«Tiempos difíciles, pero no terribles»

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En su visita a Buenos Aires, el expresidente ecuatoriano realizó un análisis crítico sobre la coyuntura política en América Latina. El papel de los medios de comunicación, la persecución contra líderes populares y los renovados desafíos del progresismo.


Integración. «La patria grande es la manera de obtener nuestra segunda independencia». (Subcoop)

A sala llena y recibido casi como una estrella de rock, Rafael Correa brindó una conferencia en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. El expresidente ecuatoriano realizó en dicha ocasión un fino diagnóstico sobre los principales desafíos que enfrentan las fuerzas progresistas de América Latina, en un contexto que definió como complejo aunque no dramático. «Si nos comparamos con 2009 o 2010, claro que estamos mucho menos bien. Pero si nos comparamos con los 90, estamos mucho mejor. Son tiempos difíciles, pero no terribles», aseguró.
La conferencia se desarrolló en la mañana del 24 de marzo, por lo que Correa dedicó sus primeras palabras a las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. «Cuánto sufrimiento, cuánta injusticia. Nuestro abrazo solidario», dijo el exmandatario, que el día anterior se había reunido con Hebe de Bonafini.
Acompañado por Juan Carlos Junio, director del CCC, y Alfredo Serrano Mancilla, director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), Correa hizo foco en las estrategias de la derecha regional para acaparar poder y debilitar a la izquierda. En ese sentido, apuntó contra las corporaciones mediáticas, a las que consideró sostén ideológico y comunicativo de los sectores de poder. «Nuestros principales adversarios –afirmó– son los medios de comunicación. La prensa de las élites. No informan, manipulan. Pero se rasgan las vestiduras. Quieren hacernos creer que son heroicos periodistas perseguidos por malvados dictadores, cuando en realidad ocurre al revés: líderes honestos que son perseguidos por periodistas que abusan de su poder mediático y la impunidad que les da ese poder».
La persecución contra expresidentes latinoamericanos fue justamente uno de los temas sobre los que más se explayó Correa. «Esto está articulado regionalmente y se fundamenta en dos ejes: el supuesto fracaso del modelo económico de izquierda y la corrupción. Tratan de aniquilar a los dirigentes de izquierda, porque saben que no los van a derrotar en las urnas», aseguró el economista ecuatoriano, que puso como ejemplo el proceso judicial iniciado contra Lula da Silva en Brasil. «Como bien dice él: “Muerto me convierten en mártir, preso me convierten en héroe y libre me convierten en presidente”».

Oportunismo de derecha
En su análisis, Correa reconoció las dificultades económicas que se generaron entre 2014 y 2016 como una de las causas del debilitamiento del progresismo en general. Según su mirada, fueron producto de un contexto internacional adverso, «que la derecha supo aprovechar oportunamente». Pero, sostuvo, el principal problema radicó en que las transformaciones sociales producidas por los gobiernos populares no fueron capitalizadas políticamente. «Fuimos víctimas de nuestro propio éxito. Con las políticas que aplicamos, millones de personas salieron de la pobreza para pasar a integrar la clase media. Pero esos millones no fueron una fuerza movilizada cuando el Parlamento brasileño destituyó a Dilma Rousseff. Porque son personas que aspiran a mucho más. Están mejor que antes, duplicaron sus ingresos, pero ahora quieren otro estilo de vida. Entonces, ¿es ineludible que alguien salga de la pobreza, se convierta en clase media y luego desprecie a los pobres? El desafío es aún mayor cuando vemos que los medios intentan lograr que los deseos de las grandes mayorías sean funcionales a los de las élites», apuntó.
Sobre el final, consideró a la unidad como uno de los mayores desafíos que tiene la izquierda latinoamericana. «El mundo será un mundo de bloques –concluyó–. La patria grande ya no es un sueño de nuestros libertadores, sino la mejor y la única manera de obtener nuestra segunda y definitiva independencia».

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