Trump y sus nuevos enemigos

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El presidente estadounidense, Donald Trump, es consciente de que la pandemia de COVID-19 tendrá su impacto en la elección presidencial de noviembre y todo su accionar gira en torno a la campaña electoral. Sus contradicciones respecto a las alertas recibidas sobre el virus solo pueden afectarlo y –como dice un viejo dicho– no hay mejor defensa que un buen ataque.
Es en este contexto que se puede comprender su ofensiva contra la Organización Mundial de la Salud (OMS) y su decisión de dejar de aportar a su financiamiento. Si minimizó la pandemia e incluso la ridiculizó, ahora, que su país ya es el más afectado y se ha cobrado miles de vidas, necesita «patear la pelota afuera» y nada mejor que decir que la OMS y China son responsables de ocultar información.
Trump se basa en informes de Taiwán, que acusa a China de cualquier mal y que, en este caso, se supone mintió sobre el origen y difusión del virus. Como sucedió con otras pandemias, las teorías conspirativas están a la orden del día porque es sencillo tomar algunos datos reales, agregarle datos de científicos y otros inciertos, y servir ese «cóctel» para que sea replicado. Además, el titular de la OMS, Tedros Adhanom, es un buen «enemigo» para la cultura media estadounidense. En su campaña de difamación, Trump cuenta con el apoyo de publicaciones de extrema derecha que lo han demonizado y difunden que debería ser acusado de «crímenes de lesa humanidad» por la pandemia. Poco importa que Tedros fuera durante siete años ministro de Salud de su Etiopía natal o que es considerado una eminencia en la lucha contra el paludismo y la malaria. Es africano y negro.
La OMS ahora está atrapada en un enfrentamiento entre dos gigantes que pugnan por el liderazgo mundial y una campaña electoral. Pareciera que la pandemia es lo de menos.

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