29 de enero de 2024
La orquesta cooperativa brilló en el escenario musical más importante de Mar del Plata. «Trabajar hoy de esta forma es seguir apostando a una manera colectiva de hacer las cosas», dice uno de sus integrantes.
Apuesta colectiva. Con 16 músicos en escena, pronto cumplen 15 años ininterrumpidos de trabajo horizontal y autogestivo.
Foto: Caro Pedace/Prensa
Mar del Plata es la ciudad más grande de la Costa Atlántica. El Estadio Polideportivo Islas Malvinas es el escenario más grande de la ciudad. A mediados de enero es el momento pico del turismo de verano. Allí, en la ciudad, el escenario y el momento cumbre, una cooperativa musical ocupó el centro de la agenda cultural: La Delio Valdez.
En formato orquesta, La Delio viaja por los distintos sonidos de la cumbia de América Latina y los fusiona con una impronta propia que incluye salsa, rock, jazz y reggae. La noche del 17 de enero más de 5.000 personas, entre marplatenses y turistas, disfrutaron su puesta en escena. Arriba del escenario también había mucha gente: la banda está compuesta por 16 músicos y un equipo todavía más numeroso detrás. Esa densidad de integrantes fue uno de los motivos que los llevó a pensarse y desarrollarse como cooperativa. «Las decisiones tienen más fuerza cuando se toman en conjunto y nos respaldamos entre todos», reflexiona Pablo Reyna, uno de los trompetistas de La Delio, horas antes del recital.
Desde su nacimiento en 2009, el circuito independiente fue un camino de crecimiento sostenido que sigue arrojando nuevos hitos: a finales de 2023 realizaron su primera gira por Europa y en enero, dos días antes del recital en Mar del Plata, se subieron por primera vez al escenario del Festival Nacional de la Doma y Folklore de Jesús María, Córdoba, otro clásico del verano argentino.
Un grupo político
Para Reyna el cooperativismo es mucho más que una forma de organización interna. «Somos un grupo político ya desde la manera en que nos organizamos. Y sentimos que nuestro rol es que toda la experiencia sea buena para la gente que nos viene a ver. Que la pasen bien y que se sientan cuidados». En las dos horas previas al recital, mientras un DJ ameniza la espera, una pantalla brinda una recomendación de seguridad: «Si te sentís expuestx o incómodx durante la noche, acercate a cualquier puesto y preguntá por nuestro staff».
En julio la orquesta cumplirá 15 años ininterrumpidos de cooperativismo. En un nuevo período político del país, Reyna cree que esta característica de la orquesta refuerza su significado: «Trabajar como cooperativa hoy es seguir apostando a lo grupal, a una manera colectiva de hacer las cosas sin alzar tanto el individualismo y el sálvese quien pueda».
Estadio Polideportivo. La Delio convocó a 5.000 personas y fue uno de los espectáculos más importantes de la temporada marplatense.
Foto: Caro Pedace/Prensa
En la vorágine del show, el saxofonista Pablo Broide tomará el micrófono y dirá algo similar en nombre del grupo: «En un mundo cada vez más individual seguimos apostando a este proyecto colectivo y a generar espacios de encuentros. Porque no se puede ser feliz en soledad, no existe eso, somos felices cuando el de al lado está feliz y podemos compartirlo».
Entusiasmo adolescente
«¿Alguna vez te cacheó la policía? ¡A mí, creo que nunca!», exclama alegre una señora acompañada de un grupo de amigas. Todas bordean los 70 años y hacen la fila de ingreso con entusiasmo adolescente. En la platea un niño de unos 10 años con la cara roja por el sol, y a simple vista molesto por tener que acompañar a su madre a un recital que no es el suyo, con el correr de la noche empezará a dejar que la música conecte con sus piernas.
El público es tan numeroso y diverso como un recorrido por la populosa Playa Bristol. «Desde La Delio siempre vamos a estar defendiendo la cultura popular», promete Broide al micrófono. «Buscamos que las entradas sean populares y que podamos ser muchos. Agradecemos a todos ustedes que compraron una entrada en un momento tan difícil para el bolsillo, ese esfuerzo es un montón», agrega.
Broide habla durante cuatro minutos y será el único momento de la noche en que la música se interrumpe. «Defendemos siempre el derecho a la alegría cuando no hay un mango. Esto no lo pueden sacar: salir, bailar una cumbia, encontrarnos, mirarnos, bailar, abrazarnos. Mañana no van a estar solucionados los problemas, pero seguro los vamos a encarar de otra manera, esa es nuestra batalla», dice y recibe una ovación. Cuando baja el bullicio, arremete con una pregunta retórica: «¿Están para algunas cumbias más?».