Cooperativismo | IMD

Pantalla para los derechos humanos

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Ulises Rodríguez

Creada en 1999 por Julio Santucho, la entidad se convirtió en una referencia ineludible en el ámbito del cine enfocado en esta temática. Apoyo del IMFC.

Finca 2024. El tema del festival, realizado en la Ciudad de Buenos Aires, fue la justicia climática.

Foto: FINCA

Fue el 8 de marzo (fecha por demás significativa a nivel mundial) del año 1999 el día en el que se constituyó oficialmente en la Ciudad de Buenos Aires el Instituto Multimedia Derechos Humanos en América Latina y Caribe (IMD). 

Con una subsede en la provincia de Santiago del Estero, la entidad se proyectó como plataforma para la consolidación de proyectos como el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos –que tuvo su primera edición en 1997– y el Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA), que se realizó este año entre el 12 y el 19 de junio con la justicia climática como temática central. La conjunción de ambos festivales originó, en 2018, el FINCADH (Festival Internacional de Cine Ambiental y Derechos Humanos).

Con el paso de los años, el IMD se convirtió en una referencia en Latinoamérica para el cine de derechos humanos. Detrás de su creación sobresale la figura del escritor y militante Julio Santucho quien, a raíz de su exilio en Italia, tuvo la oportunidad de conocer experiencias europeas similares como el Festival de Derechos Humanos de Ginebra.

Florencia Santucho, hija de Julio y actual directora del IMD, cuenta el contexto de aquel momento fundacional: «Era el comienzo de las grandes movilizaciones de HIJOS, que fueron parte de la primera edición y, a la vez, cuando se despertó la sociedad reconociendo sus raíces históricas y vinculándolo con las distintas formas artísticas. A los pocos años nació el Teatro por la Identidad y el cine por los derechos humanos en Argentina empezó a gestar un género propio».

En un contexto adverso para la cultura y el país en general, recientemente el IMD recibió un crédito del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC) destinado a la compra de máquinas, herramientas y al servicio de diseño y puesta en actividad de la plataforma web de la entidad. 

«El vínculo y el apoyo del IMFC han sido constantes. Con este crédito pudimos llevar adelante el proyecto por fuera de las sedes y, en este momento político que estamos viviendo, nos permitió reforzar nuestros propios equipos y tener la posibilidad de tener un equipo que pudiera organizar eventos itinerantes y realizar las capacitaciones que necesitamos, que es parte del fundamento de nuestra entidad», asegura la directora del IMD.

Equipo. Cooperativas, instituciones, especialistas y movimientos sociales participan de cada evento.

Foto: FINCA

Nuevas generaciones
Con el impulso de los festivales de Derechos Humanos y de Cine Ambiental surgió la necesidad de hacerlos confluir en un espacio que aunara ambos universos. Santucho recuerda que los defensores del ambiente y los derechos humanos «venían siendo atacados, oprimidos, perseguidos y asesinados» y se impuso además del genocidio «la urgencia de hablar de ecocidio». 

Fue entonces que el FINCADH tuvo una recepción por demás positiva por parte de los movimientos socioambientales, que eran llevados adelante por jóvenes que no tenían la misma vinculación con los movimientos de derechos humanos. 

«El festival se pudo ubicar también dentro de un nuevo sector cultural, con jóvenes que tenían otra visión de las problemáticas ambientales, con un impacto en lo social, que permitió al IMD alternar el Festival de Cine de Derechos Humanos con el Festival Internacional de Cine Ambiental, manteniendo un mismo equipo que por suerte en los años no solamente se profesionalizó, sino que también adquirió esos conocimientos socioambientales». En cada edición, relata Santucho, el festival se va especializando y enfocando en un tema y en ella convergen especialistas, activistas, académicos y protagonistas de esos conflictos socioambientales. 

Esta confluencia hace que cada edición sea distinta y convierte a las muestras en una gran experiencia de profundización de los temas abordados donde se les da voz a las y los protagonistas.

«El IMD se ubicó siempre como un espacio de reflexión crítica, de intercambio abierto y horizontal y con un posicionamiento frente a los distintos conflictos. Nunca permitimos que partidos políticos o ningún Gobierno tomara el frente, sino que siempre quisimos darle voz a los movimientos sociales y a los organismos de derechos humanos, que son a quienes invitamos a hablar al escenario y a quienes consultamos cuando tenemos que programar ciertas películas», apunta Santucho. 

Esta coherencia a lo largo de los años le ha permitido al IMD tener el apoyo y reconocimiento de parte de organizaciones, cooperativas, asociaciones y movimientos sociales. En las distintas ediciones de los festivales, estas entidades han tenido participación directa, conformando así un auténtico espacio de creación colectiva.

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