Una batalla clave

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El oficialismo analiza la posibilidad de adelantar la fecha de los comicios, con el aval de parte del peronismo referenciado con Sergio Massa. Incertidumbre sobre los efectos políticos del cambio electoral y panorama del Conurbano.

Mar del Plata. Vidal, junto con el ministro Cristian Ritondo, el intendente Arroyo y jefes policiales, en la presentación del Operativo Sol. (Diego Izquierdo)

Uno de los lugares comunes del periodismo vernáculo, utilizado hasta el hartazgo, es, empero, elocuente para referirse a las contiendas electorales en la provincia de Buenos Aires: «La madre de todas las batallas». Es que casi cuatro de cada diez electores habitan en ese distrito, cuya conquista es indispensable para obtener la victoria en las presidenciales.
Dentro de ese vasto y complejo territorio, el Conurbano bonaerense concentra el 70% de la población, mayoritariamente careciente o con graves problemas en materia de vivienda, salud, educación y transporte y ha sido especialmente castigado por las políticas de ajuste y deterioro salarial ejecutadas por los gobiernos nacional y provincial. No obstante, la gobernadora María Eugenia Vidal ha conseguido preservar su imagen mejor que otros dirigentes oficialistas, sobre la base de un costoso y eficiente marketing político. Dicen sus adversarios que, aunque ha descarrilado en numerosas oportunidades –por ejemplo en ocasión del aún vigente conflicto con la docencia– procura evitar declaraciones irritantes y enarbola una estereotipada sonrisa que le otorga una apariencia afable.
Lo innegable es que Vidal se enfrenta a un dilema perturbador: el desdoblamiento o no de las elecciones en su provincia. La cuestión se plantea de un modo muy claro: si opta por adelantarlas y postularse para la reelección deberá a enfrentarse a una coalición peronista de amplitud todavía desconocida que tiene amplias posibilidades de derrotarla. Todas las encuestas en danza indican que Cambiemos ha perdido por lo menos a un tercio de quienes adhirieron a sus propuestas en 2015. No es extraño entonces que el aparato propagandístico del oficialismo esté concentrado en forzar la dispersión del PJ y sus aliados y en elaborar extrañas alquimias de dudoso resultado. El quid de la cuestión reside en que si Vidal fuera derrotada, la reelección del presidente se tornaría imposible, y si en cambio la gobernadora saliera airosa, se convertiría en una postulante natural a la primera magistratura. En ambos casos el perjudicado sería Macri. De allí que el presidente del Pro, Humberto Schiavoni, se viera obligado a subrayar: «No especulemos más, el candidato es Mauricio», aunque abundan los dirigentes que en voz baja aseguran que «todo se definirá en febrero o marzo, cuando las encuestas entreguen datos más claros».
La situación es compleja en el Conurbano para la coalición gobernante. Recientes sondeos de opinión sostienen que en algunas jurisdicciones Cambiemos apenas rozará el 20% de las adhesiones y resulta dificultoso que logre conservar aquellos distritos que en 2015 le arrebató al peronismo en sus diversas expresiones. En Morón –una de las zonas más castigadas por el cierre de establecimientos fabriles– el intendente Ramiro Tagliaferro aparece muy debilitado, al punto de que el ruidazo nacional contra el tarifazo se transformó en una masiva manifestación de protesta a la que asistieron miles de personas en ese municipio. En Quilmes, al cocinero Martiniano Molina se le quemaron las recetas con las sucesivas inundaciones que evidenciaron la falta de obras destinadas a prevenirlas. Néstor Grindetti, de Lanús, no encuentra aliados para sostenerse y hasta en 3 de Febrero, conducido por el historiador Daniel Valenzuela, donde las aguas parecían calmas, comienza a crecer la indignación ante la paralización de la obra pública. La Matanza, Moreno, Merlo y Ensenada, entre otros partidos, son inconquistables para los cambiemitas. Existe otra complicación, la posible aparición de pequeños partidos políticos como el que encabeza el economista liberal José Luis Espert o el que está montando el bolsonarista Alfredo Olmedo, que avalan incondicionalmente las políticas neoliberales pero señalan que el gobierno no sabe aplicarlas y que podrían restarle tres o cuatro vitales puntos a Cambiemos.

Entre la economía y la seguridad
La gobernadora pretende contrarrestar esta realidad adversa con el aporte que –se ilusiona– debería provenir de las medianas y grandes ciudades y de las localidades sojeras. Pero tampoco recibe buenas noticias en tal sentido. Durante la reciente visita de Vidal a Mar del Plata, se pudo comprobar que las relaciones que mantiene con el desgastado alcalde Carlos Arroyo son más que malas; en La Plata, el intendente Julio Garro es cada día más cuestionado y en la zona agrícolo-ganadera puede verificarse una creciente disconformidad de los pequeños productores que comienzan a organizarse para imponer sus exigencias. Un elemento adicional a considerar es la indignación que los brutales incrementos en las tarifas y la caída del consumo han provocado en comerciantes y pequeños industriales que apoyaron inicialmente al oficialismo.
Ante tantas incertidumbres, el justicialismo bonaerense ha optado por la cautela. Si Vidal, tras la convocatoria no vinculante a la Bicameral para discutir el tema –una manera de patear la pelota hacia adelante– recomienda adelantar los comicios, la idea es poner el acento en la estrecha ligazón política entre ella y el presidente, lo cual implica responsabilizarla personalmente del ajuste, un lastre del que intenta desprenderse con medidas acotadas e insuficientes, como los descuentos en alimentos para los usuarios del Banco Provincia o los mecanismos clientelares de asistencia en determinados sitios del territorio provincial. Por lo pronto, el nuevo titular del PJ bonaerense, Fernando Gray, anunció la presentación de un amparo colectivo contra el tarifazo en la Justicia Federal que será acompañado por la solicitud de medidas similares en todas las jurisdicciones y señaló que la medida oficial está invalidada por la no convocatoria a audiencias públicas que son obligatorias. Además, Gray convalidó la postergación del congreso partidario hasta el mes de febrero, cuando se supone que todo estará más claro. Si bien ya se barajan los nombres de los posibles aspirantes a la gobernación –entre quienes sobresalen la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, y su par de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde– parece existir un pacto implícito para evitar una competencia desgastante y apresurada.
Es un hecho que el eje de la campaña bonaerense de Cambiemos será la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico, la persecución de los inmigrantes ilegales y la baja en la edad de imputabilidad, los clásicos del manodurismo cuya más fiel representante es la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Sin embargo, desde las propias filas de los aliados se afirma que con eso no alcanza. Un economista que supo estar fuertemente ligado al macrismo, Carlos Melconian, lo afirmó contundentemente: «Ningún gobierno ganó una elección con una economía como esta». En tanto, en las redes sociales se viraliza una consigna dirigida a los sectores populares sometidos al bombardeo mediático: «Apague la televisión, abra la heladera».

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