
En los genes de Manuel Callau está el espíritu cooperativista. Su tatarabuelo catalán, en la ciudad española de Tarragona, fue uno de los fundadores de una cooperativa de pescadores del Meditarráneo. Casi un siglo después, en 2001, Callau impulsó la creación de la cooperativa teatral Homo Ludens, en Chapadmalal, y hoy está transitando una década de vida de El descubridor. «La cooperativa es la construcción de una herramienta que nos permite hacer lo que soñamos. Es una experiencia durísima pero a la vez riquísima. Nadie se queda con la plusvalía. Nadie se queda en el bolsillo con la ganancia de lo que uno genera, sino que el acento está puesto en recrear el eje de sentido», dice.
Por estos días, la entidad está trabajando en un proyecto junto con el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos «para que más gente vaya al teatro sin pagar». En palabras de Callau se trata de «una rueda virtuosa»: grandes empresas, instituciones, bancos, compran abonos de, por ejemplo, 1.000 entradas, y se los ceden a sus empleados y clientes para que vayan a ver teatro.
El actor aclara que «este proyecto no tiene fines de lucro sino ampliar el acceso a la cultura. La pandemia va dejar un país y una humanidad muy averiada. El arte no estará al alcance de todos pero tenemos que hacer que suceda lo contrario, porque es necesario para salir del pozo en el que estamos metidos».

Estás leyendo:

Teatro para muchos