Tierra adentro

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Los trabajadores del espacio cultural ubicado en Palermo recuperaron a través de la autogestión un proyecto que reivindica expresiones artísticas y comidas típicas de las diversas regiones argentinas.

 

Pura música. La peña recibe a artistas consagrados y noveles en el escenario inaugurado por la mismísima Mercedes Sosa. (Horacio Paone)

Los encuentros de canto y baile han representado, a lo largo de la historia, momentos especiales de los pueblos. Por eso, desde sus orígenes las peñas folclóricas se convirtieron en refugios dónde preservar y difundir esas expresiones populares. Este fenómeno que nació en el interior del país y que tuvo su momento de auge entre las décadas de 1940 y 1960, con el tiempo se trasladó a los conglomerados urbanos. Tradicionales y contemporáneas, las peñas porteñas se han instalado como un entramado cultural y social de encuentros. «Aunque no son muchas, en la ciudad las peñas representan la cultura y las raíces de los que venimos del Interior. El que se da una vuelta por aquí encuentra comidas regionales, música de su tierra y un ambiente similar al de su provincia», comenta Eloy Falcón, mozo de La Peña del Colorado.
Ubicada en pleno corazón del barrio porteño de Palermo, más precisamente en la calle Güemes 3657, La Peña del Colorado, es pionera en la exquisitez y cuidado de su menú, que recorre todas las regiones del país con toques de cocina de autor. «Es un restaurante criollo con show en vivo de folclore, tango y música latinoamericana y afroperuana, que nació en Salta hace 25 años y que se instaló en Buenos Aires hace unos 18 años», cuenta Falcón.
En 2010 el fundador de este espacio, luego de atravesar por numerosos problemas económicos, decidió cerrar sus puertas. Ante esta situación sus trabajadores resolvieron mantener la fuente laboral y generar un proyecto autogestivo; así nació la Cooperativa de Trabajo La Peña del Colo, conformada por 20 asociados. A principios de agosto de 2013 el inmueble fue desalojado: la idea era construir allí un edificio moderno. Sin embargo, y gracias a las protestas que circularon también por las redes sociales, y el apoyo de vecinos y artistas, el 15 de setiembre la peña reabrió y volvió a desplegar sus actividades. A fines del año pasado, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires sancionó una ley que declara de utilidad pública y sujeto a ocupación temporaria por dos años al inmueble de la calle Güemes a favor de la cooperativa.

 

Responsabilidad y compromiso
«La autogestión implica mayor responsabilidad y compromiso. Evaluamos bien dónde vamos a comprar, qué tenemos que hacer, sabemos que es complicado ponernos de acuerdo, pero como todos tiramos para el mismo lado, en las decisiones fundamentales no tenemos problemas», señala Falcón, secretario de la cooperativa.
La Peña del Colorado es un espacio elegido también por turistas extranjeros que llegan con ganas de conocer la diversidad de costumbres y tradiciones que albergan las distintas regiones argentinas. Al finalizar cada presentación comienzan las guitarreadas espontáneas, el público se mezcla con los artistas; entre músicos y bailarines se genera una comunión única y un clima festivo. «En la peña uno se encuentra con amigos y conoce gente, incluso algunos llegaron a formar pareja acá… –sonríe Eloy–. Además encontrás un ambiente muy familiar, tranquilidad y alegría», agrega.
A toda hora funciona el mate bar y los juegos de mesa están a disposición de los visitantes. Además de los shows de folclore, se ofrecen comidas regionales, ideales para disfrutar de la cocina autóctona mientras se escucha una buena zamba, una rítmica chacarera o un melodioso chamamé. También se dictan talleres: danzas y ritmos, ejecución de instrumentos, percusión, canto y literatura.
Con una capacidad de 220 personas, La Peña del Colorado cuenta con un amplio salón para presenciar espectáculos, dos recintos comedores y una barra. Todos estos espacios se brindan para la realización de diferentes eventos, desde espectáculos artísticos hasta diferentes festejos como cumpleaños, casamientos y encuentro de amigos. «El guitarrista Luis Salinas festejó su cumpleaños acá», comenta Falcón.
Por su escenario «Mercedes Sosa», inaugurado por la propia cantora, pasaron artistas consagrados como Abel Pintos, Los Carabajal, Octavio Osuna, Ángela Irene, Ramón Ayala, y también nuevos exponentes de la música folclórica y de otros géneros, dando preferencia a las nuevas propuestas pero sin perder las raíces y la identidad que caracteriza a la peña. «Bruno Arias, que fue elegido revelación en la edición 2013 del Festival de Folclore de Cosquín, hace muchos años que viene a cantar a nuestra peña», comenta orgulloso el cooperativista.
La «Peña del Colorado» es parte de un circuito de más de 30 peñas porteñas en donde el mate, el baile, las guitarras, la música popular y las comidas tradicionales son los principales atractivos. Este espacio artístico, que fue creado, según sus artífices, con «la ambición de revitalizar y divulgar todas las propuestas folclóricas de la Argentina», difunde y genera cultura; cultura de nuestra tierra y también de Latinoamérica. En la antigua casa de Palermo viejo, de techos altos de ladrillo y pasillos largos con mesas y sillas, los shows arrancan después de las 20 horas y finalizan pasada la media noche. Luego se corren mesas, se arman rondas y todos se animan a las guitarras, al canto y al baile.

Silvia Porritelli

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