Sin categoría

Un piso más arriba

Tiempo de lectura: ...

El sector cuenta con 90% de participación pyme, en marcada diferencia con Brasil, donde la relación es inversa. La actualización tecnológica es un factor para imponerse en otros mercados.

 

Productividad. Se duplicó en la última década y en 2011 alcanzó su récord histórico. (Guadalupe Lombardo)

En el país unas 9,5 millones de personas viven en edificios y utilizan a diario alguno de los 230.000 ascensores que componen el parque del sector, el cual crece a un promedio de 4.000 unidades por año. Es el medio de transporte esencial para el crecimiento de las ciudades modernas y va a la par del auge de la construcción. La Argentina es el único país de la región que posee un fuerte sector fabricante local que está compuesto en un 90% por pequeñas y medianas empresas metalúrgicas. Es el caso opuesto a Brasil, donde sólo el 10% es pyme y el resto lo manejan multinacionales.
El sector de componentes para ascensores está integrado por unas 1.500 metalúrgicas que emplean cerca de 30.000 trabajadores en tareas directas e indirectas. La actividad factura unos 500 millones de dólares anuales; no obstante, la balanza comercial es deficitaria en unos 20 millones, de acuerdo con datos de la Cámara Argentina de Fabricantes de Ascensores y sus Componentes (CAFAC).
Las políticas neoliberales aplicadas en los 90 provocaron que las pymes locales del sector debieran afrontar un enorme desafío para competir con las empresas transnacionales. La apertura comercial fue tan brutal que no permitió la reconversión de la mayoría de las empresas a las nuevas tecnologías que ya se aplicaban en el exterior. Como resultado, el sector productor local perdió participación en el volumen de ascensores instalados; incluso muchas empresas desaparecieron. Sin embargo, otras se adaptaron –y se convirtieron también en importadoras– para continuar en el negocio, pese a que la actividad local estaba paralizada.
En la actualidad, a partir de acuerdos de complementariedad con el mercado brasileño, la actividad en la Argentina está en condiciones de dar un giro a partir de un fuerte desarrollo tecnológico, revierta su balanza comercial negativa, apunte a ser el principal proveedor de la región y llegue a competir con los mercados internacionales más desarrollados.

 

Vecinos y socios
El sector duplicó su productividad en la última década y en 2011 alcanzó su récord de 4.500 ascensores nuevos en el año de la mano del boom inmobiliario. Son más de 1.500 empresas metalúrgicas que trabajan de forma directa e indirecta en la industria del ascensor, asegura Gerardo Venutolo, presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA). Además de Otis, cuyo primer ascensor en Buenos Aires fue instalado en 1898, operan en el país otras cuatro multinacionales: Mitsubishi, Fujitec, Thyssen y Schindler. El resto es un entramado de pymes nacionales, liderado por Cóndor, aunque se trata de un mercado muy atomizado.
En promedio, las empresas venden entre 10 y 15 ascensores por mes. El mercado se concentra principalmente en Capital Federal y Gran Buenos aires, donde hay 174.000 equipos instalados. Un ascensor promedio (de 10 paradas con puertas automáticas) tiene un precio de mercado de entre 35.000 y 45.000 dólares. Sobre ese valor deben tenerse en cuenta adicionales como: si la instalación posee puertas automáticas (5%+), si tiene más de 10 y hasta 15 paradas (5%+) –en caso de más paradas se deberá considerar la complejidad de la instalación– o si es ascensor único (5%+), según la lista de precios oficial de la Cámara del sector.
El sector inició un trabajo de complementariedad con las pymes brasileñas. A mediados de 2012, la CAFAC anunció la creación de una asociación entre entidades argentinas y brasileñas para luchar contra la desindustrialización del sector de elevadores en el ámbito del Mercosur. Para las firmas del país vecino, el modelo aspiracional es el argentino. En ese marco, en octubre último se inauguró el laboratorio de ensayos de los componentes de seguridad del ascensor en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI). Los fabricantes de componentes pueden, a partir de entonces, ensayar sus productos, y si superan las pruebas, obtener la correspondiente certificación de acuerdo con las normas de seguridad en ascensores IRAM Mercosur.

 

El paracaídas
El principal factor que impide una integración completa es la pequeña escala del mercado local, que no logra ser significativa si se suman los entre 600 y 700 ascensores anuales, que se exportan a Paraguay, Perú, Venezuela y Colombia. La concreción de ventas en el mercado del ascensor necesita de un encadenamiento de operaciones, que, en general, demanda días o semanas hasta su concreción, señalan desde la Cámara. El problema es, entonces, conservar un precio fijo durante el proceso de negociación.
El sector estuvo hasta hace poco tiempo amparado por las barreras al ingreso de productos importados. Esa situación, en la actualidad, complica el arribo de insumos necesarios. Incluso, la Cámara realizó presentaciones formales ante la Aduana por el aumento de las importaciones de piezas electrónicas y electromecánicas provenientes de China y otros países del Sudeste Asiático.
No obstante, el engranaje productivo presenta ciertas dificultades debido a la falta de algunos insumos como las guías de ascensor, componentes electrónicos para la fabricación de tableros y electrónica de puertas. Además, enfrentan mayores costos que se arrastran desde los formadores de precios, tanto de origen local como internacionales, como chapa de acero inoxidable, cable de acero, laminados varios, barras de acero, cobre, insumos electrónicos y contactores, básicos para la producción de los componentes del ascensor. La falta de financiamiento es otro de los factores determinantes.

Cristian Carrillo

Estás leyendo:

Sin categoría

Un piso más arriba