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En 2015, geógrafos y programadores de la Ciudad de Buenos Aires dieron origen a la cooperativa especializada en sistemas de geolocalización. «Gracias a la autogestión podemos elegir qué trabajos hacer y para quién», dicen sus asociados.


Jóvenes profesionales. Ortiz, Sebastián Martínez, Wörner y Facundo Martínez Espíndola.

La historia de Cambalache, cooperativa formada por geógrafos y programadores, empezó durante un asado entre amigos. Cristian Wörner, geógrafo y presidente de la entidad, recuerda el momento exacto en el que dijo «hay que hacer algo así».
Wörner y Patricia Cirillo, también geógrafa, se habían conocido estudiando en la Universidad de Buenos Aires. Juntos militaban, además, en la organización No Seas Pavote, en Lomas de Zamora, y conocían a Jonathan Katz, hoy tesorero de la cooperativa de diseño Proyecto Wow. Todos juntos diseñaron un mapa solidario para gente en situación de calle y dijeron: «Cuando salga, hacemos un asado». En esa tarde de almuerzo, Katz les habló de cooperativismo y autogestión. Y los geógrafos comenzaron a encontrar una respuesta a interrogantes laborales que venían planteándose desde hacía años.
«En el año 2015 yo venía muy cansado, trabajaba en una empresa privada hacía siete años. Patricia venía de trabajar en el Instituto Geográfico Nacional. Teníamos alguna idea dando vueltas, le dimos forma y nació Cambalache, que empezó a crecer fuerte en el verano de ese año. Después, progresivamente, fuimos dejando nuestros laburos anteriores para trabajar en la cooperativa», relata Wörner.
Hoy, Cambalache está integrada por seis asociados: cuatro son geógrafos dedicados full time y dos son diseñadores que trabajan medio tiempo.
Martín Ortiz, secretario de Cambalache, explica: «La geografía es una actividad que está al costado de las Ciencias Sociales, pero así como es algo muy chiquito, también hay muchos encuentros y muchas redes. Tenemos un encuentro nacional desde hace más de veinte años y un encuentro latinoamericano desde hace treinta. Hay mucha unión».
Si bien tejer redes es usual en la profesión, no pasa lo mismo con la construcción de cooperativas. «De hecho, en esta figura somos los únicos que nosotros conocemos», dice Wörner. Ortiz agrega: «En la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, por ejemplo, hay un grupo de estudio sobre cooperativas y fábricas recuperadas, pero siempre hablamos como observadores de estos fenómenos. Las apoyamos, pero, al menos de las carreras que están en esa facultad, no hay una tendencia a armar cooperativas».

Mercado restringido
Cambalache se fundó también como una tercera alternativa a las dos únicas posibilidades laborales que les ofrecía el mercado. «Por un lado está el Estado, donde normalmente la contratación es bastante informal y en condiciones de precariedad, o está el sector privado, donde laburás normalmente para lugares que criticamos (petroleras, multinacionales). Además, es compleja la situación de carga laboral que tiene el trabajador. Escapando de esas dos situaciones nace Cambalache, buscando poder elegir con quién trabajar y qué trabajos queremos hacer», dice Wörner.
En ese proceso de elección consolidaron dos líneas de trabajo: capacitaciones y asesorías. «Desarrollamos cursos virtuales, apuntando a la gente del Interior, y presenciales, con un vínculo con la UBA, en el Centro Cultural Rojas. Y por otro lado, tenemos un área de consultoría que crea soluciones específicas, siempre vinculadas con lo espacial, para distintos clientes. Hacemos mapas, sistemas de información georeferencial, herramientas para poder visualizar en un sitio web la información y poder tomar decisiones y planificar; entre otros», describe su presidente. La idea es poder llevar información a un territorio que, a veces, es virtual. Así, dialogan las dos profesiones, la geografía y la programación.
La dificultad más grande con la que se encontraron, cuenta Wörner, fue empezar a incorporar la forma de organización cooperativa, además de asumir todas responsabilidades que implica llevar adelante un negocio propio. Muchas inquietudes se resolvieron buscando apoyo en otras cooperativas y en el mismo hacer. De hecho, en la actualidad, Cambalache comparte espacio físico con Proyecto WOW. En la mesa de trabajo de al lado está sentado Katz, que los vio nacer como entidad autogestiva. El círculo parece completarse.

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