9 de enero de 2024
El Parlamento y la calle. Una de las primeras protestas tras la presentación del DNU y del proyecto de «ley ómnibus» que serán debatidos este mes en el Congreso.
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Esta semana se cumple un mes del mandato del presidente Javier Milei. En este período se evidenció que un rasgo determinante de la nueva gestión es su propósito de actuar desconociendo la institucionalidad democrática, sustentada en la división de poderes desde la propia fundación de la democracia moderna, emergida desde la Revolución Francesa, la estadounidense y nuestra propia gesta fundacional de 1810.
Si bien el presidente parafraseó en más de una oportunidad al inspirador de nuestra Constitución de 1853, Juan Bautista Alberdi, su accionar concreto al derogar 360 leyes mediante un decreto y el envío al Parlamento de un proyecto de «ley ómnibus» con la pretensión de transformar una cantidad muy diversa de temas centrales de la vida económica, cultural y social de nuestro país; muestra un intento de subordinación del Congreso Nacional al Poder Ejecutivo. El presidente no solo le dio la espalda en oportunidad de su asunción, sino que ahora se propone relativizar sus funciones, por lo menos por dos años con opción a otros dos y, de ese modo, gobernar con facultades extraordinarias.
En suma, todo indica que, una vez más, para aplicar planes económicos de «ajustes dolorosos» que afectan a la gran mayoría de los trabajadores y las clases medias, resulta imprescindible desplegar conductas que restringen libertades públicas para frenar la inevitable disconformidad y protesta que se irá generando. La concepción radicalizada de libertad de mercado, al cabo de tan solo un mes de gestión, ya está generando una fuerte erosión en los ingresos de los sectores más humildes y de los asalariados en general, a quienes cada día les resulta más difícil acceder a los bienes de consumo en general, y muy especialmente a los alimentos.
Por otra parte, la caída de reservas en los centros turísticos muestra también que diversos estratos de las clases medias sufren el impacto de estas políticas. Habría que agregar, para completar el panorama, el propósito del Gobierno de enajenar las empresas estratégicas del Estado, que serían adquiridas por corporaciones, tanto locales como extranjeras.
La misma receta
Resulta evidente que se actúa bajo la inspiración de las políticas del menemismo, incluyendo la metodología aplicada en su momento por el exministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi. El corolario de esas políticas ya es conocido por la sociedad: deterioro del nivel de vida, recesión, fuga de capitales y crecimiento de la conflictividad social.
Ante esta situación, también muy rápidamente y en un sentido contrario, crece la respuesta de diversos sectores en defensa del sistema democrático y sus intereses específicos. Desde los tempranos cacerolazos, la inmediata reacción del mundo de la cultura y de los trabajadores. En este sentido el acontecimiento más trascendente es el paro general con movilización convocado por las confederaciones de trabajadores para el 24 de enero, al que confluirán además muy diversos agrupamientos sociales, políticos y culturales.
Durante enero asistiremos a una fuerte disputa parlamentaria ya que allí se deberán tratar el mentado «mega DNU» y el proyecto de «ley ómnibus». Todo en un contexto crispado por las descalificaciones a los y las parlamentarias por parte del presidente, que incluyen la acusación de «coimeros». Seguramente el Congreso será caja de resonancia de tensiones políticas, con el agregado de las que devienen de las convocatorias de calles y plazas.