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Todos los cuerpos

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Gracias a la norma aprobada por el Congreso Nacional, alrededor
de 3.000 pudieron realizar el cambio de sexo y nombre en su DNI.
El sistema de salud y los tratamientos de reasignación genital.

 

Balance. Wayar, activista trans, destaca los avances realizados en el último año pero asegura que aún queda mucho por hacer. (Cecilia Antón)

La ley de Identidad de Género, de vanguardia en el mundo, lleva ya más de un año de vigencia. Desde su promulgación, unas 3.000 personas de todo el país pudieron realizar el cambio de DNI, optando por el nombre y el género que las representa. A pesar de este avance, sigue habiendo inconvenientes en el acceso integral a la salud, por lo que existe una fuerte demanda de compromiso político para que se concreten plenamente los cambios establecidos en la norma.
Tal como asegura el texto de la ley, el Estado entiende por identidad de género  la vivencia interna e individual de cada persona, la que puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento. De esta norma, «lo más importante fue su impacto simbólico, la apertura, el diálogo, en ese sentido creo que hay mucha tela para cortar, ha cumplido su cometido», señala Marlene Wayar, coordinadora general de Futuro Transgenérico y directora de El Teje, primer periódico travesti de Latinoamérica.
A partir de esta ley, la número 26.743, toda persona tiene derecho a ser tratada de acuerdo con su identidad de género. Los trámites para la rectificación registral –cambio de nombre y sexo en el DNI– previstos en la ley son gratuitos, personales y no es necesaria la intermediación de ningún gestor o abogado.
Según el Registro Nacional de las Personas (RENAPER), del total de trámites para obtener el DNI con el género autopercibido realizados hasta la fecha, 771 modificaciones se llevaron a cabo en la provincia de Buenos Aires, 345 en Córdoba y 204 en Santa Fe. Wayar recalca que, pese a la importancia simbólica de la normativa, en lo concreto, muchas de las personas que accedieron a la modificación de su DNI lo hicieron porque estuvieron «amparadas o bajo el resguardo de alguna organización». En ese sentido, indica que «no es una ley sencilla, porque cada registro civil es autónomo. En cada provincia es así. Acá, en plena Capital Federal, es donde está uno de los mayores problemas. La persona que va sola a hacer su cambio de DNI se encuentra con un gran signo de interrogación, en las generales de la ley sabe más que la persona que la atiende. Después, quienes viven en otras provincias, diferentes de las que han nacido, se topan con que hay algunas en las que no saben cómo actuar. Las provincias del Norte o las de la Mesopotamia, que además tienen un encono especial por cuestiones religiosas, no mandan las partidas de nacimiento, no te dicen por qué, o te las demoran».
«La ley marca un antes y un después respecto de lo que significa trabajar dentro del sistema de salud con las personas trans. Desde el punto de vista de la identidad, valida la autopercepción», señala Adrián Helien, psiquiatra, sexólogo, coordinador del Grupo de Atención a Personas Transexuales de la División Urología del Hospital Durand. «Los médicos antes nos manejábamos con un criterio muy biologista: el sexo de nacimiento, marcado por los genitales, y el sexo genético. No había otra forma de definir la identidad. La identidad genérica, que es la verdadera identidad de una persona, es una construcción y no estaba contemplada por la medicina. Por supuesto que hay muchos médicos que no lo saben aún, lamentablemente».
Helien recuerda que, antes de la ley, la gente tenía que recurrir a la Justicia. «Un juez mandaba un perito para que determinara el sexo genético y se hacían pericias psiquiátricas. Era invasivo, humillante y, además. era una cuestión que dependía de que el juez aceptara o no quién decía ser la otra persona».

 

Los comienzos
El Hospital Durand es uno de los pocos centros de atención al que recurrre la población trans. Desde 2005, allí se efectuaron 18 operaciones, mayoritariamente reasignaciones a genitales femeninos y planean este año comenzar con las de reasignación a genitales masculinos. Antes de la ley, efectuaron 15 intervenciones con autorización judicial. Ahora, el primer paso para quienes quieren operarse ya no es tramitar una autorización judicial sino acercarse al hospital, pasar por el proceso de admisión, firmar el consentimiento informado y, luego, iniciar la terapia hormonal, es decir, la administración de hormonas para lograr el desarrollo de las características sexuales secundarias. Ya tienen programadas unas 50 cirugías.
«En 2005, pedí permiso para trabajar en la integración de las personas trans. No había historias clínicas porque a veces los atendían como femeninos y otras como masculinos. Empezamos a trabajar en horarios integrados, diciendo el nombre de elección de las personas, no el que figuraba el DNI, y ya hemos atendido a más de 500 personas. Somos un equipo interdisciplinario pero chico: dos endocrinólogos, dos o tres cirujanos, una ginecóloga, y gente de cirugía plástica, que lo hacen por propia voluntad, y porque nos permiten trabajar desde la dirección del hospital», señaló Helien, autor del libro Cuerpos equivocados.
Antes de la ley, «había protocolos fijos establecidos. Para ser transexual había que entrar en este protocolo que marcaba cuándo, a partir del inicio del tratamiento, una persona podía empezar a hormonarse y a partir de cuándo podía hacer lo que se llamaba test o experiencia de vida real, que era pasar 24 horas en el sexo al que va a ser asignado, hasta llegar a la asignación quirúrgica. Hoy, eso se rompió y hay una adecuación a cada persona y a cada proceso».
Otro cambio es que «antes de la ley, había que patologizar, hacer un diagnóstico de trastorno de la identidad. Eso hoy no corresponde. Hablamos de atención integral de la salud para las personas trans. Lo que ayer era un diagnóstico, hoy es un acompañamiento a conformar saludablemente su identidad autopercibida».
También, el especialista señala que desde la ley, hay mayor demanda por parte de varones trans. «Cuando comenzamos, la demanda era 3 mujeres trans a un varón trans, hoy es prácticamente  uno a uno». Además, bajó la edad promedio de consulta.

