26 de agosto de 2023
Con el impulso de docentes y alumnos, la cooperativa cordobesa nació como una oportunidad, cuando había más dudas que certezas. Apoyo del Banco Credicoop.
Visita institucional. Fernández, Guevara, Loza, Giordanino, González y Paredes en el establecimiento.
En el Barrio La Florida de la ciudad de Jesús María, Córdoba, se erige el Centro Educativo de Nivel Primario Héroes y Heroínas de Malvinas. Allí funciona, desde hace una década, la cooperativa escolar Manos Laboriosas, conformada por alumnos que promedian los 10 años y la sostienen con responsabilidad compartida en base al trabajo en equipo y al compromiso cotidiano en el ejercicio de los principios cooperativos.
«Nuestro centro educativo es urbano, con muchos niños marginalizados, esos a los que llaman “fracasos” en otras escuelas», cuenta el director del establecimiento, Emilio Paredes. Fundada en 1944 en una casa rural, la institución se convirtió con el tiempo en una nueva oportunidad para todos.
En el año 2010 el centro educativo implementó el Programa Provincial Jornada Extendida. «En ese entonces había mucha agresividad entre los niños y las escenas de violencia se trasladaban al aula», recuerda la docente Alejandra Loza, y asegura que todo el plantel escolar se preguntó cómo harían para contener al alumnado dos horas más. Pero esa inquietud se transformó en el germen de un trabajo cooperativo entre docentes y alumnos que cambió la autovaloración de los niños.
«Se nos ocurrió fabricar –trayendo cada alumno un ladrillo– un horno para hacer pan casero y comenzar con una fábrica de jabones», rememora Alejandra Fernández, también docente. La comunidad coincide en que estas actividades, sumadas a los talleres de cooperativismo, «fueron una salvación» y el primer paso para conformar una cooperativa escolar que se llevó a cabo a través del Departamento de Cooperativismo y Mutualismo Educacional en el Ministerio de Educación de Córdoba a cargo de Griselda Gallo, quien acompañó el trayecto.
Los chicos y chicas que conforman Manos Laboriosas hoy llevan adelante el kiosco escolar, donde cada uno desempeña una tarea distinta y cuentan que, con la última ganancia anual hicieron una salida grupal a comer afuera y al cine, para algunos, por primera vez.
Además de «tratar de hacer un kiosco saludable», entre los proyectos está hacer una huerta, iniciar una campaña para juntar juguetes y donarlos a los niños internados en el hospital local y ahorrar para compartir un viaje colectivo.
Para Kevin, presidente de la cooperativa, «los conceptos brindados en los talleres de cooperativismo ayudaron mucho a mantener la unión» y considera que fue una oportunidad para «aprender a trabajar en equipo». «Nos tenemos respeto como personas, la responsabilidad es de todos por igual y mejoramos como compañeros, porque es más importante todo esto que un diez en matemáticas», señala.
«Desde los inicios, la cooperativa escolar cuenta con el apoyo del Banco Credicoop y la Comisión de Asociados», resalta Rosana González, gerenta de la filial Jesús María de Credicoop, acompañada del oficial de Negocios Jorge Giordanino. Ambos coinciden que de a poco se pudieron transformar ciertas realidades. «Ahora estamos colaborando en un proyecto para reagrupar exalumnos mayores y brindarles capacitación para que se desarrollen e inserten mejor socialmente», adelanta González.
Iniciativa propia
A comienzos del ciclo lectivo de este año se dio un hecho que movilizó no solo a la comunidad educativa sino también a la sociedad de Jesús María: una iniciativa de los alumnos logró cambiar el viejo nombre de la escuela, «Capitán de Fragata Pedro Giachino», que aludía al primer militar argentino muerto en las Islas Malvinas. El trabajo se remonta a 2018, cuando en una actividad vinculada al 24 de Marzo, conmemoración del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, los estudiantes encontraron información sobre el militar, nombrado en los Juicios por la Verdad en 2001 y vinculado a delitos de lesa humanidad. La docente Marta Guevara subraya que fueron ellos «los primeros impulsores del proceso para el cambio de nombre».
El director recuerda que en ese entonces le dijeron «no queremos que nuestra escuela tenga el nombre de un asesino» y fue el puntapié para iniciar los trámites.
Luego el Ministerio de Educación de la Provincia autorizó el nuevo nombre, Centro Educativo Héroes y Heroínas de Malvinas, elegido por votación e iniciativa de los alumnos, «que decidieron que se contemplara también a las mujeres que participaron de la Guerra del Atlántico Sur».