Uruguay: giro y resistencia

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A poco de haber asumido, el presidente de Uruguay Luis Alberto Lacalle anunció que retiraba a su país de la UNASUR. Nadie puede decir que se sorprendió por esta decisión, en sintonía con los otros Gobiernos de derecha en la región que lo antecedieron. Con la excusa de no incluir a Venezuela en ningún foro regional y que la UNASUR era un organismo basado en «ideologías», Uruguay repitió el discurso que había adoptado el Gobierno de Mauricio Macri. La canciller Susana Malcorra había afirmado que la política exterior no estaría fundamentada en lineamientos ideológicos, como si dicha afirmación no fuera, justamente, ideológica. Lacalle dio un paso más en el absurdo. El argumento oficial para abandonar el bloque sostiene que  “se trata de un organismo regional, basado en alineamientos político-ideológicos”. Después de anunciar el retiro de UNASUR, el presidente charrúa decidió reincorporarse al TIAR, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca impulsado en 1947 por los Estados Unidos al servicio de su política de la conocida Doctrina Monroe que dice «América para los americanos». Increíble pero cierto. Más aún, en momentos que el COVID19 aparece con fuerza, se destruye un organismo regional que tenía un Consejo de Salud que coordinaba políticas sanitarias. El nuevo gobierno de derecha intentará desmontar lo construido por el Frente Amplio durante 16 años, pero los movimientos sociales durante el carnaval mostraron su disposición a luchar para evitarlo.  La murga Metele que son pasteles, en una de sus presentaciones le advirtió a Lacalle que irían a la plaza para dar batalla. «Estaremos a la talla, daremos pelea, nadie se asusta» aseguraron. Lacalle depende de la calle. Y en el Uruguay la calle es un monstruo grande que pisa fuerte.

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