7 de junio de 2017
Surgido en Nueva Zelanda y utilizado, en su traducción al español, cada vez más en nuestro país, el término vegansexuality introduce una nueva categoría en la ya frondosa clasificación tanto de las identidades sexuales como de las variantes del movimiento que se opone al uso de animales para alimento, investigación o entretenimiento. Los orígenes de la palabra se relacionan con un estudio realizado en la univerisda de Canterbury en 2007. Tras entrevistar a 157 personas, la doctora Annie Potts, coordinadora de la investigación y directora del Centro de Estudios Humanos y Animales, llegó a la coclusión de que la mayoría de los veganos prefiere relacionarse sexual o emocionalmente con otros veganos. «No me gustaría tener relaciones con alguien cuyo cuerpo está compuesto, literalmente, por restos de seres vivos», señaló una de las entrevistadas. Otros mencionaron el desagrado que les produciría besar a alguien que se alimenta de carne o entrar en contacto con fluidos en los que están presentes partículas y proteínas de origen animal. Una razón más probable para explicar esta actitud cercana a la endogamia podría encontrarse en el abismo que separa los valores y creencias de las personas veganas y las omnívoras.