Antes y después. Reclamo frente al Congreso Nacional en mayo de 2012. (Martín Barzilai)

La ley, en sentido simbólico, «es muy fuerte, muy impactante. Estamos vistos, frente al resto del mundo, como el lugar más progresista, pero el impacto real y concreto que ha tenido sobre las personas es relativo en las provincias, donde la policía se lleva a las chicas detenidas por considerar que están vestidas con ropas contrarias a su sexo o por prostitución, dos temas históricos que nos tocan como víctimas. Las van a seguir llevando sin pedirles documentos, como siempre lo han hecho. Estos son los lugares donde hay agua estancada, donde se está pudriendo la Argentina que fuimos. Esta es una lucha cultural, que hay que ir haciéndola paso a paso y va a costar», resalta Wayar.
Por otra parte, la ley establece que todas las personas mayores de 18 años podrán acceder a intervenciones quirúrgicas totales y parciales y/o tratamientos integrales hormonales para adecuar su cuerpo, incluida su genitalidad, a su identidad de género autopercibida, sin necesidad de requerir autorización judicial o administrativa.
También indica que los efectores del sistema público de salud, ya sean estatales, privados o del subsistema de obras sociales, deberán garantizar en forma permanente los derechos que la ley reconoce. Todas las prestaciones de salud quedan incluidas en el Plan Médico Obligatorio, o el que lo reemplace.
«Los médicos tenemos una formación patologizante y biologista, que es la que nos enseñaron, de clasificar y poca mirada o poca interacción con las ciencias sociales. Sin embargo, los cambios más importantes vienen de las teorías sociales, de la teoría queer, de Judith Butler, que de alguna manera es toda una teoría sobre la diversidad, la integración, y de despatologización, de Foucault o de todas las miradas más modernas que hablan de la despatologización. Incluso, la formación en psicología es absolutamente binaria (masculino-femenino). La realidad es que lo binario no abarca al ser humano y si alguien no empieza a deconstruir esos aprendizajes seudocientíficos, no podrá atender a una persona», afirma Helien.
Otras puertas de ingreso al sistema sanitario local son los denominados «consultorios amigables» que van surgiendo de a poco en distintos hospitales. Son servicios de prevención, diagnóstico y atención dirigidos específicamente a estas poblaciones.

 

Cerca de la revolución
«Quienes veníamos trabajando con la temática pensamos que a partir de la ley íbamos a contar con más recursos, pero no los hay, más allá del apoyo del hospital. Esa es la realidad. Pensábamos que se iba a promulgar desde la Legislatura porteña algo que nos apoyara, algo que jerarquizara el servicio, que lo mejorara, pero no. No hay apoyo desde la estructura política», denuncia Helien. Y cada vez llega más gente desde distintas partes del país a este centro de referencia.
Otro de los inconvenientes surge con las obras sociales. De las cirugías programadas, «algunas se consiguen desde las obras sociales. Una prepaga cubrió una cirugía, otras se niegan porque dicen que no está reglamentada la ley. Yo no sé de temas legales, pero está asimilada al Plan Médico Obligatorio, como esto está tan a la deriva, algunas interpretan que no y otras que sí», indica Helien.
Al cumplirse el primer aniversario de la ley, el Ministerio de Trabajo emitió una resolución a través de la cual ofrece a las personas trans en situación de desempleo la posibilidad de acceder a las prestaciones del Seguro de Capacitación y Empleo para mejorar y apoyar la inserción en trabajos de calidad.
En el balance de este primer año, se destacan los aspectos positivos, pero queda mucho por hacer. «Yo creo que lo revolucionario de la manifestación travesti es que hasta aquella persona que más influida está por el sistema tiene esto de: “yo soy lo que quiero ser”. Si nací con un pene y no soy hombre, me construyo como quiero –resume Wayar–. Eso es la evolución. Creo que lo revolucionario de lo trava es construir la realidad; yo soy lo que siento, lo que quiero. Trava puede ser quien quiera construirse como quiera, incluso en el matrimonio monogámico, en la maternidad, pero siendo diferentes las relaciones políticas como familia, con la compañera, con los hijos. Todos y todas podemos ser trans y ahí es donde podemos empezar a ver que todos los cuerpos son hermosos».

Maria Sol Wasylyk Fedyszak

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