15 de agosto de 2024
Las ventas de alimentos básicos de la canasta alimentaria se desploman como consecuencia de la recesión y la pérdida de poder adquisitivo. Leche y carne con caídas récord.
Para afuera. El consumo interno de carne se ubica en su mínimo de los últimos cien años, mientras crecen las exportaciones.
Foto: NA
En medio de la peor recesión y el ajuste económico del último medio siglo, las ganancias de las empresas alimenticias abultan sus ganancias mientras el desplome del consumo interno, producto de la pérdida de poder adquisitivo de los ingresos, no se detiene. La ingesta de alimentos «emblema» de la mesa de los argentinos, como es el caso de la leche, el pan y la carne, se ubican en pisos históricos. En el caso de la carne, producto tradicional para la cultura nacional, su consumo se ubica en su mínimo de los últimos cien años, mientras crecen las exportaciones vacunas. La venta de leche en lo que va de este año en el mercado interno se encamina al peor en la historia, mientras Mastellone –principal productor– informa un incremento del 2.500% en sus ganancias en el primer trimestre del año.
En el marco de la Exposición Rural, el presidente Javier Milei anunció un conjunto de medidas que fueron recibidas con extrema cautela por los representantes de las corporaciones agropecuarias que asistieron al evento que se realizó en el Predio de Palermo. Por un lado, anticipó medidas tendientes a la eliminación de retenciones para cinco categorías de vacas y proteínas animales: carne vacuna, cerdo, pollo y aves, entre otras, y para la leche, que no representaba un problema para el sector. En estos casos, por el contrario, lo que se exhibe es una tendencia hacia una mayor exportación en desmedro del consumo interno, que alcanza ya sus mínimos en décadas.
El congelamiento del consumo como política oficial para bajar la inflación por la vía recesiva ya alcanza alimentos clave de la mesa de los argentinos: la carne, el pan y la leche. Este último sector opera en su nivel más bajo en los últimos 40 años. Como resultado de la crisis en esta rama, se registra un importante cierre de tambos, sobreviviendo menos de 10.000 unidades, el nivel más bajo en 40 años, que afecta, aproximadamente, a 80.000 puestos de trabajo, de acuerdo a cifras actualizadas a mayo del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). Por su parte, el consumo de lácteos retrocedió 17,3% en toneladas y 14,4% en litros en el primer semestre del año frente al mismo periodo de 2023 y si continúa con esta tendencia, terminará 2024 con el registro más bajo de la historia, según un informe del Instituto para el Desarrollo Agroindustrial Argentino (IDAA). Según datos del primer semestre, se consumieron 156,3 litros leche por habitante por año contra los 194 litros por habitante por año con que cerró 2023. Con este panorama, el reporte anticipó que «seguramente el año 2024 cerrará con el menor consumo que se tenga registro en nuestra historia». En simultáneo, las exportaciones de lácteos, en la primera mitad del año, crecieron contra igual período del año pasado, 6% en toneladas y casi 8% en litros equivalentes, pero en divisas ese aumento fue de tan solo del 0,1%. En ese contexto, la compañía Mastellone informó a la Bolsa porteña para el cotejo del mismo período un incremento del 2.500% en sus ganancias, producto de la devaluación que aplicó el gobierno de Javier Milei en diciembre pasado, disparando los resultados en pesos de las empresas.
Caídas históricas
El informe de IDAA compara los niveles alcanzados en los últimos calendarios y puntualiza que «en 1990 consumíamos 162 litros/habitantes/año, en 2000 alcanzamos un pico de 227 litros/habitantes/año, después de la crisis caímos a 179 litros/hab/año en 2003 y nos fuimos recuperando para cerrar el año 2015 con 217 litros/habitantes/año». Al terminar 2019, se había caído nuevamente con 182 litros/habitantes/año y se cerró 2023 con un alza que alcanzó los 194 litros/habitantes/año.
Al analizar el desempeño de la cadena por productos, las leches fluidas presentaron una caída del 23% en la comparación interanual de junio y acumulan un 16,2% de caída en el semestre. La leche fluida no refrigerada cayó un 18,5% en el semestre y la refrigerada un 12,2%, mientras que las leches en polvo tuvieron un descenso interanual del 33% en junio y acumulan una caída del 30% en el semestre.
Desplome lácteo. En toda la cadena por producto −fluida, no refrigerada y en polvo− se registraron caídas entre el 12% y el 30%.
Foto: NA
El documento del Instituto destaca que «esto muestra que, si bien todas cayeron, la larga vida tuvo una disminución del consumo más importante y la leche en polvo entera y semidescremada literalmente se desplomó», remarcado que «la gente consumió menos y de la más económica y en junio se profundizó la baja del consumo, aún de las más baratas». Por el lado de los quesos, que representan el 60% del consumo de lácteos, tuvieron una caída del 18% interanual en junio, expresado en toneladas, y acumulan una merma del 11% en el primer semestre.
La política recesiva aplicada por el Gobierno para, a partir de un desplome del consumo interno, mostrar una baja en la inflación de los alimentos, encuentra en el mercado de carne vacuna un ejemplo de su ineficacia. Se trata de un producto emblemático para la mesa de los argentinos, que en los últimos meses arroja alzas de precios en el mostrador menores al nivel general de precios, pero cuya demanda no despega y sigue estancada en sus mínimos per cápita históricos. La venta de carne por habitante –mientras aumentan los saldos exportables– se desplomó en junio a un piso que no tiene precedentes históricos, de acuerdo a un informe de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra). El consumo aparente de carne vacuna habría sido equivalente a 1,05 millones de toneladas, ubicándose 15,7% por debajo del nivel registrado en el primer semestre de 2023 (−195,7 mil toneladas). Al considerar el promedio móvil de los últimos doce meses, el consumo aparente de carne vacuna por habitante quedó en 48 kg/año en junio de 2024. En relación a un año atrás, la caída fue del 10,4%. En tanto, el promedio de los primeros seis meses del año se ubicó en 44,7 kilos y resultó 16,7% menor al registrado en igual período de 2023.
En la misma senda camina el consumo del pan. En la actualidad, el precio del kilo ronda entre $2.400 y $3.000, según el barrio y el local que lo comercializa, mientras este valor podría trepar más aún producto de los nuevos tarifazos en el combustible y los servicios públicos. Como consecuencia, de acuerdo a datos del sector, en el promedio de todas las panaderías del país se registra una baja del 45% en las ventas. Cabe recordar que el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino que había sido lanzado en marzo de 2022 para establecer un valor de referencia en el mercado interno del principal insumo para la industria, fue desmantelado apenas asumida la administración libertaria. Como resultado, los insumos dolarizados se dispararon y el traslado al mostrador, aunque morigerado por la absorción de renta de las panaderías, fue casi inmediato, lo que contrajo las ventas.