12 de julio de 2018
El triunfo de Andrés Manuel López Obrador le da nuevos aires a la corriente progresista en América Latina. Superó a los otros tres candidatos y consiguió con su coalición «Juntos Haremos Historia» la mayoría en el Congreso.
El PRI, la fuerza política que gobernó México durante décadas, y del actual presidente Enrique Peña Nieto, realizó la elección más pobre de su historia.
El PRI, que se ha ganado con razón el mote del partido más corrupto del país, no ganó en ninguno de los 32 Estados, ninguna de las 9 gobernaciones que estaban en juego, y apenas continuará gobernando en 13 de ellas. Por otra parte, de ser el principal grupo parlamentario en el Senado pasará al quinto lugar y en Diputados no llegará ni al 10%.
Es de destacar que México es considerado uno de los mejores «alumnos» de los organismos internacionales por haber seguido casi a pie juntillas todas las «recomendaciones» y deberes de lo «que hay que hacer» en economía en los últimos 30 años, tanto con gobiernos del PRI como con los 12 años del Pan.
En 2015, la directora del FMI, Christine Lagarde, elogiaba a México por haber producido reformas «muy fuertes que van a mejorar sus respectivas economías y van a obtener los beneficios de esas reformas». Pero el PRI dejará como legado cerca del 50% de pobres según datos oficiales, cuestionados estos por los estudiosos como Julio Boltvinik que asegura que la pobreza supera el 70% de la población.
Los políticos y comunicadores de las derechas latinoamericanas desde que Mauricio Macri ganó las elecciones y destituyeron a Dilma Rousseff señalan que el ciclo «populista» se cerró. No solo que no concluyó, México es el mejor ejemplo de que el marketing no alcanza para tapar el fracaso de las políticas neoliberales.