Transformarse para resistir

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La fundación de la entidad, en 1979, evidenció la fortaleza del movimiento cooperativo en el turbulento clima político argentino.

 

19 de marzo de 1979. La apertura de Credicoop fue la culminación de un largo proceso de fusión de las cajas de crédito.

Repasar la historia del movimiento cooperativo argentino obliga a trazar un mapa de la organización y de la expansión de sus entidades, y, al mismo tiempo, dar cuenta de sus luchas y logros en los distintos contextos económicos que atravesó el país. El nacimiento del Banco Credicoop es parte de la resistencia de las entidades solidarias, aun en los peores momentos del pasado reciente. Hacia 1976, con el inicio de la dictadura cívico-militar, el cooperativismo fue un blanco inmediato de la política económica del entonces ministro José Alfredo Martínez de Hoz. Su razón era sencilla: limitar en extremo la capacidad operativa de las cajas de crédito, que hasta entonces habían ocupado un lugar trascendente en la realidad financiera de la sociedad, para abrir paso a los intereses y los modelos de la banca concentrada y extranjera y «la libre empresa».
A las persecuciones realizadas al Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos –una vez producido el golpe, se comunicó al Instituto Movilizador que estaba intervenido–, y los allanamientos a entidades cooperativas como la Caja de Crédito Bahiense, se sumaba la herramienta legal que pretendía debilitar el rol del cooperativismo de crédito en el sistema económico. El anteproyecto de Ley de Entidades Financieras proponía, en primer lugar, eliminar la forma jurídica cooperativa como base de la estructura de los servicios bancarios, reservándola exclusivamente para la sociedad anónima, forma sublimada del predominio del capital y del espíritu lucrativo. En segundo término, el anteproyecto abolía la operatoria de cuenta corriente para las cajas de crédito cooperativas, reservando ese servicio para los bancos comerciales. «¿Cuál es la razón de esa exclusión? Nosotros lo denunciamos en ese momento como un ataque a la cooperación. Y en realidad lo era. Las cajas de crédito no podíamos convertirnos en bancos, porque no éramos sociedades anónimas, ni podíamos seguir operando como cajas de crédito», relataba Floreal Gorini sobre la situación. Lo cierto es que el plan de la dictadura no llegó a materializarse de forma completa. La reacción del movimiento cooperativo y de los dirigentes nucleados en el Instituto  Movilizador fue inmediata y, a través de declaraciones públicas, notas y el apoyo de instituciones de todo tipo, el cooperativismo de crédito defendió su lugar frente a los intentos de desalojo del mercado financiero.
«La cultura, la ideología de los golpistas, rechazaba al cooperativismo como una expresión valida de organización empresaria. Por lo tanto, para ellos, la forma adecuada para la actividad financiera era la sociedad anónima; es decir, la ideología de lo privado llevada a su máxima expresión. La lucha del cooperativismo de crédito logró hacer incluir la forma jurídica cooperativa», analizó Carlos Heller, presidente actual del Credicoop, sobre la apuesta del sector para reformar el texto de la Ley de Entidades Financieras. Hubo reuniones y una fuerte movilización de entidades y de las cajas de crédito. La repercusión en la opinión pública frente a la necesidad de defender el crédito solidario fue creciente. Hacia 1977, el IMFC emitió una declaración que sostenía: «Los sectores económicos pequeños y medianos de nuestra sociedad encuentran en las cajas cooperativas la atención precisa, dimensionada y eficiente. Prohibir las cajas de crédito, como se pretende, significa condenar a la desprotección e indefensión a los sectores modestos de nuestra sociedad».
Finalmente, la Ley de Entidades Financieras fue sancionada en febrero de 1977. En la normativa, si bien quedaba vedado a las cajas de crédito operar con cuentas a la vista, se abría la posibilidad de transformarse en bancos conservando la forma jurídica cooperativa. Con esto, se evitaba la paralización de las cajas de crédito, pero comenzaba el proceso de planificación para la conversión en bancos cooperativos y la adecuación a una ley que obligaba al sector a planificar un nuevo modelo de integración. Ese modelo, discutido y con decisiones trabajosas por parte de cada entidad, fue el inicio de Credicoop. En 1979, luego de distintos períodos en los que se establecieron los estudios técnicos necesarios y las reglamentaciones y estatutos para el funcionamiento de los bancos cooperativos, la fusión de 44 cajas de crédito cooperativo –algunas con más de medio siglo de trayectoria– permitió la aparición del Banco Credicoop. «En ese momento histórico tan complejo y turbulento, fue decisivo, para nosotros que estábamos construyendo el proyecto de Credicoop, aplicar con creatividad, pero además con  mucha firmeza y consecuencia, la línea de trabajo que orientaba el Instituto», puntualizó el dirigente cooperativista y actual diputado nacional Juan Carlos Junio.
Con un radio de funcionamiento que se circunscribía originalmente a la Capital Federal, el Gran Buenos Aires y La Plata, Credicoop comenzó a dar sus primeros pasos. Se trataba de romper la disyuntiva caja de crédito-banco para pasar a una nueva concepción que establecía, por un lado, bancos al servicio de intereses particulares basados en el lucro y, por otro, entidades, como Credicoop, de servicios financieros que impulsan la participación activa de los usuarios en los distintos niveles de ejecución y decisión. Los principios, finalmente, fueron asimilándose en los cuadros dirigenciales de las cajas fusionadas, y el banco cooperativo comenzaba a contar su propia historia. Nelson Giribaldi, primer presidente de Credicoop, sostenía en la ceremonia de inauguración de la entidad: «Tenemos la obligación de demostrar que existe otra forma de ser banco, que el crédito puede y debe ser entendido como un servicio, que debe ser orientado hacia los sectores productivos y creativos de servicios». Y agregaba: «Nada debemos temer en la medida en que sepamos ser respetuosos de nuestros principios. La transformación es un nuevo punto de partida». Hoy, el Banco Credicoop cuenta con 253 filiales en todo el país, es el primer banco privado de capital 100% nacional y el banco cooperativo más importante de América Latina. Su creación y su desarrollo son una muestra de resistencia, cambio y, a la vez, de eficiencia en la gestión democrática sin perder la sustancia cooperativa.

Maximiliano Senkiw

 

Aniversario en el Luna Park, 1974

El 1º de diciembre de 1974 Floreal Gorini hablaba ante una multitud convocada por el aniversario del IMFC, celebrado en el Luna Park. Allí reiteraba a las autoridades nacionales el pedido de autorización para que funcionaran nuevas cajas de crédito, suspendidas desde 1966 por la dictadura de Juan Carlos Onganía.

 

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