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Un sector transparente

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El consumo nacional de este producto es muy cercano al promedio mundial. Las pymes operan en el segmento familiar y con menor impacto medioambiental.

 

Botellón. El uso de envases de 20 litros permite competir por costos con grandes marcas. (Martín Acosta)

Pese a las similitudes del producto, entre las distintas empresas que lo ofrecen, existen grandes diferencias en cuanto a su origen, formas de extracción y normativa. De tal manera, que la captación, depuración y distribución de aguas distingue entre minerales naturales y mineralizadas artificialmente. Es uno de los sectores que más creció dentro de la industria de alimentos y bebidas desde la década del 90 hasta la actualidad. Según cifras oficiales, a julio último esta industria creció a un ritmo 16,4% en términos interanuales. Si bien su comercialización está concentrada en cuatro grandes firmas, existen 200 pequeñas y medianas empresas que abastecen el mercado, especialmente en el Interior del país.
A principios del siglo XX, pese a no ser considerado en el país un producto de consumo masivo, existía ya producción de agua mineral. Se vendía principalmente en farmacias, puesto que se lo asociaba con lo medicinal, según un estudio de la consultora GMPhar. La década del 90 produjo, entre otras cosas, una gran expansión del consumo interno del agua mineral, debido a la apertura del mercado interno a productos importados. Otra causa de dicha expansión fue una tendencia hacia la vida sana, que conllevaba una imagen saludable del producto. Sin dejar de lado, además, la contaminación en zonas de agua de red. Según la Dirección Nacional de Alimentación, las aguas envasadas representan en la actualidad el 3,3% de la facturación del sector de alimentos y bebidas, y el 10% del rubro de bebidas sin alcohol.
El consumo interno de agua mineral en la Argentina ronda los 20 litros anuales por persona. Es un índice muy cercano al nivel mundial, que está en torno a los 21 litros. Paradójicamente, los países con mayor desarrollo económico y mejor acceso a la red doméstica de agua son los que más consumen agua embotellada, según un relevamiento de Alimentos Argentinos (2010). En este sentido, Estados Unidos y México encabezan el ranking de consumo, con hasta 100 litros anuales por habitante. Francia tenía el récord con 120 litros hasta el comienzo de la crisis financiera global. Existe en el país una gran concentración en la oferta de agua mineral: siete marcas de cuatro empresas concentran el 90%. Sin embargo, existen unas 200 firmas locales que envasan agua en todo el país, mientras que las marcas importadas casi no tienen incidencia.

 

Natural o artificial
El agua también puede diferenciarse por su sabor, su origen y su composición, dependiendo esto del lugar de extracción de la misma. Existen zonas donde no puede consumirse agua sin ser filtrada, y es en estos casos donde se recurre al proceso de mineralización artificial, que consiste en el agregado de diferentes minerales. En este sector del mercado es donde pueden ser competitivas las pequeñas y medianas empresas.
Las grandes compañías operan en el segmento de aguas subterráneas, que están naturalmente mineralizadas y por ende, no es necesario añadir ningún otro elemento. Dentro de éstas, puede identificarse  aquella que proviene de un manantial, fluyendo de forma natural hacia la superficie. Para llevar a cabo este negocio, la industria del agua mineral se apropia de manantiales públicos, compra extensas zonas de bosques y selvas que incluyen sistemas hidrográficos y explotan el agua subterránea de grandes regiones hasta literalmente agotarla para abastecerse. Esto permite explicar el alto precio de las aguas naturalmente mineralizadas, a pesar de tener un proceso de producción prácticamente inexistente y haber puntos de concentración de agua potable en casi todas las regiones del planeta. Sin dudas, este esquema de negocios requiere de una legislación que impida el saqueo de los recursos naturales y evite deterioros en el medioambiente.
En este escenario las pequeñas y medianas empresas mantienen un esquema más ecológico, ya que su actividad se centra en extraer el agua natural, con necesidad o no de filtrado, la cual se mineraliza artificialmente, agregándole diferentes compuestos. Al utilizar el agua de red, ubican sus instalaciones en los principales centros de consumo, y consiguen así minimizar los costos de transporte y distribución. Estas organizaciones suelen comercializar el producto en bidones de 20 litros, lo que las lleva a enfrentar la competencia de vendedores de equipos para tratamientos, en zonas residenciales.
Este mecanismo también cuenta con controles. La extracción y producción de aguas minerales, son actividades reguladas por normativas legales que, entre otras cosas, impiden que se envasen las aguas minerales fuera del lugar de origen, evitando así el transporte y comercialización del líquido en envases no autorizados para el consumo final. El embotellado debe cumplir estándares que eliminen problemas microbiológicos con formación de fluidos viscosos en la zona de agua fría de las máquinas de limpieza de las botellas. El uso de envases de 20 litros reduce el impacto ambiental por producción de plástico y les permite competir con aguas embotelladas en tamaños menores.

Cristian Carrillo

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