Valor agregado

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Desde hace más de veinte años, productores lecheros de Leandro Alem, Misiones, trabajan unidos bajo la forma solidaria. Así lograron crecer, capitalizarse y diversificar la oferta, que va desde yogur y crema hasta su propia línea de helados.

Juntos. La entidad está formada por colonos que explotan chacras de hasta 24 hectáreas.

 

En la provincia de Misiones, sobre la ruta nacional 14, a 86 kilómetros de Posadas y 30 de Oberá, se encuentra Leandro Alem, una de las localidades más industrializadas de la región. Su actividad económica se centra en la producción yerbatera, tealera, la elaboración de aceites de tung y el acopio de tabaco, además de un importante frigorífico cooperativo y una dinámica actividad maderera. En esa localidad, cabecera de su partido, nació, en 1995, la Cooperativa Agrícola Ganadera de Leandro N. Alem Leandrito, como un emprendimiento alternativo para los colonos de la zona. «En esa época producir leche en cantidad y calidad en territorio misionero era toda una novedad –recuerda Sergio Cardozo, presidente de la cooperativa–. Al principio fueron 30 los colonos de la región sur que se agruparon en la entidad solidaria, pero después se incorporaron otros productores del norte provincial».
El objetivo de la iniciativa era sumar una actividad más a las que usualmente realizaban los colonos en sus chacras y generar, al mismo tiempo, un desarrollo conjunto que le diera valor agregado a la leche. Fue así como comenzaron a acopiar, procesar y elaborar diferentes productos: yogur, leche fluida, dulce de leche, crema, distintas variedades de quesos y manteca. De este modo, la cooperativa láctea Leandrito llegó a asociar a unos 180 productores primarios minifundistas, que explotan pequeñas chacras de entre 6 y 24 hectáreas, y que producen entre 50 a 150 litros de leche por día.  
Si bien la cooperativa pasó por diversos momentos de crisis, en el año 2011 su actividad se revitalizó. En esta nueva etapa los productores se propusieron ampliar la cuenca lechera misionera y poner en valor sus materias primas a través de acciones integradas y estratégicas, a fin de optimizar sus recursos y aprovechar al máximo las potencialidades que les ofrece el modelo cooperativo. «Trabajar mancomunadamente y de manera asociativa tiene muchas ventajas –destaca Cardozo–. Lo más importante es que aprendemos a ser solidarios en la práctica. Por ejemplo –explica el asociado–, tenemos una  máquina para picar forraje que se les presta a los productores por turnos, para que todos puedan hacer una reserva de alimentos para sus animales. Este es un beneficio colectivo, porque todos tienen la posibilidad de utilizar esa máquina que es muy costosa, imposible de ser adquirida por un pequeño productor. Por eso –refuerza–, estar asociado a una cooperativa les permite a las pequeñas unidades productivas abaratar sus costos».

 

Más servicios
Además de estos beneficios, los tamberos asociados pueden solicitar servicios veterinarios, participar de compras colectivas de semillas para forraje de invierno y realizar cursos de capacitación, además de recibir asesoramiento sobre programas de inseminación artificial y pastoreo racional voisin.    
Recientemente la cooperativa Leandrito sumó un nuevo emprendimiento industrial para agregar valor a la materia prima: una línea de helados artesanales. Los helados Leandrito
–que se presentan en  potes, palitos, bombones, tortas heladas, entre otros– cuentan con una variedad de casi 50 gustos. El más original de los sabores es el de yerba mate. «Este nuevo emprendimiento nos va a permitir mejorar el valor que se le paga a cada tambero por su producción», dice Cardozo.
La cooperativa –que procesa unos 700 litros de leche semanales en su temporada más alta, el verano–, tiene proyectado, con el apoyo del Instituto de Fomento Agropecuario e Industrial de Misiones, realizar una inversión de 4 millones de pesos para incorporar nuevas maquinarias a su planta procesadora, adquirir equipamientos para las labores de campo –como ordeñadoras y tanque de frío– y comprar otros vehículos de reparto.